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El ex director de la CNV y actual director de Del, Eduardo Hecker, analizó el efecto que tendrá localmente la salida de Gran Bretaña de la UE 
30/06/2016 - 20:33hs

Con el telón de fondo de la crisis económica mundial iniciada en 2008 y que tuvo su epicentro en los países más desarrollados, Gran Bretaña votó en un referéndum por la salida de la Unión Europea.

Recién en los últimos meses los países de la UE comenzaron a aplicar políticas más firmes para salir de la recesión, particularmente por medio de la expansión monetaria comandada por el Banco Central Europeo que convive con las recetas que han hecho hincapié en el ajuste fiscal que llevaron a países como Grecia, Portugal, España, Irlanda o Italia a atravesar etapas de contracción de sus economías y al aumento de la tasa de desempleo. Sin embargo, salvo en el caso de Alemania y en menor medida de Francia todavía predomina el clima de estancamiento y de falta de expectativas sólidas de recuperación de la economía y del empleo.

Además, la crisis económica, política y laboral, unida a conflictos religiosos en países de Europa del Este, del Medio Oriente y del Norte de África incrementaron notablemente los flujos migratorios hacia muchos países de la UE alimentando en estos últimos los reflejos xenófobos y racistas.

Si bien es prematuro sacar conclusiones definitivas sobre los efectos de la votación –más aún teniendo en cuenta que el proceso de salida de Gran Bretaña de la UE puede demandar un tiempo- ya se pueden advertir las primeras reacciones y algunas consecuencias para el corto y mediano plazo.

La primera reacción, junto con la sorpresa, fue naturalmente la gran caída de todas las Bolsas del mundo porque en condiciones de incertidumbre el capital financiero desarma las posiciones que podrían estar sometidas a riesgos a gran velocidad.

En el corto plazo, empiezan a verse fuertes opiniones en Escocia e Irlanda del Norte –que votaron por quedarse en la UE- por separarse del Reino Unido y mantener su integración a Europa.

En el corto y mediano plazo también se puede mencionar el fortalecimiento los movimientos nacionalistas y de la derecha europea que intentarán, probablemente, extender conceptualmente esta votación a otros países también aquejados por la falta de puestos de trabajo y por la crisis económica. Tales son los casos del Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, la Liga del Norte y el movimiento 5 Estrellas en Italia y de partidos afines en Holanda y Austria, entre otros. En casi todos los casos tienen hoy un caudal electoral importante, impensable pocos años atrás; de hecho en Austria el partido de la derecha nacionalista estuvo cerca de obtener recientemente el triunfo electoral.

Habrá que ver, en este contexto, si la Unión Europea logra sobrevivir tal como hoy la conocemos. Desde el fin de la segunda guerra mundial en 1945 Europa logró atravesar el período sin guerras más extendido de los últimos 500 años logro en el que la construcción regional tiene mucho que ver y que supera en mérito cualquier logro importante en materia económica que, por cierto hoy está lejos de poder exhibir.

La burocracia de la Troika (UE, BCE y FMI) no sólo no ha sido exitosa en diseñar un camino de salida de la crisis, sino que ha generado un enorme malestar, fundamentalmente en los países que peor la están pasando y algo de eso se manifestó, sin duda, en la elección británica.

Como se vio, la reacción del capital financiero internacional fue de manual”: el temor y la incertidumbre frente a los nuevos riesgos hizo caer el valor de la capitalización bursátil en el orden de los cinco billones de dólares en una sola jornada. Paradójicamente la Bolsa de Londres no es de las que más cayó, pero sí lo hicieron otras como la de Madrid o París.

Tal vez sean los países que más necesitan de la ayuda europea los que enfrenten en el corto plazo las consecuencias negativas más importantes. Habrá que esperar un poco para ver si esta situación evoluciona a una del estilo del 2008, en principio podría decirse que, en ausencia de otros movimientos, no; pero pueden producirse grandes turbulencias en el sector bancario europeo y en los mercados de capitales que, dada su significación planetaria, podrían expandirse al conjunto de las economías.

Para la Argentina lo sucedido en Gran Bretaña no parece ser una buena noticia. El “vuelo a la calidad “del capital financiero podría traer aparejados algunos fenómenos desfavorables. Por un lado, el fortalecimiento del dólar tendrá un impacto negativo en el precio de los commodities. También el yen podría resultar fortalecido lo que podría tener consecuencias negativas en las economías del sudeste asiático y en particular en China regiones importantes como destino de las exportaciones argentinas.

Además, el sector bancario europeo ya estaba atravesando una situación complicada derivada de la crisis financiera de 2008, enfrentando un escenario de tasas de interés negativas para sus excesos de liquidez y la falta de dinamismo económico que impacta negativamente en aquellos que poseen una abultada cartera de créditos incobrables o en mora.

El Brexit no sólo puede atrasar la recuperación, sino que ya se vio el desplome de las acciones de muchos bancos importantes tales como el Barclays, Deutsche Bank, Credit Suisse, Paribas y UBS, entre otros. Nuevas regulaciones financieras que incrementen los requisitos de capital por razones prudenciales se podrían convertir en una de las causas de que se realicen menores inversiones de cartera en los países emergentes e, incluso, podrían acelerar el proceso de repatriación de utilidades hacia sus casas matrices. Esto, en el caso de la Argentina, podría tener un fuerte impacto dada la importancia de los bancos de capital europeo en nuestra economía.

Por otro lado, es muy probable que se encarezca el costo del financiamiento como consecuencia del temor de los fondos de inversión y la preferencia consecuente por inversiones más seguras.

En este sentido los que manejan las inversiones globales van a mirar no sólo los riesgos actuales, sino también los futuros ligados a la sustentabilidad económica, financiera y fiscal. En una intervención excesivamente optimista el ministro de Economía, Alfonso Prat-Gay ha dicho que en este contexto van a venir inversiones. Si eso sucede, y no es seguro que ocurra, se van a producir demoras. Pero además, si se encarece el crédito internacional la cuestión fiscal vuelve al primer nivel de importancia y los planes de reactivar la economía a través de una mayor obra pública financiada con endeudamiento se van a dilatar en el tiempo y el segundo semestre se va a alejar más, como los espejismos.

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