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El segundo semestre, ¿existe?: se acerca la fecha prometida de Macri y se percibe descreimiento
15/05/2016 - 10:22hs

"El segundo semestre son los padres", decía un irónico comentario publicado en Twitter, que se viralizó rápidamente en la red. 

"El 1° de julio, para recibir al segundo semestre, vamos todos al obelisco", expresaba otra persona, que optó por tomarse con buen humor la actual situación económica del país.

Frases de este tipo, que se multiplican en la web, sintetizan el estado de ánimo que predomina no sólo en buena parte de la sociedad. También entre las empresas, analistas y en el ámbito político.

Sucede que a medida que avanza el calendario se acrecientan las dudas sobre la casi "mágica" resolución de problemas que llegará apenas se inicie la segunda mitad del año.

Por lo pronto, las expectativas positivas que se han generado se transformaron en el mayor riesgo político para Mauricio Macri.

En su ansiedad por hacer más tolerable el ajuste fiscal y por comunicar que las medidas impopulares tomadas fueron necesarias para una recuperación sana de la economía, el Gobierno acumuló promesas sobre mejoras que se observarán en el inicio del segundo semestre. 

El problema es que si esos síntomas de mejora se demoran en llegar, se generará un efecto boomerang que le terminará restando apoyo a la administración macrista.

De acuerdo con la previsión oficial, a partir de julio la inflación debería iniciar un camino fuertemente descendente para finalizar el año en torno del 25% anual. 

Por cierto, esta meta hoy día luce casi imposible, habida cuenta de que sólo el primer cuatrimestre ya acumuló una suba del 17%. 

También, a partir de julio, desde el Gobierno aseguran que se frenará la ola de despidos, tanto en el Estado como en el sector privado

De hecho, bajo ese argumento el ministro de la Producción, Francisco Cabrera, defendió el texto del documento por el que las principales empresas se comprometieron a no cesantear personal durante tres meses y no seis, tal como pedían los líderes sindicales.

A fin de cuentas, los propios directivos de compañías alegan que ese acuerdo no sólo no tiene fuerza legal sino que tampoco implica cambio alguno en sus planes.

Off the record, señalan que la rúbrica se trató de un gesto político. En esa tónica, poco habría costado que en lugar de decir "90 días" se hubiese establecido el período de un año. 

Claro que ese cambio habría ido en contra de la idea que el Gobierno quiere instalar. Concretamente, que lo que se está viviendo hoy día es una emergencia de corto plazo y que todo cambiará a partir del ansiado arranque del segundo semestre. 

De hecho, a los pocos días de haberse firmado el pacto, gremios salieron a denunciar que algunas empresas ya incumplieron su promesas

Según la versión oficial, es también a partir de julio que se producirá la postergada y prometida "lluvia de dólares" por parte de inversores extranjeros como también de ahorristas locales que llevaron sus ahorros al exterior o a las cajas de seguridad de los bancos. 

En paralelo, el Ejecutivo también se ocupó de generar fuertes expectativas respecto del nivel de actividad, que debería comenzar a expandirse a partir de ese mismo momento. 

"Estamos convencidos de que en el segundo semestre la economía pegará la vuelta y empezará a crecer a tasas que nos van a sorprender a todos", reiteró por enésima vez el viceministro de Hacienda, Pedro Lacoste, al presentar el programa financiero del año.

Además, recalcó que la inflación "va a bajar muy fuertemente" y hasta le hizo una advertencia a los empresarios: "Creemos que ya no hay excusas para volver a la inversión directa".

Antes, en una reunión en la residencia de Olivos, el propio presidente Macri, ante la "crema" del empresariado local, les había reclamado más decisión a los directivos de las compañías para que "pongan primera y arranquen".

Dudas sobre el ansiado reboteLo que el Gobierno no logra ocultar es que cuanto más se acerca la fecha crucial, mayores son los síntomas de descreimiento.

Esa insistencia y los mensajes entrelíneas develan cuál es el sentir de los funcionarios: creen que, a pesar de haber realizado en tiempo récord una serie de reformas exigidas por el mercado, los empresarios no están cumpliendo con su parte.

El dicho que circula entre los directivos de compañías es que la gran diferencia entre el macrismo y el kirchnerismo es que durante la gestión de CFK salían "con caras largas" de las reuniones con funcionarios pero luego invertían para expandir sus negocios

Ahora, en cambio, todos aplauden a los ministros y se van con sonrisas, pero nadie arriesga un peso, en un contexto signado por una economía fría y desplome del consumo.

A un mes y medio de que comience el ansiado segundo semestre, los indicadores económicos siguen siendo malos

