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Desacople: la tasa se "despega" del nivel de inflación y ahora mira más al dólar y al crecimiento
30/11/2016 - 02:25hs

Son tiempos de revisión de planes para los funcionarios del equipo económico.

La ansiedad por empezar a mostrar una recuperación de la actividad, sumada a la cuota adicional de incertidumbre que trajo la elección de Donald Trump en los Estados Unidos, está llevando a una serie de cambios en la hoja de ruta inicialmente trazada.Algunos de ellos ya son notorios, como la persistencia en la baja de las tasas de interés a pesar de que no hay mucho justificativo para ello desde el frente de la lucha contra la inflación.

De hecho, en el mercado empieza a hablarse de un afloje en esa tarea, como precio a pagar para apurar la vuelta al crecimiento.

A eso se ha sumado en los últimos días un freno en la idea de recortar recursos públicos para sectores de ingresos bajos y movimientos sociales.

Por otra parte, el efecto Trump volvió a instalar el temor a un atraso cambiario que perjudique la exportación y a la industria nacional.

La idea de un "súper dólar" en medio de la transición política estadounidense y la decisión que pueda tomar Janet Yellen, al frente de la FED, sobre la tasa de referencia han generado fuertes cambios en las valoraciones relativas de las monedas.

La de Argentina se devaluó un 3,4%, la de Brasil un 7% y la de México un 10%. Mientras, en Europa el euro cayó casi 3% junto con el yen, que se depreció 4% frente al billete verde.

Para los analistas, otro dato a tener en cuenta es que:

- Pese al fuerte ingreso de dólares del blanqueo (más de u$s7.000 en el tramo del efectivo)

- A pesar de las emisiones que permanentemente realiza el Gobierno en los mercados internacionales

- Frente a la importante liquidación de divisas por parte del agro

El peso argentino podría estar dibujando un nuevo piso en la zona de los $15,60, al ritmo de los movimientos que realiza la divisa estadounidense en el mercado internacional.

En ese contexto, la profunda creencia de Federico Sturzenegger de mantener alta la tasa de interés para aplacar la inflación, choca de frente con el pedido del ministro Alfonso Prat Gay de reducirla para reactivar la economía.

Lo singular del caso es que hace dos semanas, cuando todo el mercado suponía que la mantendría en niveles del 26%, el Banco Central sorprendió a propios y extraños bajándola unos 50 puntos básicos.

El recorte lo hizo en medio de un vendaval de información cruzada que no acompañaba, desde un punto de vista teórico, tal decisión.

Un nuevo descenso en la última semana -esta vez hasta el 25,25% - dejó en evidencia el comienzo de un giro por parte del Gobierno.¿Adiós a la dureza monetaria?Por lo pronto, afloraron todo tipo de interpretaciones vinculadas con la decisión del BCRA de seguir bajando la tasa sin que haya evidencias concretas de una menor inflación.

El mercado entendió que los funcionarios lo hicieron para evitar que la Argentina quedara "presa" del atraso cambiario y que este, a su vez, diese lugar a una nueva crisis, tal como ocurrió en otras tantas oportunidades.

En otras palabras, interpretó que -por primera vez desde que tomara las riendas del Banco Central- Sturzenegger no tuvo en cuenta la dinámica inflacionaria sino, más bien, el comportamiento del dólar.

En esa última licitación, los vencimientos superaron las colocaciones, lo que dio lugar a una expansión de la base monetaria de $26.000 millones (u$s1.650 millones).

Esos pesos quedaron "vacantes" para comprar billetes verdes, bonos y otros activos financieros.

Esto, en un contexto en el que la divisa estadounidense se fortalece frente a otras monedas, a raíz del temor que genera la victoria de Trump, que induce a los inversores a buscar refugios para su capital.

En otras palabras, frente a las mayores presiones devaluatorias de las distintas monedas, los "despechados" inversores de Lebac encontraron frente a sí la posibilidad de cubrirse comprando dólares.

El directorio del Banco Central dejó trascender su conformidad y reafirmó su postura de que -ante la incertidumbre global- lo mejor es, y será, el sistema de flotación cambiaria, ya que hace las veces de "amortiguador" frente a la volatilidad externa.

No obstante, hubo preguntas que quedaron flotando en el aire:

¿Por qué el Banco Central redujo la tasa si aún persisten los mismos factores que hicieron que en su momento la llevó a niveles altos?

