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Una de las claves de su campaña fue prometer una política comercial proteccionista con la producción nacional. Sin embargo, podría ser muy arriesgado
29/11/2016 - 16:18hs

Con la llegada de Trump al poder, todo son incógnitas. Una de ellas consiste en que aún no se sabe hasta qué punto llevará a cabo la agresiva política arancelaria de la que tanto alardeó durante su campaña, que giraba en torno a ejes fuertemente nacionalistas, uno de los cuales, en el ámbito económico, era el proteccionismo comercial que se correspondía con su exitoso lema 'America first' ("América Primero"). 

En concreto, uno de sus más agresivos anuncios fue el de su intención de rectificar la injusticia percibida en el comercio con China imponiendo una tarifa del 45% a todas las importaciones provenientes del gigante asiático.

Además, en un apartado la página web de la campaña Trump - Pence, puede leerse un plan de 7 puntos para "reconstruir la economía americana luchando por el comercio libre". Dos de esos siete puntos aluden a China, en términos de verdadera batalla legal: 

- "Instruir al Representante de Comercio de los Estados Unidos para que presente cargos en los casos comerciales contra China, tanto en este país como en la Organización Mundial del Comercio (OMC). El comportamiento injusto de China con los subsidios está prohibido por los términos de su ingreso en la OMC".

-"Utilizar todos los poderes presidenciales legítimos para solucionar los conflictos comerciales si China no detiene sus actividades ilegales, incluido el robo de secretos comerciales estadounidenses; así como la aplicación de aranceles compatibles con los artículos 201 y 301 de la Ley de Comercio de 1974 y el artículo 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962".

Una amenaza temeraria

La respuesta de China no ha sido precisamente sutil. A través del medio de comunicación controlado por el gobierno, el diario Global Times, advirtió a mediados de noviembre que en caso de que Trump cumpla sus amenazas, ocurrirá lo siguiente: "Remesas de pedidos para Boeing serán reemplazadas por Airbus.

Las ventas de coches estadounidenses y de iPhones sufrirán un revés, y las importaciones de soja y maíz de EEUU se paralizarán. China también puede limitar el número de estudiantes americanos en el país (...). Si Trump echa por tierra el comercio entre EEUU y China, un número de industrias estadounidenses se verán afectadas. Finalmente, el nuevo presidente será condenado por su imprudencia, ignorancia e incompetencia". 

Hay que tener en cuenta que para una empresa como Apple, en la que casi el 20% de sus ingresos trimestrales provienen de China, un desencuentro comercial importante entre EE.UU. y China sería desastroso, indicó el sitio RT.

Tal como afirma el portal The Verge, "la relación simbiótica entre los Estados Unidos y China es más profunda que el evidente y generalizado consumo estadounidense de bienes chinos (...) Lo que haría que una guerra comercial [entre ambos países] fuese realmente catastrófica para los Estados Unidos no es sólo que artículos como los iPhones serían más caros de producir y por lo tanto de comprar para los consumidores locales; es que China podría decidir que no quiere comprar ninguno. Y eso probablemente provocaría el mayor cambio en la economía mundial desde la crisis financiera de 2008".

Lo más probable, sin embargo, es que Donald Trump -tal como le recomienda su equipo de asesores- retroceda en sus temerarias intenciones y todo quede en una bravuconada populista de campaña electoral.

Lo más conveniente para los Estados Unidos, en el escenario económico actual y real, sería ver en China un aliado comercial, y no una amenaza.

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