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El jefe de Gabinete repasa el primer año de gestión, en el que destaca los cambios culturales que consiguió el macrismo              
04/12/2016 - 14:16hs

A pocos días de que se cumpla un año en el Gobierno, las declaraciones del jefe de Gabinete, Marcos Peña, tienen un tono claro de balance.

Rescata muchos aspectos de la gestión y admite algunas dificultades. Como cuando reconoce que el déficit fiscal "es insostenible a mediano plazo". 

-¿Cuáles son los principales logros que cree que la sociedad valora de este primer año?

-Primero, la confianza, porque es imposible que el sistema funcione si no hay confianza en los que gobiernan.

Segundo, un mensaje claro de que sin instituciones no tenemos futuro como país y la importancia de ir jerarquizándolas. Tanto como la importancia de la verdad con un tema como el Indec.

Otro gran valor ha sido la construcción del vínculo con el mundo y el ordenamiento macroeconómico, aun sabiendo que fue un año duro para el bolsillo.

También, la puesta en marcha de la obra pública, sin corrupción, que concluye en término. Ésa es la siembra que hemos hecho para empezar a cosechar el año que viene.

-Hay una percepción general de que los logros, sobre todo económicos, son menos de los esperados o de los prometidos. ¿El Gobierno tiene esta percepción?

-La metáfora de la Argentina y su economía es que el 10 de diciembre, después de una larga fiesta, fuimos al chequeo médico y nos internaron en terapia intensiva con un montón de cosas.

Obviamente no es lo mismo que si te agarra un infarto. Pero ya estamos saliendo de terapia intermedia. Y esa ansiedad es natural.

De la misma manera que nos preguntaban hace un año: "¿Se podrá salir del cepo?", y decíamos: "Sí, se va a poder, sin una gran crisis", ahora nos preguntan: "¿Se va a reactivar?", y sí, se va a reactivar, porque se están tomando las medidas necesarias.

-Si tuviera que mencionar una frustración, ¿cuál sería?

-Está muy vinculada a esto de la ansiedad que, a veces, nos lleva a apurarnos por querer resolver algo demasiado rápido, sin tomar en cuenta el diálogo necesario para el consenso.

También genera frustración cuando uno ve cierta mezquindad. La Argentina tiene una oportunidad enorme, pero tenemos que salir del corto y mirar al mediano y largo.

Eso no depende sólo del Gobierno.

-Se han escuchado algunas críticas del Presidente a los empresarios. ¿Cuáles son las expectativas para el año que viene?

-Depende mucho del sector.

Lo que sí puede ser es que en el análisis político haya algunos sectores un poquito conservadores, que generan una sensación de mayor temor del que debería tener.

-En un espacio tan homogéneo como es Cambiemos se escuchan voces disconformes, ya no sólo la de Carrió. ¿Las vinculan con la ansiedad o hay problemas?

-Sentimos que la diversidad dentro de Cambiemos nos fortalece. Nunca nos construimos como un espacio que necesitó de la obediencia total.

Ninguna de las críticas, sea de Carrió, sea de Emilio (Monzó) ahora, ponen en duda hacia dónde vamos, lo que queremos hacer ni lo que estamos haciendo.

-Algunas críticas apuntan a áreas de su influencia, como la estrategia política o la comunicación...

-Las tomamos como parte de una discusión fruto de esa diversidad de opiniones.

En comunicación estamos haciendo algo que es contemporáneo, de gran aprovechamiento de todas las herramientas que uno dispone, basado en que el Estado no esté todo el día invadiendo a la sociedad.

El resultado más importante es el apoyo de la gente. Esto es un cambio cultural y es natural que, primero, se pueda mejorar y, segundo, que genere resistencia.

-¿Cuál es la evaluación de la caída del proyecto de reforma política en el Congreso?

-No se cayó. Lo que ocurrió fue que el bloque PJ-FPV tomó la decisión de no tratarlo y no dar el debate ni siquiera de su propio proyecto.

Eso, después de que 20 gobernadores sobre 24 dieran su apoyo público al proyecto y de que la mayoría amplia en la Cámara de Diputados diera su apoyo.

Seguimos pidiendo dar la discusión, y si no la quieren dar, la seguiremos peleando.

La inmensa mayoría de los argentinos y de los dirigentes políticos no quiere seguir votando con este sistema obsoleto y tramposo de la boleta de papel.

Salvo Cristina Kirchner. La discusión no es chip sí o chip no. La discusión es cómo se define el poder en la Argentina.

-Supongamos que es noviembre de 2017. ¿Cuál es el balance que haría?

-Me parece que vamos a estar cerrando un año de crecimiento, donde habremos visto a una Argentina que ratifica el rumbo del cambio. Y que nos permite pasar a la siguiente generación de temas necesarios para lograr el desarrollo.

Para eso se requiere un proceso de 10 o 20 años, mucho más allá de nuestro gobierno. Y hemos lanzado acuerdos estructurales que creo que a fines de 2017 y 2018 vamos a tener que avanzar.

También tener debates en ese momento sobre temas graves que todavía persisten, particularmente nuestro déficit fiscal.

Nuestro déficit fiscal no es sostenible a mediano plazo. Tenemos que lograr entender cómo, entre el crecimiento y buenas políticas públicas, llegar a ese equilibrio fiscal. Habremos avanzado, estoy seguro, en el tema de la pobreza y en alguna discusión sobre calidad educativa, pero todavía tenemos muchísimo más por hacer.

-¿Cuál es el pronóstico electoral para el año próximo?

-Creo que la mayoría de los argentinos sigue ratificando y apoyando un proceso de cambio, y que eso el año que viene va a ser más fuerte.

-¿Cuánto condiciona el futuro del Gobierno el resultado electoral?

"No existe más el voto independiente de la coyuntura, pero no creo que sea tanto. Cuanto mejor se esté en lo económico, más fácil va a ser. Creo que lo más importante es el vínculo que tenemos con la sociedad, y que tiene que ver con la confianza de que realmente venimos a hacer un cambio y que estamos comprometidos de forma honesta, transparente, profesional, a tratar de mejorar la realidad. Y no a quedarnos 50 años", señaló Peña a La Nación.