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índice Zara: pese al "dólar Macri" a $15, la Argentina es el paí­s más caro del mundo para comprar ropa
18/04/2016 - 13:35hs

Lograr domar a la inflación se ha instalado como uno de los mayores desafíos que tiene por delante la administración macrista. 

Con un índice que, se estima, superó el 12% en el primer trimestre, y un alza del 6% sólo en abril, la meta del Gobierno de estacionarlo en torno al 25% se presenta como muy difícil de conseguir

De hecho, consultoras privadas ya están estimando un indicador no menor al 36% para este año. 

Si bien los alimentos de la canasta básica, como frutas, verduras y carnes, son algunos de los productos que vienen liderando las subas, el rubro indumentaria es otro de los que mostró un marcado dinamismo y es de los ítems que lidera el ranking de preocupaciones. 

Si se considera, por ejemplo, el IPC que todos los meses releva y publica el gobierno de la provincia de San Luis, se obtiene que la ropa, en los últimos doce meses, se encareció casi 35% en promedio. 

Esta fuerte suba, en momentos en que los salarios se mantienen retrasados, está impactando de lleno en el ritmo de demanda en los comercios. 

Según un relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en marzo las ventas de ropa cayeron casi 6%, medidas en cantidades. Así, acumula tres meses consecutivos con tasas negativas de variación. 

“Hubo descuentos y liquidaciones, pero menos que en otras ocasiones y no fueron suficientes para tentar a un consumidor que mira y compra poco”, indicaron desde CAME. 

“Índice Zara”, sinónimo de altos precios

Los elevados precios de la indumentaria en la Argentina forman parte de un largo debate.

Desde que la inflación se fue acelerando, allá por 2010, la Argentina, antes de cada ajuste del tipo de cambio, siempre se ubicó entre los países más caros a nivel mundial, en términos de dólar

Esta dinámica se hizo más evidente en los últimos dos años, cuando el entonces gobierno kirchnerista –ante la escasez de divisas- decidió cerrar incluso más las fronteras y apostar por el “vivir con lo nuestro”. 

Así, cuando se comenzó a fortalecer el “cerrojo” a las importaciones y los funcionarios presionaron a las empresas de distintos sectores a producir en la Argentina y sustituir artículos del exterior, marcas de indumentaria de primera línea no tuvieron más remedio que reclutar fabricantes locales para no quedarse sin stock. 

Sin embargo, muchas optaron, directamente, por cerrar sus persianas y dar de baja sus operaciones en el país, tal como ocurrió con compañías de lujo como Calvin Klein, Emporio Armani, Polo Ralph Laurent, Yves Saint Laurent, Ermenegildo Zegna, Louis Vuitton y Carolina Herrera.

La tienda española Zara, en cambio, mantuvo sus negocios en la Argentina apelando a la comercialización de prendas de producción nacional

Esto le significó un importante cambio en las reglas de juego a esta compañía –propiedad del grupo Inditex-, que es líder mundial en la distribución de moda, con más de 2.000 locales repartidos en casi 90 capitales, que le generan una facturación de 10.500 millones de euros anuales. 

El caso de Zara es único: su política comercial tiene como premisa llegar a todos los mercados del mundo prácticamente con un único catálogo. Así las cosas, es posible encontrar prendas similares en las tiendas de China, Turquía, Estados Unidos o Mónaco.

Sin embargo, debido a las trabas que sufrió en los últimos años, los precios de sus productos en el mercado interno quedaron expuestos a una dinámica diferente respecto de los valores que maneja la cadena en el resto del mundo.

Sucede que, mientras que las prendas que tuvo que comercializar en la Argentina contemplaban costos de producción nacionales (desde materiales hasta mano de obra), el resto de las plazas en general se manejan con artículos fabricados únicamente en dos o tres países, como España o Vietnam.

Al analizar la evolución que tuvo en los últimos años el “Indice Zara” –confeccionado por iProfesional a partir de los precios en dólares de prendas básicas que esta tienda ofrece en los principales países del mundo- se puede observar que entre 2012 y 2015, la Argentina siempre se ubicó en el podio de los mercados más caros a la hora de adquirir ropa

Hacia fines del año pasado, cuando el atraso cambiario se había tornado insostenible y el vaticinio de las consultoras era que iba a sobrevenir una fuerte devaluación, los valores vigentes en los locales ubicados en la Ciudad de Buenos Aires llegaron a marcar una gran diferencia respecto de los exhibidos en otros puntos del planeta.

Así, adquirir un jean básico o una remera clásica en una tienda porteña podía llegar a insumir hasta un 50% más –en dólares- que hacerlo en plazas como Mónaco, Japón, Emiratos Árabes o Suiza.

