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De nuevo, "dólar barato": la inflación ya se comió a la devaluación y ahoga al Made in Argentina
30/08/2016 - 11:58hs

El regreso del servicio de importaciones puerta a puerta” puso a la industria nacional en guardia. 

Referentes de cámaras vinculadas con ramas de actividad consideradas “sensibles”, como calzado, indumentaria y electrónica, aseguran que la estructura de costos que se manejan en el país no permite competir contra los salarios bajos que se pagan en otras naciones.

Uno a uno, los referentes de entidades advirtieron al Gobierno que cualquier nueva flexibilización de la competencia importada traerá como consecuencia la depredación de parte del entramado productivo

Desde el Gobierno, no tardaron en responder. Lejos de enviar un mensaje contemplativo y benevolente, desde el Palacio de Hacienda llevaron más preocupación a los empresarios cuando se les advirtió que tienen cuatro años para reconvertirse.

Ese será el plazo, según el ministro Alfonso Prat Gay, para “hacer dieta y gimnasia y prepararse porque luego tendrán que competir con el mundo".

Esa competencia fue una variable que, durante años, el kirchnerismo intentó controlar a través de un fuerte cerrojo importador, especialmente a medida que se fue agravando el problema del atraso cambiario.

La llegada del macrismo al poder hacía suponer que se iba a producir un “shock” de competitividad

Sucede que el Gobierno no sólo propició un sinceramiento del tipo de cambio, sino que también mejoró otras variables clave para el negocio exportador: quitó o bajó retenciones, facilitó la llegada de insumos, permitió el giro de divisas y eliminó los cupos de ventas al mundo en determinados productos. 

Sin embargo, el hecho de que el macrismo haya propiciado desde su llegada al poder una devaluación del 50% y así y todo los sectores sensibles hoy protesten contra el “puerta a puerta” -incluso cuando a los artículos traídos vía Correo Argentino se les aplica un impuesto del 50%-, deja a las claras que los problemas de competitividad estuvieron lejos de resolverse. Para peor, se agravaron. 

La principal razón que señalan tanto empresarios como economistas apunta en una dirección: la suba de costos que se dio en el plano doméstico y que ya neutralizó gran parte de la ganancia obtenida luego del repunte del billete verde.  

Según un informe de la Consultora Ledesma, tras el salto cambiario, hacia fines de 2015, la presión inflacionaria barrió de manera acelerada con gran parte de esa mejora

• En términos nominales, la devaluación acumulada desde fines de noviembre fue del 55%. 

• Sin embargo, en ese mismo lapso, la inflación a nivel local superó el 40%. 

• Como contrapartida, el índice de precios en los Estados Unidos fue de 1,3% en igual período. 

• Así las cosas, la mayor parte de esa devaluación nominal (55%) terminó licuándose.

• A punto tal que la depreciación, en términos reales, hoy día representa una mejora cambiaria de apenas 12%.  

• Según la consultora, más del 75% del salto del dólar terminó perdiéndose en manos de la inflación

Si se considera la relación con la canasta de monedas de los principales socios comerciales de la Argentina (incluyendo a Brasil, la Unión Europea, México, Chile China), el informe destaca que:

• La devaluación nominal promedio fue de casi 60% frente a los signos monetarios de estas naciones. 

• Sin embargo, en términos reales, sólo avanzó un 17%, también promedio. 

• En este caso, la mayor inflación doméstica respecto de estos otros países ya erosionó cerca del 70% del efecto devaluatorio.  

El siguiente cuadro muestra el impacto inicial del salto del dólar y cómo la suba de costos terminó devorándose la mayor parte de la mejora. 

El escenario que se vislumbra hoy se asemeja al cuadro que se presentaba en 2014. En enero de ese mismo año, el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, había propiciado una devaluación cuyos efectos sobre la competitividad quedaron anulados en octubre

“Ya no queda mucho margen para que el dólar siga abaratándose. La relación es apenas mejor que la de 2015 pero no está tan lejos con la que teníamos a fines de 2014. Si bien la inflación se desacelera, sigue en niveles elevados frente a la de nuestros socios comerciales”, indicó el economista Gabriel Caamaño Gómez, del Estudio Ledesma. 

