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La revista Science publicó una investigación sobre una enzima que, si se estimula su funcionamiento, bajaría el apetito           
20/03/2016 - 12:25hs

Hace años que los científicos buscan la manera de “frenar” el apetito para combatir la obesidad, una enfermedad que ya es epidémica.

En esta andanada de investigaciones, se vienen descubriendo mecanismos que ayudan a crear fármacos para no comer tanto, pero que no terminan de ser exitosos.

En este contexto es que la revista Science publicó una investigación sobre una enzima que, si se estimula su funcionamiento, bajaría el apetito. El descubrimiento es auspicioso, pero sólo un paso más en el camino. Además, por ahora se probó en ratones, lo que significa que falta bastante para que llegue a los humanos.

Fue un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad John Hopkins de Baltimore, Estados Unidos, quienes probaron que la ausencia de la enzima O-GlcNAc transferasa (OGT) en ratones provocó que las neuronas del hipotálamo responsables de enviar la señal para dejar de comer no se comunicaran entre sí, lo que llevó a los animales a no saciar su apetito y siguieran comiendo.

Los ratones sin la enzima triplicaron su peso en dos semanas. Como explicó Olof Lagerlöf, director del estudio: “Los ratones no entendían que ya habían ingerido una cantidad de alimento suficiente, por lo que seguían comiendo”.

Para Richard Huganir, coautor del estudio, “los resultados sugieren que la enzima OGT ayuda a mantener las sinapsis (señales químicas que usan las neuronas para comunicarse) en las células. Pero en su ausencia, las sinapsis eran tan pocas que probablemente no recibieran impulso suficiente para activarse. De la misma manera, estas células son responsables de enviar la señal para dejar de comer”.

“Todavía hay aspectos de este sistema desconocidos. Pero creemos que encontramos un nuevo receptor de información que afecta directamente a la actividad cerebral y al comportamiento alimenticio. Así, y si nuestros resultados son trasladados a los seres humanos, pueden suponer un avance para el diseño de fármacos para controlar el apetito”, concluyó Lagerlöf.

Para León Litwak, del Servicio de Endocrinología, Metabolismo y Medicina Nuclear del Hospital Italiano, “el estudio dice que estimulando la enzima OGT se puede bajar el apetito, lo que ayudaría a crear un fármaco que haga actuar más a esta enzima, pero habría que ver qué efectos colaterales tendría”.

En este sentido, explica las dos grandes vertientes para combatir la obesidad: cómo lograr comer menos y cómo hacer que se gaste más energía. “Este estudio apunta a la primera vertiente, pero yo creo que la gran salida de la obesidad va por el otro camino”.

La nutricionista Mónica Katz opina que el estudio aporta mayor información sobre cómo actúan los núcleos en el hipotálamo, que es “la torre de control de lo que comemos”.

Pero también plantea sus reparos: “Los descubrimientos que vienen por esta línea no tienen en cuenta que no siempre se come por hambre sino que hay otros dos grandes motivadores, que son el sistema emocional o el estrés (homeostático) y el sistema de recompensa o de placer (límbico)”.

“El descubrimiento aborda parte del problema: dice que mientras hay mecanismos que estimulan el apetito, otros pueden saciarlo. Pero la obesidad es una enfermedad muy compleja, multideterminada, en la que influyen factores genéticos y ambientales”, señala a Clarín.

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