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Dato clave para el paí­s: ¿se divisa punto de inflexión en economí­a brasileña?

En el marco del ciclo "Ahora Brasil", desde la consultora Center Group trazan un análisis sobre las perspectivas para el principal socio comercial
28/07/2016 - 22:11hs
Dato clave para el paí­s: ¿se divisa punto de inflexión en economí­a brasileña?

A comienzo de este año, cuando el gobierno Dilma Rousseff presentó las cuentas en el Congreso, proyectó un superávit fiscal de 26.000 millones de reales (u$s8.000 millones en números redondos).

Un mes más tarde, cambió el ministro de Economía –salía Joaquin Levy y entraba Nelson Barbosa– y los números cambiaron de signo y expresión.

El “superávit” era en realidad un déficit de 96.000 millones de reales (u$s29.000 millones) y por ser un déficit que precisaba financiación y requería de autorización del Congreso. 

No haber pedido autorización del Congreso y haber maquillado las cuentas publicas la había colocado frente al juicio político. De modo que sólo podía tener ese déficit si el Congreso le daba el aval….y no se lo dio.

Durante cuatro meses, la aprobación de la pauta del déficit quedó en los pasillos del Congreso hasta que Dilma fue suspendida, asumió interinamente Temer y cambió el equipo económico.

Este nuevo equipo, liderado por Henrique Meirelles –ex presidente del Banco Central en el Gobierno de Lula– trabajó para la ponderación de un déficit más real y volvió a presentar un nuevo escenario para las cuentas públicas: déficit 170.000 millones de reales (u$s51.500 millones).

El congreso aprobó este déficit en apenas una semana (leyó bien) cuando había demorado cuatro meses para siquiera tratar el tema del déficit fiscal de Dilma.

Y todo cambió

La Confederación Nacional de la Industria –CNI– de la que forma parte la poderosa Federación de Industrias del Estado de San Pablo –FIESP-, le dio el visto bueno a la nueva política económica de Brasil.

Temer cambió al presidente del Banco Central: fue nombrado Illan Goldfajn en lugar de Alexandre Tombini, quien avisó al mercado que se concentraría en el control de la inflación y no haría de la entidad una herramienta para “el control artificial del tipo de cambio”

Meirelles le mostró al Congreso y al mercado que no se trataba de un Gobierno interino y proyectó un déficit de 140.000 millones de reales (u$s42.000 M) para el 2018.

Las cuentas públicas estarían equilibradas para el próximo gobierno (Gobierno que tranquilamente puede ser conducido por el propio Meirelles, que podría tener aspiraciones presidenciales) 

Los resultados positivos no demoraron:

El dólar bajó 5% desde que la asunción de Temer (de R$3,45 a R$ 3,28), pero considerando el valor desde la implementación del juicio político y dándose por segura la salida de Dilma, la moneda americana perdió el 20% (de R$4,10 a R$3,28).

La previsión para este año es que termine entre R$3,20 y R$3,30, de no mediar ningún factor exógeno no previsible en el mundo (ataque terrorista o triunfo de Trump en Estados Unidos, por ejemplo).

La bolsa de valores subió el 8% desde que Temer asumió la presidencia y recuperó 30% en lo que va del año (con la perspectiva de que Dilma saldría del Gobierno). 

Desde que Temer asumió, las empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de San Pablo aumentaron su valor en 131.000 millones de reales (u$s40.000 M), Petrobras, en tanto, aumentó su valor en 19.000 millones de reales (u$s6.000 M)

Además, después de 40 meses, subió la confianza del empresario. Paralelamente, después de 15 meses dejó de caer el PBI

Después de cuatro años, el Fondo Monetario Internacional revirtió sus proyecciones siempre negativas para estimar que Brasil decrecería menos que en la proyección anterior: de –3,8% pasó a -3,3% para este 2016.

Las proyecciones para el año próximo se sitúan en un crecimiento de 0,5%. Sin embargo, analistas de los principales bancos ya hablan de un crecimiento mínimo del 1,1%. 

La inflación ya da muestras de que está retrocediendo y debe finalizar el 2016 en 7,1% para regresar a la meta de inflación el año próximo (proyección del 5,7%).

La tasa de interés, a partir de la confirmación de la retracción del índice de inflación, debe comenzar a bajar y estimamos que será en la reunión del COPOM –Comité de Política Monetaria– de octubre. Las proyecciones estiman que debe pasar de los actuales 14,25% a 13,75% o 13,50%.

Sólo falta la confirmación de un freno en el indicador de desempleo.

Si la población brasileña siente que no corre el riesgo de ser despedido, volverá a consumir.

Las empresas precisarán producir más y, para ello, comprarán más insumos, volverán a invertir y volverán a contratar y así el círculo virtuoso de la economía volverá a ponerse en marcha.

Es notorio que la actividad económica está cayendo mucho más lento y llegando en breve al punto de inflexión que marcará el regreso de las tasas positivas. 

Este punto de inflexión lo visualizamos en el último trimestre (tal vez un mes antes que eso). 

El año 2017 puede ser el inicio de un nuevo Brasil, pero para ello aún se debe superar la realización de los juegos olímpicos y sobre todo, el final de juicio político contra Dilma Rousseff, que debe terminarse a fines de agosto (principio de setiembre como máximo)

Es perceptible que el Brasil de hoy no es el mismo Brasil que el del gobierno anterior, pero es más perceptible aun que el Brasil de 2017 será un Brasil mucho mejor que el actual escenario

Esto será bueno para los brasileños, para la región y, sobre todo, para las empresas argentinas que tendrán un aumento en la demanda de productos por el crecimiento de la economía del principal socio.

Claro, nunca la solución para una empresa está sólo en el crecimiento de la demanda, ya que si no cuidamos de la oferta, esta mejora puede ser aprovechado por otros proveedores.

Por eso, hay mucho en qué trabajar. 

(*) Gustavo Segré y Germán Segré son socios directores de Center Group y profesores de la Universidad Paulista.

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