-La industria en marzo volvió a retroceder (cayó 1,8% en la comparación anual). 
-Las ventas minoristas descendieron un impactante 5,8% en relación con el año anterior que, de por sí había sido flojo, según datos de CAME.
Pero, lo peor de todo, es que este frío escenario se da en un contexto de alta inflación. 
Después del récord de abril (7%), que marcó el nivel más alto en 14 años, se creía que empezaría a notarse un enfriamiento en los precios. Sin embargo, el índice no afloja. 
Así como antes el justificativo fue el tarifazo, ahora lo es la suba de las naftas, los ajustes en medicina prepaga y la suba en los costos de la vivienda. Por lo pronto, habrá que esperar entonces a junio para que lleguen las buenas noticias.
Los problemas no terminan allí: cada vez son más los economistas -incluso los que ven con simpatía al Gobierno- que ponen en duda el optimismo del ministro Alfonso Prat Gay sobre la marcha de la inflación.
Uno de ellos es Miguel Ángel Broda, quien señala que el índice de precios quedará en niveles similares a los que se le criticaban al kirchnerismo, aun cuando el equipo económico tuviera razón con la baja abrupta que anticipa de cara a los próximos meses.
Añade que resulta difícil pensar que a fin de año la medición sea menor al 35 por ciento.
Pero la mayor crítica que hace el influyente Broda no es a la velocidad con la que bajaría la inflación sino al método. Considera que "falta un plan integral" y una mayor decisión para atacar el déficit fiscal.
Es una opinión compartida por muchos expertos que han realizado advertencias inquietantes
Por ejemplo, el ex ministro Ricardo López Murphy y el economista jefe de FIEL, Daniel Artana, quienes afirman que insistir en querer resolver problemas que tienen su origen en el  gasto público apelando a un "cierre de la canilla" monetaria, conlleva el riesgo de un aumento del desempleo
En otras palabras, que el costo de bajar la inflación será el de profundizar aun más la recesión.
En tanto, Eduardo Levy Yeyati, director de Elypsis, pronostica que difícilmente el índice mensual baje de un nivel de 2%, porque incluso los planes oficiales de reactivación mediante obras de infraestructura llevarán a que los precios se recalienten.
Su consultora, una de las referentes a la hora de estimar este indicador, observó que en los primeros días de mayo la "inflación core" sigue mostrándose dura de bajar.
En una presentación pública, Levy Yeyati disparó directo contra una de las mayores esperanzas macristas: que tras el arreglo con los "fondos buitre" se produzca la masiva llegada de dólares de inversores. 
El economista calificó esa idea como "naif".  "La inversión tiene que ver con que la demanda de bienes y servicios deje de caer". 
"El Gobierno implementa planes de infraestructura. El riesgo es que faltan empresas locales que se animen", afirma.
Operativo buenas noticias
A la espera de que la economía mejore, el Gobierno se ha fijado como prioridad trabajar sobre el humor social para tratar de instalar la idea de que "lo peor ya pasó".
Hasta ahora, ha tenido poco éxito en esa tarea. De hecho, el FMI contradijo la proyección oficial de un crecimiento del PBI para este año y anticipa que recién a partir de 2017 comenzará a notarse la parte buena de las reformas.
Con la preocupación adicional de la ley de doble indemnización por despido, el presidente Macri se ha tomado en serio su campaña por transmitir buenas noticias
Por recomendación de sus asesores, no usa la cadena nacional como lo hacía Cristina Kirchner, pero trata de hacer anuncios de inversión cada vez que puede.
El tono no difiere tanto del que usaba la ex mandataria, cuando decía que tenía que comunicar las buenas noticias en cadena oficial para así contrarrestar "la cadena del desánimo y la mala onda".
Hace algunos días, mientras el Senado trataba la polémica ley de emergencia laboral, estuvo en un acto de la empresa de software Globant, que presentó un plan de inversiones por unos u$s80 millones. 
Antes, el mismo día en el que se confirmaba en la Justicia estadounidense el acuerdo con los "fondos buitre", Macri estuvo en la planta de Bridgestone, donde se anunció un desembolso por u$s190 millones.
También fue celebrado en el Gobierno el lanzamiento del modelo Cruze de General Motors, que se fabricará en la Argentina y se comercializará a nivel mundial. 
Este, que es uno de los mayores proyectos de la automotriz estadounidense en muchos años, cayó con "timing" perfecto, justo cuando parecía que desde esta industria sólo podían llegar noticias de suspensiones de personal.
Acaso el anuncio con más sabor a revancha ocurrirá en los próximos días, cuando la brasileña Vale do Río Doce, una de las mayores mineras del mundo (que por el "cepo" había suspendido un mega-proyecto en Mendoza) oficialice el reinicio de obras. 
Será un proyecto de u$s1.500 millones que empleará en forma directa a 6.000 personas. 
También, como para contrarrestar la acusación de que el ajuste fiscal vino a ponerle fin a la política de "Estado presente" del kirchnerismo, el Gobierno tuvo sus anuncios de obra pública.
Entre ellos, el plan hídrico por u$s1.000 millones en la provincia de Buenos Aires o el plan nacional de viviendas por u$s6.800 millones.
Presión sobre la ortodoxia monetaria
Está claro que todos estos proyectos empezarán a ser palpables en el mediano plazo. En tanto, ya con junio a la vista, el Gobierno necesita mostrar cambios urgentes.
Y uno de los temas más polémicos consiste en que el propio Banco Central no parece muy entusiasmado con las promesas de mejoras. 
Cuando todo el mercado esperaba señales contundentes de caídas de tasas de interés, Federico Sturzenegger sigue aferrado a su política de "aspirar" pesos  a un elevado 37,5%.
Y, más inquietante para muchos, es que cada vez hay más señales de que el Gobierno se siente cómodo recurriendo al dólar como ancla inflacionaria, generando un incipiente neo-retraso cambiario.
Es fuerte la presión sobre Sturzenegger -incluso desde el propio Gobierno- para abaratar el costo del dinero. Sin embargo, el funcionario anticipó que recién cambiará su postura cuando vea que la inflación empiece a bajar
Las críticas, mientras tanto, dejan de ser susurradas y se expresan en una voz cada vez más alta.
A la hora de la verdad, las buenas noticias no alcanzan para invertir y pagar sueldos. Y, mal que le pese al macrismo, los empresarios además están pidiendo más pesos en la calle.