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A los 13 años, José Auletta comenzó a trabajar en una escribanía. Hoy, después de jubilado, sigue prestando tareas ad honórem  
22/08/2016 - 21:08hs

José Auletta, comenzó a trabajar en una escribanía a sus 13 años cuando corría el año 1938. Hoy, 78 años después, sigue manteniendo el mismo empleo. 

Con los años la escribanía cambió de titular y de domicilio varias veces, pero lo único que no cambió fue José.

"Si no vengo a trabajar, ¿qué voy a hacer? ¿Jugar a las bochas? ¡No!", se ríe José, de 91 años e impecable traje de franela gris. Dice que no le gustan los fines de semana, se queja de la profusión de feriados y fines de semana largos y reconoce sin vueltas: "Si dejo de venir me muero". Aunque desde que se jubiló trabaja ad honórem.

Sólo una vez se tomó un mes completo de vacaciones. Fue en 1972, cuando recorrió Europa con su mujer. Pero aparte de esa excepción, siempre prefirió las escapadas de fin de semana a Sierra de la Ventana. Tiene cuatro nietos y siete bisnietos.

José se levanta todos los días a las 4, toma el colectivo 292 desde Villa Madero -donde vive con su hijo- hasta Flores, y después el 86 hasta la escribanía, en Hipólito Yrigoyen al 800, en Monserrat. Trabaja de 6.40 a 15, de lunes a viernes.

A los 13 años ingresó en la escribanía de Ricardo España Solá, de la cual era adscripto el escribano Jorge Alberto Bollini, con quien comenzó a trabajar en 1951, cuando España Solá dejó la escribanía. Hoy trabaja con la nieta de Jorge, Alejandra Vidal Bollini, que sucedió a su abuelo.

"Tiene una vista clínica", explica con admiración Vidal Bollini, titular del registro 1693. La principal tarea de José siempre fue revisar las minutas de inscripción para el ingreso en el registro de la propiedad. "Antes de imprimir una escritura, dénmela a mí para que la revise", insiste siempre José, que en el 80% de los casos, según sus compañeros, descubre cosas que corregir.

José no tiene teléfono celular ni computadora. Escribe a mano o en una antigua máquina de escribir. Después de completar la escuela primaria se dedicó a trabajar.

Según Vidal Bollini, José aporta dos grandes cualidades: "Experiencia y un ojo clínico infalible". Agrega que conoce todos los secretos y rincones de la escribanía y destaca la inagotable pasión que demuestra por el notariado.

"El trabajo fuerte empezó cuando, en 1948, se sancionó la ley de propiedad horizontal", recuerda José en diálogo con La Nación. 

En 1951 el gobierno le exigió que se afiliara al peronismo para poder ingresar en las reparticiones públicas, que visitaba todos los días. "Pero dije ¡no!", subraya con un además tajante de la mano, y agrega que a partir de entonces comenzó a trabajar puertas adentro de la escribanía.

Con frecuencia, a los jóvenes de ahora José les ve poca pasta para la profesión: "Éste no va... No se recibe más de escribano", se le oye mascullar con escepticismo cuando ve que se pasan el tiempo leyendo un suplemento deportivo o revisando el WhatsApp.

"Muchos pasantes que hemos contratado demuestran poca predisposición por aprender. Se perdieron la pasión por la profesión y las ganas de progresar. Hoy muchos jóvenes se aburren enseguida", se lamenta Vidal Bollini.