“A este ritmo, vamos a arrancar 2017 con un valor de la divisa que, en términos reales, va a pegar fuerte no tanto por el lado de las presiones cambiarias, sino en el ritmo de actividad. Las empresas exportadoras van a tener más problemas de rentabilidad y las que operen en el mercado interno serán menos competitivas frente a las importaciones”, agregó el experto. 

Sufre el “Made in Argentina”

Según datos del INDEC, durante los siete primeros meses las exportaciones de bienes industriales cayeron 15% y perdieron tres puntos de participación en el total de ventas al mundo. 

Las siguientes cifras dan cuenta de la marcada preocupación que existe en el sector empresarial: 

• Los envíos a China se redujeron 60%.

• Las colocaciones hacia el resto de América latina se desplomaron un 22%. 

• Los envíos a Chile de bienes manufacturados se redujeron un 15%.

• En el caso de la Unión Europea, la baja fue del 8%.

“El principal problema que estamos teniendo es el inflacionario”, aseguró Horacio Moschetto, director de la Cámara de la Industria del Calzado (CIC). 

“Hoy tenemos serias dificultades para exportar, porque no podemos firmar un contrato a tres o cuatro años, es imposible congelar un valor. Esto está llevando a que estemos perdiendo mercados en el exterior”, disparó. 

Durante los siete primeros meses del año, según datos oficiales:

• Los envíos de calzados se desplomaron casi 40% en términos de divisas. 

• En el rubro textil, las exportaciones están un 30% por debajo de las de 2015. 

En diálogo con iProfesional, Marco Meloni, vicepresidente de Fundación ProTejer, aseguró que “hay varios factores que confluyen: hay sobrestock en el mundo, Brasil compra menos y la devaluación se vio contrarrestada por una suba de costos muy importante”. 

En el caso de los fabricantes de artículos de línea blanca, como lavarropas y heladeras, el salto del tipo de cambio todavía no se tradujo en la apertura de nuevos negocios en el exterior.

Seguimos sin poder exportar, como nos viene sucediendo en los últimos cinco años. Prácticamente no se realizaron envíos porque seguimos siendo poco atractivos frente a los equipos que llegan desde Brasil o China”, indicó el directivo de la cámara. 

La fuente, además, sañeló que empresas locales están realizando compras masivas de equipamiento en el exterior.

Quilmes, por ejemplo, trajo 10.000 exhibidores desde México. Arcor importó cientos de freezers para helados desde Chile, según información del Sistema MARIA, de la Aduana. Da bronca porque son equipos que fabricamos en la Argentina", aseguró el directivo. 

Desde la cámara de línea blanca aseguraron que en 2015, todo el sector llegó a producir 1 millón de heladeras.

La meta para este año, en plena contracción de la demanda, es alcanzar, cuanto menos, las 800.000 unidades. Desde esa actividad dan cuenta de un dato que suma preocupación: el nivel de capacidad ociosa ya es del 50%. 

La falta de competitividad también está pegando en el sector de los servicios

Mario Miceli, gerente de la Agrupación de Centros de Contacto, aseguró que “la situación es mala y tiende a agravarse”. 

“Hace un par de meses informábamos que había una amenaza concreta de que empresas argentinas dejen de contratar servicios de call center en el país para hacerlo en el exterior. Y esto ya está ocurriendo”, indicó. 

Compañías de rubros como telecomunicaciones, entretenimiento, automotriz y electrodomésticos, “están operando con empresas de Colombia, Perú o Paraguay. De hecho, el 20% de las exportaciones de servicios de Colombia son operaciones contratadas desde la Argentina”. 

Según Miceli, el problema básicamente es de costos: la hora a nivel local cuesta u$s22 frente a los u$s9 que vale en Paraguay o u$s14 de Perú

“En 2008 llegamos a emplear a 70.000 personas de manera directa y el 36% de ese total eran servicios para el exterior. Hoy, prácticamente no hay exportaciones y la devaluación no ayudó a mejorar la situación”, indicó el directivo. 