Incluso, la diferencia se estiraba a un 100% si el comparativo se trazaba respecto de uno de los mercados más económicos, como España

La gran pregunta ahora es cómo quedó posicionada la Argentina en el “Índice Zara” luego del salto del dólar de más del 50% acumulado tras el desarme del cepo. 

Una devaluación puede considerarse "exitosa" -en términos de competitividad cambiaria- si lo único que sube es el billete verde oficial

Cuando esto ocurre, entonces las empresas locales quedan en una posición más ventajosa a la hora de exportar desde manufacturas hasta servicios. 

En cambio, si luego de la suba del billete verde también hay un movimiento ascendente de los precios de los bienes, entonces parte de esa ventaja ganada con el salto cambiario poco a poco se va diluyendo. 

De algún modo, eso fue lo que ha ido ocurriendo con las empresas de indumentaria en la Argentina, que ganaron algo de competitividad tras la devaluación pero luego no pudieron escapar de la mayor presión inflacionaria. 

En agosto de 2015, cuando estaba culminando el período kirchnerista, un jean básico de Zara costaba en Buenos Aires unos u$s61, mientras que una remera cotizaba a u$s22, siempre al tipo de cambio oficial. 

En la actualidad, tras el salto del dólar pero luego de la fuerte presión inflacionaria, el pantalón más económico pasó a ofrecerse a $999 (unos u$s67), mientras que la remera más barata se comercializa a $239 (u$s16). 

Es decir que en estos siete meses, el valor del jean no sólo no bajó en billetes verdes sino que subió, en tanto que la remera (principalmente por el fin de la temporada de verano) se abarató apenas 25%. 

Si se consideran las dos prendas en conjunto, entonces la Argentina sigue manteniéndose al tope del podio de un listado de 25 países, con un precio total de u$s83, un 30% por encima de Ecuador, el segundo mercado más costoso. 

En cambio, si el comparativo se realiza en función de los valores de Zara Estados Unidos (u$s46), entonces la diferencia es de un 80%. 

Más amplia es la brecha respecto de los precios vigentes en las tiendas de la compañía ubicadas en países de la Unión Europea. 

En España o Francia, este combo de remera y pantalón apenas suma u$s36, de modo que los locales de Zara en Buenos Aires, para sus líneas de ropa más económica, hoy manejan precios un 130% más elevados. 

¿Por qué es tan cara la ropa?

El debate sobre las causas por las cuales la ropa cuesta tanto en la Argentina suele terminar en fuertes cruces de acusaciones entre los retailers y los fabricantes.

Estos últimos insisten en que la mayor parte del precio de un producto puesto en un estante de un shopping está explicado por costos comerciales y asociados al marketing y que apenas una pequeñísima fracción del total obedece a las distintas fases del proceso productivo.  

En este sentido, un reciente estudio de la Fundación ProTejer, entidad que nuclea a los principales fabricantes de indumentaria del país, reveló que: 

Apenas el 14% del valor final de una prenda de primera marca, como puede ser un jean, corresponde a costos de confección y materia prima

 Como contrapartida, otro 20% obedece a gastos de desarrollo de marca y ganancias de la compañía que comercializa el producto. 

• Un 40% se va en costos financieros y comerciales (como el alquiler del local y gastos de personal).

• Finalmente, cerca del 25% restante se explica por los impuestos.

Así las cosas, desde la entidad destacaron que por cada jean que se comercializa a $1.000, la industria solamente recibe $150. 

El resto, “está explicado por los altos costos asociados a la comercialización”, indicaron.  

En este contexto, los empresarios no ocultan su preocupación ante la posibilidad de que el Gobierno utilice a las importaciones de indumentaria como una forma de ponerle un corset a los altos precios, de los cuales –argumentan los fabricantes- no son responsables. 

Estadísticas del sector indican que, en lo que va del año, el ingreso de textiles, principalmente de indumentaria, marcó un fuerte crecimiento del 20% en términos de volumen. 

Este incremento, en un contexto en el que las ventas vienen en baja, implica una pérdida de terreno concreta para la producción nacional

Desde la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria pintaron un panorama difícil para la actividad: “No nos preguntamos si habrá caída en el consumo, porque eso ya lo asumimos y nos impactará. Lo que nos preguntamos ahora es hasta dónde llegará". 

En este sentido, agregaron que "habrá una baja del salario real, la gente destinará más dinero al pago de servicios y, por lo tanto, menos a otros consumos”.

Además, advirtieron "si la baja es de 12% pero crece la importación, habrá impacto en las ventas y en la producción y, entonces, caerán los puestos de trabajo".