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Desde ese terroir clave de Valle de Uco, la bodega propone un ejemplar con carácter pero absolutamente bebible. Precio y características
15/10/2016 - 08:29hs

Recientemente, en diálogo con Vinos & Bodegas, el reconocido y respetado enólogo Alberto Antonini se refería a los vinos tintos de Gualtallary como ejemplares “impetuosos”, con la “personalidad de un volcán”.

Y la realidad es que, al comparar un vino de ese terroir con los nacidos en otras zonas de Uco, como Altamira, las diferencias se hacen bastante palpables. En Altamira, este referente habla de ejemplares más “elegantes y frágiles”.

Si bien hay características muy propias de cada terruño y se puede percibir cierta marca indeleble cuando los vinos son trabajados con una enología sensible, también es cierto que intentar resumir una región en un concepto es un desafío que presenta sus complejidades.

Enfocándose puntualmente en Gualtallary, en estos últimos dos años ha surgido una “raza” de vinos definidos por su acidez extrema, su frescura bordeando lo filoso y su pulso bien tenso, por el centro del paladar.

Lo bueno del vino es su capacidad constante de evolucionar y sorprender. Y lo riesgoso es cuando entra en una fase de confort. El vino vivió esa fase recientemente, cuando se avanzó con la maderización y la excesiva concentración, y tuvo el riesgo de volver a “commoditizarse” cuando muchas bodegas hicieron de la mordiente acidez un dogma de fe.

Esa frescura (algunos la llaman mineralidad) llevada al extremo de golpe pareció una hoja de calcar sobre la cual se iban produciendo muchos nuevos vinos. Todos ellos absolutamente modernos. Pero en su afán de diferenciarse, muchos terminaron pareciéndose entre sí. 

Todo este prólogo tiene un fin: rescatar que, en forma paralela a ese mundo “moderno”, hay bodegas que también están decididas a hablar de Gualtallary y que si bien no están dispuestas a renunciar a las texturas polvorientas, a la concentración y a la frescura, se diferencian apostando por vinos para paladares universales. Con carácter, pero amables. Eso es lo importante.

Días atrás, Bodega Cadus (emplazada en Valle de Uco) presentó la línea “Appellation”, dentro de la cual se encuentra Cadus Gualtallary Appellation Malbec 2013, que llega al mercado a un precio sugerido de $350. 

¿Por qué es el vino destacado de la semana? Porque, sin artificios ni giros forzados, logra explorar el costado más amable de ese terroir, presentando un vino elegante y con muy buena estructura.

En nariz, premia con fruta roja y negra, toques de enebro, un recuerdo lejano a mina de lápiz y suaves especias dulces, resultado de una madera bien integrada. En boca es un vino bien balanceado en cuanto a volumen, sucrosidad y frescura. Tiene su esperado y clásico fluir por el centro del paladar, tiene cierta tensión, tiene una rica textura. Es cierto. Pero todo en dosis equilibradas.

Por eso, tras una “carrera armamentista” en pos de los vinos filosos, es grato encontrar nuevos vinos de Gualtallary pensados para paladares universales.

© Por Vinos & Bodegas

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