Algunas economías regionales, en tanto, siguen con algunos problemas para poder colocar su producción en mercados externos, dado que los costos de producción están muy ajustados respecto del precio internacional de algunos productos, como sucede con la fruta

Costos laborales, en la mira Lo que los analistas observan es que, en general, todos los sectores que son intensivos en el uso de mano de obra, como los anteriormente mencionados, son los que más problemas de competitividad están enfrentando

Alberto Schuster, director de la Unidad de Competitividad de la consultora Abeceb, aseguró que “las distorsiones de los precios relativos en la Argentina eran tan fenomenales que pretender lograr corregirlos todos sin que la inflación haya aumentado como lo hizo, era demasiado optimista”. 

Además, señaló que “la distorsión en costos laborales contra otras economías es tan grande que una mejora no se puede lograr de un día para el otro".

Fernando Baer, de la consultora Bconomics, aseguró que los costos laborales “son elevados en la Argentina y esto, ente otros factores, atenta contra el objetivo de impulsar flujos de inversión significativos”. 

“Con salarios en dólares que duplican a los de la región es muy difícil ser competitivos”, agregó. 

"Reconversión", la palabra temida

Ante este cuadro, los industriales piden más protección al Gobierno frente a lo que consideran “dúmping social”.

¿Qué significa esto? Según Meloni, “en China se pagan salarios miserables y casi no hay controles ambientales. Eso es competencia desleal”.

De hecho, la propia Unión Industrial Argentina anticipó su rechazo el reconocimiento de China como "economía de mercado" por parte de la Argentina. 

Mediante cartas a la canciller Susana Malcorra y a los ministros Marcos Peña, Cabrera y Prat Gay, la entidad fabril manifestó que avanzar aceleradamente en esa dirección, sin los debidos reparos, dejará expuesta a la producción nacional a la competencia de precios desleal". 

Para Caamaño Gómez, lo que está planteando el macrismo es un cambio de visión sobre el aparato productivo. 

“Si queremos fabricar remeras blancas básicas y pelearle a China, entonces va a ser imposible sin proteccionismo o sin salarios bajos en dólares”, indicó.  

En tanto, Schuster, de Abeceb, dio a entender que la mayoría de los sectores sensibles, que sobrevivieron y crecieron durante el kirchnerismo a fuerza de trabas, enfrentan una batalla que de movida está perdida. 

“El país tiene problemas de competitividad, como tiene todo el mundo. En Estados Unidos no hay producción local de textiles porque la han desplazado hacia los países asiáticos. En la Argentina, la substistencia de ciertas industrias, fundamentalmente de aquellas que producen artículos masivos, va a ser un problema”, aseguró. 

Frente a este cuadro, Schuster planteó que “habrá que cuidar a los sectores según las normas internacionales de la Organización Mundial del Comercio. Pero durante un tiempo, no se los puede cuidar durante toda la vida”. 

Así, el experto plantea la misma visión que tienen en el macrismo: apuntalar a sectores con competitividad natural y avanzar en la reconversión de aquellos que necesitan de un dólar muy alto o de un fuerte proteccionismo para sobrevivir

El polo tecnológico de Tierra del Fuego es testigo de este viento de cambio: a las empresas se les ordenó que se concentren únicamente en la producción de celulares, equipos de aire acondicionado y televisores LED y abandonen el ensamble de notebooks, tablets, microondas, equipos de audio y cámaras de fotos

Todo esto, en sintonía con el ultimátum que puso el ministro Prat Gay para que las industrias "vayan al gimnasio" y se preparen para "competir con el mundo". 

Claro que esta reconversión apunta al mediano y largo plazo. Ahora, lo que preocupa a los sectores más sensibles del “Made in Argentina” es cómo hacer frente a una competitividad cambiaria de la que, a poco de haberse devaluado, ya queda casi nada.