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Es una apuesta muy alta: si falla esta nueva tecnología, podría ser la señal del comienzo del final del reinado de Google sobre la vida de los usuarios
17/10/2016 - 15:11hs

Google es una de las compañías más valiosas en el mundo, pero su futuro, como el de todos los gigantes tecnológicos, tiene una amenaza que se alza.

La compañía de búsquedas gana, prácticamente, todo su dinero con los anuncios que se publican en la Web.

Sin embargo, ¿qué pasa con la máquina del efectivo si, al final, las búsquedas en la red se vuelven obsoletas?

En los teléfonos inteligentes, las aplicaciones suplantaron a la web. Y es posible que los aparatos conectados a Internet que pueden dominar en la siguiente era tecnológica, como los relojes inteligentes; los dispositivos auxiliares en el hogar, como el Echo de Amazon; o las máquinas de realidad virtual, como el Oculus Rift; no estén en la red y que ni siquiera tengan pantallas.

Ante esa posibilidad, Google trabaja en un arma para evitar su potencial irrelevancia.

Google recolectó vastos recursos financieros y de ingeniería en una colección de explotación de datos y sistemas de inteligencia artificial, desde el reconocimiento de voz hasta su traducción en una máquina en visión informática.

Google une estos avances en un producto nuevo, una tecnología cuyo objetivo último es algo parecido a la computadora que habla de Star Trek.

Es una apuesta muy alta: si falla esta nueva tecnología, podría ser la señal del comienzo del final del reinado de Google sobre la vida de los usuarios.

Sin embargo, si tiene éxito, Google podría conseguir una centralidad en la experiencia humana sin ningún producto tecnológico rival hasta ahora.

La compañía llama a su versión de esta máquina todo poderosa el "Asistente de Google".

Hoy se parece a otros auxiliares digitales que es probable que usted haya utilizado -cosas como Siri de Apple, Alexa de Amazon y Cortana de Microsoft.

Si el Asistente o algo parecido no despega, el status de Google como principal navegador de la vida digital podría ser desbancado por media docena de otros asistentes.

Usted podría interactuar con Alexa en su casa, con Siri en su teléfono y con el chatbot del Messenger de Facebook cuando anda en la calle.

El buscador de Google (por no mencionar a su sistema operativo Android, Chrome, Gmail, Mapas y otras propiedades) seguirían siendo populares y lucrativas, pero muchísimo menos de lo que son hoy.

Esa es la amenaza. Sin embargo, el Asistente también le presenta a Google una oportunidad deliciosa.

La computadora de Star Trek no es ninguna metáfora. La compañía cree que el aprendizaje de las máquinas avanzó al grado en el que ahora es posible construir un asistente predictivo, sabiondo, superútil y que converse, del tipo en el que confiaba el capitán Kirk para navegar entre las estrellas.

El Asistente, en la visión más fantástica de Google, siempre estaría cerca, dondequiera que usted se encuentre, en cualquier aparato que usted utilice, para manejar casi cualquier tarea informática.

Solo considere esta situación común: hoy, para reservar un viaje, por lo general, se tiene que ingresar a varios sitios de viajes, consultar el calendario, y coordinar con la familia y los colegas.

Si funciona el Asistente tan bien como espera Google, todo lo que se tendría que hacer sería decir: "Está bien, Google, necesito ir a Hong Kong la semana entrante. Hazte cargo de eso".

A partir de sus interacciones con ella al paso de los años, Google conocería sus hábitos, preferencias y presupuesto, y a sus amistades, familiares y colegas.

Con acceso a tantos datos y con la potencia informática para interpretarlo todo, lo más probable es que el Asistente pudiera manejar toda la tarea.

De no ser así, simplemente le pediría que llenara algunos huecos, en la forma en la que lo haría un asistente humano.

Las computadoras han hecho que las tareas cotidianas sean muchísimo más fáciles de realizar, pero todavía se requiere de un cierto nivel de participación humana, a veces molesto, para sacarles el mayor provecho.

El objetivo de largo plazo para el Asistente es eliminar todo este trabajo de relleno.

Esto llega a una dificultad más profunda. La compañía de búsquedas podrá tener una capacidad tecnológica para crear al asistente más inteligente que haya, pero no está del todo claro que tenga la destreza para crear al asistente más amigable, más encantador o más útil.

Google necesita darle en el clavo no solo a la inteligencia del Asistente, sino, también, a su personalidad; una nueva habilidad para Google, y una que sus incursiones pasadas en los programas informáticos sociales (de Google Plus, ¿alguien se acuerda?) no hablan muy bien de ella.

Y también está la discordancia entre las ambiciones y la realidad actual del Asistente.

Danny Sullivan, el editor fundador de Search Engine Land, un sitio de noticias sobre el sector, informó al diario estadounidense The New York Times que, hasta ahora, no había notado que el Asistente lo ayudara en alguna forma importante.

Sullivan tiene grandes esperanzas sobre el Asistente. Sería prematuro ver la tecnología hoy y desalentarse sobre su futuro, especialmente porque Google ve esto como un proyecto de muchos años y quizá hasta décadas. Y, especialmente, si su futuro depende de hacer esto bien.

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