Algunas cosas están cambiando en la Argentina.
El hecho de que el dólar haya aumentado 22 centavos en una sola jornada -y que su precio alcance un récord histórico- podría haber generado escenas de pánico en la city, hasta no hace muchos meses.
Este miércoles perforó el techo psicológico de los $16 y cerró en $16,10 al público. Sin embargo, este repunte no sólo no generó temor sino que, por el contrario, hasta dio lugar a expresiones de alivio.
Por un lado, este ascenso se veía venir desde el momento en que el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, dispuso una baja de las tasas de interés en pesos (la cuarta consecutiva).
Esta estrategia –que no está justificada en una caída sustancial de la inflación- fue interpretada por el mercado como el deseo de empujar hacia arriba la cotización del billete verde.
Sucede que en la región se viene registrando un proceso de debilitamiento de las distintas monedas frente al dólar, tras la victoria de Donald Trump. Y, en esta carrera devaluatoria, el peso argentino venía rezagado.
Pero, sobre todo, lo que trajo alivio (no sólo a la industria sino también a algunos funcionarios) es que esta suba ayuda a alejar a uno de los fantasmas que se había instalado con fuerza: el atraso cambiario.
En los debates de las últimas semanas acerca de por qué la economía no reaccionaba según lo previsto, muchos analistas recordaron los efectos negativos de la apreciación del peso.
Uno de ellos, José Luis Espert, estimó que el nivel actual del tipo de cambio equivale al que se registraba en la previa al colapso de la convertibilidad de 2001.
Otro, el influyente Miguel Ángel Broda, hizo oír sus críticas a la línea económica del Gobierno: "Dólar barato, mucha facilidad para importar y mucha dificultad para exportar".
Para peor, en el gremio de los economistas había cierta idea instalada sobre que eran más fuertes los factores que propiciaban una baja del billete verde (como el ingreso de fondos del blanqueo, del agro y la toma de crédito externo) que aquellos que podían impulsar su repunte.
De manera que, al menos por ahora, el incremento en el precio generó en el mercado más alivio que pánico.
Carrera devaluatoria
Desde el 8 de noviembre pasado, ya nada fue igual para las monedas de los países emergentes.
En los días posteriores a la victoria de Trump todas se debilitaron frente al dólar, tal como sucedió con el peso mexicano (12%).
No así el peso argentino, que se mantuvo relativamente estable. Esto, lejos de generar tranquilidad, llevó preocupación al equipo económico.
Es por eso que la suba de la divisa estadounidense de estas últimas horas permitió acortar distancias en el camino recorrido por otras monedas de la región. En particular, con el real brasileño.
En el plano local el dólar subió 35 centavos en dos ruedas y acumuló unos 70 centavos en noviembre, para así tocar un máximo histórico.
De este modo, el tipo de cambio se acomodó un poco más al nuevo contexto mundial y, en paralelo, el peso argentino pasó a ser uno de los signos monterios que más se devaluó desde el triunfo de Trump: 6,1%
Ayudó a esta depreciación la mayor demanda de dólares propiciada por un Banco Central ahora más enfocado en bajar las tasas de interés, lo que desalienta las colocaciones en pesos.
De todas formas, la devaluación argentina aún luce exigua comparada con la de México (12,4%), el país más golpeado por la victoria del republicano.
El real brasileño fue otra moneda que acusó una fuerte baja. Llegó a caer 9% para luego recortar pérdidas. Al día de hoy, se ha debilitado un 6,8% frente al billete verde.
Estas son buenas noticias para la Argentina, dado que la carrera devaluatoria peso-real (6,1% versus 6,8%) ahora luce más equilibrada.
Semana verde
Además de la baja de tasas en pesos, ¿qué otros factores influyeron en el repunte del dólar?
En primer lugar, este miércoles hubo un incremento en las compras de divisas por parte de los inversores institucionales, coincidentes con el final del mes.
El dólar minorista trepó 22 centavos, hasta los $16,10. En algunos bancos se llegó a ofrecer a $16,20, de acuerdo con el relevamiento del BCRA.
En tanto que en la plaza marginal el blue se negoció a $16,15, de modo tal que quedó prácticamente igualado con el oficial.
En una recorrida por la city porteña, iProfesional pudo comprobar la gran cantidad de "arbolitos" que ofrecían dólares a un valor superior a la de las "cuevas": $16,30.
En la plaza mayorista, la moneda estadounidense también avanzó con fuerza -unos 19 centavos-, para cotizar a $15,89 en la punta vendedora.
Esto, en un contexto en el que se registró el mayor volumen operado de noviembre, con u$s439 millones, casi 30% más que el del martes.
A diferencia de lo sucedido en otras instancias, en la city creen que el billete verde ha ido en busca de un nuevo piso. En otras palabras, ven como poco probable que tras este incremento sobrevenga un fuerte retroceso.
"Los $16 llegaron para quedarse. Es la cifra que el mercado venía barajando hace meses para esta altura del año", afirmó a iProfesional Francisco Diaz Mayer, operador de ABC Cambios.
En tanto, en el mercado de futuros del Rofex se pactaron u$s831 millones.
De este monto, el 42% fue en "roll-over" de noviembre ($15,84) a diciembre ($16,18), con una tasa de 25,2%.
El plazo más largo operado fue julio, que cerró a $18,13, con una tasa de 21,41%TNA. El aumento promedio de los precios fue de entre 12 a 14 centavos.