En momentos en que el Gobierno sufre por los embates de la oposición (y de los jueces) por la política tarifaria, en algunos despachos oficiales se vive un clima de entusiasmo.
Y no precisamente por el desenlace que puedan tener los valores de la energía, sino por lo que sería el primer "brote verde" que ofrece la economía desde que Mauricio Macri asumió como Presidente.
Por cierto, es un brote verde que se saborea de una manera muy particular: por fin la inflación empieza a bajar con fuerza.
Los datos que ilusionan a los funcionarios indican que, al terminar agosto, el índice de precios se alinearía con las expectativas que el propio Gobierno tenía para algunos meses atrás, pero que habían quedado lejos de cumplirse, con el consiguiente costo en cuanto a credibilidad.
Hay dos aspectos centrales que llevan alegría a los funcionarios y al propio Macri, en plena época de “mala onda” por las idas y venidas del tarifazo:
-De acuerdo con las mediciones de los principales economistas, el índice de este mes pasará a ubicarse por debajo del 2%. La mayoría estima una inflación mensual de entre 1,5% y 1,8%.
-Pero también hay algunos informes decididamente más optimistas. Entre los propios funcionarios, incluso, sorprendió una medición de Elypsis, la influyente consultora dirigida por el tándem Eduardo Levy Yeyati y Luciano Cohan, que registró una suba de apenas 1% en las últimas cuatro semanas.
Elypsis es una de las firmas más respetadas entre sus colegas a la hora de hablar sobre inflación, ya que mide la evolución de más de 300.000 precios semanalmente.
Ante la consulta de iProfesional sobre si hay chances de que en este mismo agosto el índice termine siendo del orden del 1%, Cohan desestima esa posibilidad.
Sin embargó, aporta un par de datos clave: “En las últimas semanas hemos venido notando que se redujo el ritmo de suba de varios precios que antes venían creciendo al 3% o al 5% mensual”.
En segundo lugar, remarca que incluso “hay varios rubros que muestran caídas, como turismo -por una cuestión estacional-, frutas, verduras, algunos productos frescos y electrodomésticos”.
Según sus proyecciones, la inflación de agosto descendería a un nivel de entre 1,5% y 1,7%, dando lugar a pensar que la tendencia es hacia la desaceleración.
Por cierto, la estimación de Cohan es compartida por otras consultoras, entre ellas la del influyente Miguel Bein, que prevé un cierre para el octavo mes de entre 1,5% y 1,8%.
En el mismo nivel se encuadra la consultora Analytica, comandada por el economista Rodrigo Álvarez.
Atento a la moderación inflacionaria, el Banco Central acaba de reducir, una vez más, la tasa de referencia (Lebac a 35 días) al 29,25% anual. Es decir, medio punto por debajo de la semana anterior.
La autoridad monetaria justificó su nuevo recorte en el enfriamiento observado en las mediciones correspondientes a la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza.
El BCRA prestó especial atención a la baja en el ritmo alcista de los precios mayoristas y en los costos de la construcción.
La caída simultánea de inflación y tasas ha sido una de las pocas (pero muy esperada) buenas noticias para un equipo económico que viene sufriendo por la lentitud de resultados en un escenario recesivo.
Es verdad que tras haber tocado casi un 7% en abril y más de 4% en mayo no resulta difícil mostrar una caída.
Pero también es cierto que para el Gobierno es todo un logro que las conversaciones sobre inflación empiecen con la cifra "uno", algo impensado hasta hace pocas semanas.
¿De quién es el mérito?
Lo que todavía es materia de debate es si estas señales positivas deben interpretarse como un permiso anticipado para el festejo definitivo.
Por lo pronto, está la duda sobre si este proceso va a ser sostenible o si, por el contrario, existe el riesgo de un rebote en el corto plazo (por ejemplo, si el Gobierno no logra achicar el agujero fiscal).
Pero, más allá de ello, una de las cuestiones refiere a ubicar a los responsables de la actual desaceleración.
¿Es gracias al efecto de la política monetaria contractiva, enarbolada por Federico Sturzenegger desde el Banco Central? ¿O, más bien, hay que adjudicársela a la recesión imperante desde el inicio del año?
También están quienes sospechan que el principal motivo es el dólar planchado, como en tantas otras situaciones históricas.
De hecho, algunos especialistas observan que los meses de volatilidad del tipo de cambio coincidieron con el recalentamiento de la inflación, como en febrero y marzo.
De manera que el debate está lejos de terminar por el sólo hecho de las buenas cifras consignadas en estas últimas semanas.
Recientemente, el economista Miguel Kiguel (a quien no se le puede achacar el rol de opositor a la actual gestión) dijo que la inflación estaba "desbocada".
¿Qué cambió de manera tan repentina? ¿Es sostenible esta desaceleración o la realidad le terminará dando la razón a este analista?
"Acá hay un combo que está jugando a favor de un índice más bajo: recesión, dólar planchado y el hecho de que hayan terminado los ajustes en las tarifas", asegura Cohan.
En la misma dirección, Rodrigo Álvarez, economista jefe de Analytica, pone la lupa sobre el fin de los "efectos contagio" del dólar y tarifas.
A la hora de "rankear" los méritos, le asigna más importancia a esos factores que a la contracción monetaria de Sturzenegger.