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Así lo revelaron diferentes funcionarios de la ciudad donde se realizará el evento. Reconocen que se puede desembocar en una explosión social
27/04/2016 - 11:16hs

Faltan sólo cien días para el inicio de los Juegos Olímpicos, que se concretarán en el estado brasileño de Río de Janeiro.

Sin embargo, a cidade maravilhosa no transita el mejor momento. La ciudad se encuentra en bancarrota y sus autoridades reconocen que atraviesa una "situación calamitosa" que puede desembocar en una explosión social en vísperas del evento deportivo, que se espera para el 5 de agosto.

Una ciudad en donde viven 16,5 millones de personas -6,3 de ellos en su capital, Río de Janeiro-, el estado está "próximo a un colapso social", como admitió esta semana Leonardo Espíndola, un alto funcionario regional.

Región petrolera por excelencia de Brasil, Río se enriqueció durante años con los beneficios del crudo, pero la caída internacional de los precios -que pasaron de $s 110 por barril en 2014 a los u$s 40 barril- ha minado sus recursos. Una ley del Gobierno central que disminuyó las regalías de los estados productores de petróleo para repartirlas por igual entre todas las regiones provocó un agujero enorme en las finanzas.

El escándalo del "Petrolao" que salpica a funcionarios del Gobierno de Dilma Rousseff, dirigentes de la oposición y a algunas de las principales empresas del país, también golpea de cerca a la Ciudad. Esto es ya que muchas de las empresas involucradas en el escándalo de corrupción están ligadas a proyectos vinculados con infraestructuras de los Juegos Olímpicos. De acuerdo a la información que brindó la agencia Efe, con una nutrida nómina de compromisos de pago, las pérdidas del estado se acercan a los u$s 5000 millones anuales y su déficit supera los u$s 20.000 millones.

La mala gestión administrativa es otro de los factores que agravan el problema, según explican analistas locales que reamarcan que el gobierno regional no tuvo la previsión de crear un fondo de contingencia en épocas de "vacas gordas" para hacer frente a una eventual caída de sus beneficios petroleros.

La coyuntura es grave, admiten los funcionarios, que no pueden contar con el apoyo del Gobierno federal, en medio de la recesión económica que sacude a Brasil -con el mayor desplome en un cuarto de siglo- y la profunda crisis política que colocó a la presidenta Rousseff al borde del abismo.

En la mira de los sindicatos y los colectivos sociales, el gobernador de Río, Luiz Fernando Pezao, del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), es ahora uno de los principales rivales del Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff.

La administración regional realizó fuertes ajustes y dilatado el pago de salarios a sus funcionarios. Las consecuencias no se hicieron esperar: problemas en la atención sanitaria, en educación, seguridad y retrasos en los pagos de las prestaciones sociales, en especial a los jubilados. La gobernación decretó emergencia la pasada navidad y dejó sin aguinaldo a medio millón de trabajadores y pensionistas.

La situación empeoró drásticamente y, si bien el estado no es directamente responsable de la organización de los Juegos, es parte implicada y el "colapso" que reconocen sus autoridades puede impactar en los Juegos.

"Tal vez se avecine una situación en la que no haya combustible para los autos, nuestros hospitales atraviesan por extremas dificultades y nuestros funcionarios tienen salarios atrasados", decía Espíndola, mientras alertaba sobre los posibles riesgos en vísperas de los Juegos.

Los recortes en la atención sanitaria son una de las mayores preocupaciones de la población en medio del temor provocado por las epidemias de dengue, Zika y ahora también de gripe A. En las universidades, los alumnos encadenan protestas por los ajustes en sus becas, mientras más de 100.000 jubilados ven peligrar sus prestaciones.

Otro de los problemas de los brasileros pasa por la seguridad. Un ajuste en los salarios de la Policía se tradujo en un recorte de su jornada laboral, lo que empieza a tener efectos en las zonas más conflictivas, en especial en las favelas, donde en los últimos meses se ha detectado un aumento de la violencia.

Un escenario poco prometedor para unos Juegos que necesitaron de inversiones millonarias de las distintas administraciones -federal, regional y local-, con compromisos de obras de calado que ahora pueden quedar en el aire, como el metro que uniría la turística zona sur de Río de Janeiro con Barra de Tijuca, donde se ubica el Parque Olímpico, y que es responsabilidad de la Gobernación.

Además pocos apuestan a que la esperada llegada masiva de turistas durante los Olímpicos permita equilibrar las cuentas. "La situación es crítica", resumió el secretario regional de Hacienda.