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Una serie de investigaciones sugiere que existe un vínculo entre la temperatura de la oficina y el rendimiento del trabajador    
24/08/2016 - 15:46hs

La única manera de lidiar con el calor en las oficinas es poner en temperatura mínima al aire acondicionado. Sin embargo, muchas veces esto lejos de ser una solución, resulta un problema.

Precisamente, una serie estudios marcó una relación entre la temperatura de un lugar de trabajo y la productividad del trabajador.

Si los empleados se enfrían, entonces, lo mismo sucederá con su producción.

Este problema se incrementa mucho más en el verano, cuando los edificios típicos de oficinas, reducen la temperatura de los equipos acondicionados al mínimo,  al mismo tiempo que los empleados se visten con ropa liviana.

"Dado que somos animales de sangre caliente, existe un rango óptimo de temperaturas para nosotros dentro de los edificios que nos permite sentirnos cómodos", dice Alan Hedge, director del Laboratorio de Factores Humanos y Ergonomía de la Universidad Cornell.

"El problema es que, en muchos edificios, la temperatura realmente no es compatible con la que sería cómoda para los seres humanos o con una temperatura efectiva que promueva la productividad".

Otro estudio, realizado en 2010 y publicado en la revista HVAC&R Research, Hedge y sus colaboradores calcularon la productividad supervisando las actividades que los empleados realizaban en su computador, considerando también la cantidad de errores que cometían al teclear.

En ese sentido, descubrieron que quienes estaban en oficinas con temperaturas bajo los 21°C produjeron notablemente menos -y posiblemente con más errores- que sus similares que gozaron de temperaturas más cálidas. Las diferencias fueron muy marcadas.

Aunque el número de pulsaciones de teclas que una persona realiza es una medida un tanto imprecisa respecto a la productividad, los trabajadores en una oficina con 26°C produjeron más del doble que cualquiera de los otros que trabajaron en un ambiente a 21°C.

De hecho, la productividad creció entre junto con la temperatura en forma lineal antes de estancarse sobre los 21°C y volver a bajar cerca de los 26°C.

"Cuando las personas sienten frío, pasarán más tiempo intentando sentir más calor, haciendo cosas como frotarse las manos o moverse por la oficina", dijo Hedge. "Estas acciones no son malas, pero desenfocan del trabajo. El frío es distractor".

Una de las soluciones que se presenta ante este problema es Comfy, una aplicación que pretende otorgarles a los oficinistas un control personalizado de la temperatura de sus áreas de trabajo, en vez de darle el control a la administración.

Y, si no se toma en cuenta la ineficiencia inherente en recalentar aire acondicionado, existe un número de calentadores de espacios pequeños diseñados para adaptarse a los cubículos.

Los modelos más pequeños de marcas como Lasko y Tornado son lo suficientemente minúsculos para evadir la supervisión de las estrictas normas de la oficina referentes a los aparatos de uso personal.

Otra de las soluciones propuestas por Hedge también sugiere cubrir partes del cuerpo que son más sensibles al frío, como la parte posterior del cuello al igual que los tobillos y los codos descubiertos.

Si puede cambiar las sillas de la oficina, los asientos tapizados permiten que el cuerpo mantenga más calor que los modelos de malla ultrarrespirables.

De todos modos, el secreto para resolver este problema para siempre -más los impactos ambientales, en los costos, comodidad y productividad que conlleva- sería una idea que llega desde Japón: la campaña "Cool Biz", lanzada en el 2005, exige que las oficinas públicas operaran a temperaturas cercanas a 27,7°C.

En muchos casos ha sido un éxito, ahorrando dinero a las empresas, reduciendo las emisiones de CO2 e, incluso, impulsando la demanda por el vestuario denominado Cool Biz, diseñado para ayudar a los trabajadores a mantenerse cómodos en oficinas cálidas. Si la investigación es correcta, la iniciativa también ayudaría a que los empleados fueran más productivos.