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Su mala fama lo precede. Transformará la vida profesional de sus empleados en un infierno. Cuáles son las opciones para lidiar con esa gestión
15/11/2016 - 15:04hs

Muchas veces ocurre que en una oficina se rumorea sobre la potencial llegada de un nuevo jefe a quien su mala fama lo precede. 

Los empleados temen que suceda lo peor, y finalmente sucede. Todos lo reciben con cautela pero se denota el mal humor, y nadie sabe bien cómo soportar esa nueva etapa. 

Quien acaba de llegar no ayudará a nadie a desarrollarse desde el punto de vista profesional. No es un verdadero líder, ni un generador de espacios emocionales para liberar el talento. Pero es el jefe.

¿Cómo sobrevivir a la nueva gestión? Una primera opción es obviar la incompetencia y la toxicidad del nuevo superior.

Actuar con suma profesionalidad y tratar de brillar de todos modos. Lograr su confianza, no prometer aquello que no se puede cumplir.

También puedes tomar la iniciativa, sin esperar a que éste encargue una tarea. Ser proactivo; evitar ser aquel que ve un problema en cualquier asunto.

El nuevo mando tendrá necesidad de detectar quiénes son los eficaces, no solo en las grandes cuestiones, sino también en los pequeños detalles.

Pero tampoco es conveniente dar la imagen de que uno es capaz de resolverlo todo. Lo ideal sería descubrir que eres competente en un área determinada que el superior valora especialmente.

¿Qué sucede si chocan abiertamente y el conflicto es muy claro? Puede que la profesionalidad no sirva de nada, y que la actitud positiva choque con un jefe con el que se sabe de antemano que habrá un clima tóxico.

La opción más obvia es irse de la empresa. De no hacerlo, el talento quedará desaprovechado. En ese caso, lo mejor es hacerlo bien, dejar la puerta abierta a volver si cambian las circunstancias.

Para quienes no puedan cambiar de trabajo hay otras posibilidades menos agradables, que pueden ponerse en práctica: una de ellas es fingir, disimular y actuar, tratando de hacer lo que le agrada al jefe.

Otra opción es la simple resignación, asumiendo con calma esa nueva situación, con la esperanza de que el inútil se vaya o se deje de estar bajo su supervisión.

El grado de supervivencia de un mal jefe en su puesto puede ser muy alto. La esperanza es lo último que se pierde, pero quizá debas invertir mucho tiempo en la espera.

Escapar dentro de la propia empresa requiere tener ciertos contactos o un "padrino" que facilite la salida a otro departamento.

Un consejo más arriesgado y radical es pasar a la acción y tratar de influir para que ese jefe se vaya. En ese caso, serán necesarios los aliados. Y hay que tener en cuenta que esa opción puede incluir la posibilidad de desacreditarle, algo que podría dañar tu imagen.

Otra posibilidad es descubrir aspectos positivos en la convivencia profesional con ese mando tóxico.

"Sincericidio" o adulaciónSi se toma la decisión de decirle al jefe recién llegado todo lo que se piensa, será necesario tanto el valor como cierta prudencia.

Cualquier queja que emitas debe ser concreta y ha de tener un objetivo: que algo cambie. Todo arranque de sinceridad debe basarse siempre en hechos, y nunca en juicios o interpretaciones.

Si te atreves a decir lo que piensas debes ser asertivo. Esto implica la capacidad de decir lo que piensas, pero buscando la forma, la manera y el lugar.

Los expertos hablan del "vómito tóxico". Eso es justamente lo que se debe evitar.

Y quienes piensen lo contrario, que la mejor estrategia para tratar con un jefe tóxico e incompetente es la adulación, se equivocan, según el portal Gestión.

A largo plazo se perjudicará gravemente quien adapte esa modalidad. Ser demasiado dócil, o inofensivo, un parásito emocional que trabaja lo justo para agradar al jefe, lo llevará finalmente por un camino peligroso.

El adulador sufre una transformación que le conduce a ser cada vez menos profesional. Y termina por ser víctima de ese jefe al que trata de agradar falsamente.

Un mal jefe (uno bueno tampoco) no valora, ni respeta al adulador. Más bien lo usa como sustento de su ego, pero terminará abandonándolo.