¿Por qué promovió el descenso si la inflación de octubre fue elevada y los funcionarios siempre dijeron que iban a bajarla sólo si veían que el índice de precios se moderaba?

No sólo eso, reducir el tipo de interés hasta podría alentar la demanda de billetes verdes y un alza en su precio, lo que no ayudaría a domar la inflación.

Sin embargo, desde filas oficiales muchos están convencidos de que no es así, aunque no todos.

Entienden que una devaluación "asistida", si se lleva a cabo en un contexto recesivo como el actual, lejos está de generar más inflación, porque la (floja) demanda no lo convalidaría.

Este razonamiento tiene un dato adicional. La ola devaluatoria que se ha producido en la región lleva a los funcionarios a tener que reacomodar el tipo de cambio.

Para avanzar en este sentido sin que este proceso alimente el índice de precios, hace falta congelar la actividad económica.

Se necesita -sí o sí- que permanezca estancada. Por ende, el paquete también depende de una tasa alta.

El argumento central es que una de las virtudes del nuevo sistema de flotación cambiaria y de metas de inflación es que reduce el riesgo de que un alza del dólarlugar a un incremento en los valores de los bienes y servicios.

En rigor, desde el Palacio de Hacienda sostienen que el pulso inflacionario empieza a ser más dependiente de las condiciones domésticas de la economía que de los retoques que pueda tener el dólar.El delgado hilo que llega a las elecciones

A este "desacople" entre tasa y nivel de inflación se le suma otra cuestión que, con el correr de los días, comenzó a ganar protagonismo.Son crecientes las especulaciones que dan cuenta de cómo una economía que no arranca caldeó los ánimos y aumentó las presiones dentro del propio Gobierno.

Un encuentro entre el presidente Macri y Sturzenegger; el pedido de la gobernadora María Eugenia Vidal; el expansionismo gradualista al que apunta Prat Gay; todos capítulos que van evidenciando un acercamiento del keynesianismo a las estructuras de poder.

"Detrás de la reducción de las tasas entendemos que existe una decisión más de fondo del Gobierno, que es la de buscar que arranque la economía y que el nivel de empleo se recupere", afirman desde la consultora FyE.

De cara al inicio del proceso electoral, en marzo, cuando se lancen las candidaturas, "la economía ya tendría que estar creciendo y generando puestos de trabajo, con inflación contenida, para que produzca dividendos políticos", expresan.

Por lo pronto, la cuenta que hacen en la Rosada es que un rebote del PBI de 3% y un reacomodamiento bajista del índice inflacionario elevarán el consumo y esto fortalecerá la creación de empleo.

"Para llegar a marzo con la economía moviéndose, al Gobierno no le queda mucho tiempo. Lo que seguramente comencemos a ver es que irá resignando inflación en pos de lograr un mayor crecimiento", señalan desde la city.

Para que la actividad repunte, una condición necesaria (no suficiente) es reducir el costo del dinero. En este sentido, es altamente probable que el Banco Central avance en bajas adicionales de la tasa hasta ubicarla en un nivel cercano al 25% hacia fin de año.

De fondo, sobresale la problemática del agujero fiscal y un Estado que no cuenta con los suficientes recursos como para garantizar el repunte del PBI. Por eso, señalan fuentes consultadas por iProfesional, puede potenciarse la presión tributaria y el déficit fiscal que, a su vez, amenaza con ahogar a un sector privado al que le cuesta hacer dinero.

"No aparecen los brotes verdes y cada vez hay menos chances de que el próximo año se dispare un proceso de crecimiento económico en serio, que se sostenga hasta fin de mandato".

Esta afirmación, por cierto, no proviene de un kirchnerista sino que es el diagnóstico de Economía & Regiones, la consultora que conducía el actual ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

Indica además que el año cerraría con una caída de 2,1% anual, mientras que para 2017 proyecta una variación positiva del 3% para el PBI. Este repunte lo asocia a una combinación entre rebote estadístico e inyección de recursos públicos.

En otro orden, el último reporte de Economía y Regiones sostiene que sin señales positivas, "no sorprendería que el Banco Central comenzara a enfrentar presiones políticas para bajar la tasa y así estimular artificialmente el consumo, la demanda y el nivel de actividad".

Por lo pronto, crecen los interrogantes sobre cuándo el país retomará la senda del crecimiento.

Los tiempos se acortan y aumenta el nerviosismo en el seno de un Gobierno que ve cómo los meses pasan, los brotes verdes no llegan y el inicio de la campaña electoral está a la vuelta de la esquina.

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