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Andrés Rosberg: "Siempre desconfié de la gente que se atornilla a sus cargos"
11/11/2016 - 01:27hs

En una larga charla con iProfesional, Andrés Rosberg, quien dio vida y estuvo al frente de la Asociación Argentina de Sommeliers desde 2005, decidió que era el momento de concluir su gestión como presidente

El mandato de Rosberg terminará el mes próximo, en momentos en que se realice la asamblea anual de la entidad. 

En esta entrevista, Rosberg traza un balance sobre los complicados inicios, cuando la sommellerie no era reconocida en el país, hasta la concreción de un viejo anhelo: la realización del Mundial en Mendoza, "la frutilla del postre", como él mismo define. 

-¿Cuándo tomaste la decisión de no presentarte para un nuevo mandato al frente de la AAS? 

-Es una decisión que la venía madurando desde hace un tiempo. Fueron once años, mucho tiempo… Y es un trabajo ad honorem, te come tiempo de tu familia, lleva muchas horas. Yo voy a seguir formando parte de la comisión directiva de la AAS, pero como presidente me pareció que era importante predicar con el ejemplo. Siempre desconfié de la gente que se atornilla a los cargos y no quería convertirme en una de esas personas. Las asociaciones del mundo tienen un problema y es, justamente, el de la sucesión. Te encontrás con algunas entidades que son presididas por la misma persona durante 30 años y otras que, tras la renovación, pierden el rumbo. El tema de la sucesión es muy delicado.

Además, mi decisión personal llegó justo porque confluía con la decisión de Matías Prezioso, de presentarse para la presidencia. Matías es muy respetado en la industria, trabajó como sommelier en restaurantes, fue finalista en un concurso nacional, hace ocho años que viene laburando muchísimo. Tiene el perfil ideal, porque en este tipo de instituciones sin fines de lucro es difícil encontrar a alguien que, más allá de la capacidad, el talento y la trayectoria, tenga el tiempo y la dedicación. Por eso bueno y saludable que él y otros profesionales que llegan, tengan ese espacio en la AAS.

-¿Cómo viviste estos once años como presidente de la Asociación Argentina de Sommeliers? ¿Qué balance trazás? 

-Todo fue una gran montaña rusa, fueron años muy intensos y muy demandantes. Los inicios fueron difíciles. Basta decirte que al principio no había plata ni para pagar el café o la cuenta de luz, tenía que poner de mi bolsillo. Fue una construcción muy a pulmón, con mucho amor. Me acuerdo que gané por un voto en blanco y uno de los primeros desafíos que quería encarar era organizar el concurso Mejor Sommelier en el país. A los auspiciantes no les podía facturar porque no había plata ni siquiera para pagar los cambios de estatuto en la IGJ. Estuvimos como un año dando vueltas con esa burocracia.

Fueron comienzos difíciles, pero hoy hago un balance y veo que hay una enorme cantidad de objetivos que se han cumplido. Vengo de once años de gestión, organicé cinco concursos nacionales, un panamericano, además, he sido jurado o presidente de más de 20 concursos en el mundo. Y destaco especialmente el Concurso Mejor Sommelier del Mundo que llevamos adelante este año en Mendoza. Era una manera de irse en la cresta de la ola y por la puerta grande.

-¿Qué significado le asignás al Mundial y qué impacto tuvo en la sommellerie nacional? 

-Realmente fue la frutilla en el postre. Contamos con los mejores profesionales de todo el planeta en la Argentina. Incluso, algunos de ellos me confesaron que fue el mundial mejor organizado en la historia. Eso para mí, es motivo de orgullo. Y sin dudas fue fundamental para Mendoza y para el vino argentino en general. Yo siempre hago paralelismos entre el vino y la moda. Y es como si hubiésemos tenido a los editores de Vogue durante una semana. Tuvimos a los profesionales que arman las cartas de los mejores restaurantes y hoteles del planeta. Eso no tiene precio.

-¿Qué cambios experimentó la sommellerie en la Argentina en estos once años? 

-En el año 2005 había apenas 50 socios. Realmente éramos tres gatos locos. Recordá lo que era la sommellerie hace poco más de una década: todos nos miraban con cara de `¿y ustedes quiénes son?`. Eso cambió: hoy el sommelier es un actor clave de la vitivinicultura argentina y la industria lo sabe. Hoy somos más de 500 socios. Nos dimos cuenta de que la fantasía era realizable, que no estuvo mal soñar en grande. Creo que mi paso por la presidencia de la AAS fue una forma de devolverle a la sommellerie lo que la profesión y el mundo del vino me dio. Creo que en ese sentido he pagado razonablemente bien mis cuentas.

-¿Hacia el futuro, qué proyectos tenés? 

-Por lo pronto, soy vicepresidente para las Américas de la Asociación Internacional de Sommeliers y presidente de la Alianza Panamericana de Sommeliers. Ambos cargos los ocuparé por un año más. Y en este sentido todavía hay mucho por hacer. En el caso de la APAS, hay que seguir trabajando para psocionarla a nivel internacional, darle más volumen, que tenga más y mejores actividades para ayudar a hacer crecer a la sommellerie en la región. Es un gran desafío, porque la APAS está integrada por asociaciones de Canadá, México, República Dominicana, Venezuela, Colombia, Perú, Chile, Uruguay y Argentina.

Además, mi objetivo es profundizar la proyección internacional de la AAS para convertir a la Argentina en una capital de la sommellerie a nivel mundial. Recibir más profesionales del exterior para que se formen y se conviertan en embajadores del vino argentino, un poco lo que pasó en Francia. En ese sentido, me incorporaron en el comité técnico de la comisión que se encarga de organizar los concursos mundiales. Es la primera vez que hay un sommelier de América latina en el comité técnico. Esto para mí es relevante, porque el 80% de sus miembros fueron los mejores sommeliers del planeta. Es un club muy chico. Estar metidos en esta trastienda sin dudas va a ayudar a mejorar nuestra perforamnce en los próximos concursos.

© Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas iProfesional / [email protected]

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