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Trump, Venezuela, China y Mercosur: cómo el mundo atentó contra el plan de "reinsertar a la Argentina"
15/12/2016 - 11:03hs

El presidente Mauricio Macri planeaba que este año la noticia preponderante a nivel global iba a ser el regreso de la Argentina a la arena de las negociaciones internacionales.

Si algo no imaginaba el jefe de Estado es que iba a cerrar este 2016 con un telón de fondo completamente diferente

Por donde lo mire, su plan estratégico de relaciones exteriores para reposicionar al país estuvo muy lejos de rendir los frutos esperados. Argumentos no faltan: 

-El Gobierno apostó en contra de Donald Trump en la carrera presidencial de los EE.UU., un paso en falso a nivel diplomático que amenaza con generar consecuencias comerciales

-La canciller Susana Malcorra perdió sus chances de ser la secretaria general de las Naciones Unidas, lo que puso fin a una de las grandes esperanzas del macrismo. 

-Ese Ministerio, que prometía ser una de las carteras más profesionalizadas tras el fin del kirchnerismo, quedó sumido en rumores y purgas internas, tras la salida del vicecanciller y de otros funcionarios. En parte, porque también quedó a medio camino el plan para traccionar la "lluvia de inversiones". 

-Brasil, el mayor aliado, no logra recomponer su economía y la administración de Michel Temer tampoco termina de asentarse, en medio de continuas renuncias y nuevas denuncias de corrupción. Es decir que el fin de la era Dilma no redundó en una mejora comercial. 

-Para colmo de males, el Mercosur, el bastión regional en el que pensaba refugiarse la Argentina para replantear su plan de política internacional, está en plena crisis política, bordeando el escándalo

-Otro factor que está generando ruido lo aporta Uruguay, que está entablando un diálogo paralelo con China, que hizo público su interés de firmar un Tratado de Libre Comercio bilateral, una situación que podría afectar seriamente las bases del frágil bloque

Escándalo en el vecindarioEste miércoles fue un día clave en la agenda del Mercosur: en el Palacio San Martín, Malcorra mantuvo un encuentro crucial con sus pares de Brasil, José Serra; Paraguay, Eladio Loizaga y de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa. 

¿El objetivo? Comenzar a debatir el plan de acción correspondiente al primer semestre de 2017, en momentos en que la Argentina acaba de asumir la presidencia pro témpore

El condimento "bizarro" fue la autoinvitación de la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, que llegó a Buenos Aires pese a que se le había advertido que, por la situación de su país en el bloque, no estaba autorizada a formar parte de la mesa chica

Venezuela se unió oficialmente en 2012, pero fue "cesada" recientemente por no haber cumplido con un total de 228 normas comerciales y políticas para completar su adhesión en tiempo y forma, una decisión que Nicolás Maduro llegó a compararla con un golpe de Estado a su Gobierno. 

La canciller Rodríguez sabía de antemano que no iba a poder formar parte de la cumbre. Por eso venía advirtiendo que se iba a meter "por la ventana" de ser necesario para defender los derechos de su país. 

Para incrementar la pátina tragicómica que tuvo el encuentro de cancilleres, por la mañana, la funcionaria de Venezuela se dirigió a la sala de reuniones de la Cancillería argentina donde iba a tener el encuentro pero se encontró con todos los asientos vacíos

Allí, usó su cuenta de Twitter para denunciar una "triple alianza" que confabulaba contra su país. 

Durante la conferencia de prensa brindada en horas de la tarde, Malcorra negó que hubiera una confabulación y aprovechó para volver a reprender a Venezuela: “No se puede ser parte de una organización teniendo los privilegios y sin cumplir las obligaciones".

Para intentar descomprimir la crisis, luego de la reunión, la jefa del Ministerio de Relaciones Exteriores tuvo un encuentro en un salón contiguo con la canciller venezolana y su par boliviano, David Choquehuanca. 

Según trascendió, el cruce de palabras fue bastante áspero. Hasta se escucharon tonos de voz elevados, atribuidos a la enviada de Maduro. Luego del encuentro, Malcorra intentó resumir la breve entrevista que mantuvieron los tres como un “diálogo franco a partir enormes diferencias”. 

Claro que su reflexión no alcanzó para ocultar el clima de crisis política que hace crepitar a cada instante al bloque

Durante la conferencia, Malcorra prefirió no dedicarle mucho tiempo a Venezuela. Indicó que, con la presidencia pro témpore en poder de la Argentina, “tenemos una importante agenda por delante”.

Esto, de por sí, augura un nuevo duelo con el país caribeño y le abre la puerta a un posible roce diplomático con Uruguay, otro de los miembros “díscolos”. 

Sucede que el país liderado por Tabaré Vázquez pretende que Venezuela conserve su derecho a tener voz dentro del bloque, algo a lo que no están dispuestos Argentina, Brasil ni Paraguay. 

Incluso, a través de un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores uruguayo, informaron oficialmente el "extenso, respetuoso y constructivo" diálogo que mantuvieron por teleconferencia Vázquez y su par Nicolás Maduro

Esta desavenencia con Venezuela claramente es parte del plan macrista, en un contexto en el que se busca apurar un acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur. 

Pero la postura uruguaya tan abierta, en contra de aislar a la nación bolivariana, causó bastante molestia en el Palacio San Martín

"Lo que estamos viendo hoy es que las discrepancias internas van más allá de lo formal. El bloque está en crisis porque no existe un acuerdo ni un objetivo en común entre los socios. Carece de una mirada estratégica que vincule a sus miembros y esto evita cualquier tipo de avance", señala Marcelo Elizondo, ex director de Fundación ExportAr. 

En tanto, Miguel Ponce, ex subsecretario de Industria, sostiene que el clima de alta tensión política que se respira "no ayuda al Gobierno macrista, que quedó muy desconcertado tras el triunfo de Trump y que ahora muestra una política bastante errática en materia de relaciones internacionales". 

China abre una grieta A la incomodidad extra que sumó Uruguay al dar un voto a favor de Venezuela, el Mercosur asiste a otro posible foco de crisis: el gobierno de Tabaré Vázquez dejó entrever que está dispuesto a avanzar en una negociación independiente con China.

Incluso, se habló de un posible Tratado de Libre Comercio, una instancia que obligatoriamente generaría un conflicto de intereses con el Mercosur, cuya legislación no permite que un miembro negocie libremente su estructura arancelaria con otros países. 

"Uruguay no le va a decir que no a China", fueron las palabras de Ricardo Nario, director general de Asuntos Económicos Internacionales de Uruguay. 

"Nos encantaría negociar en forma conjunta con el bloque, es nuestra primera opción, pero creemos que hoy no es posible y no podemos esperar veinte años", amplió el funcionario, quien agregó que había llegado el momento de "convencer a China de que Uruguay puede negociar solo".

El bloque –bajo su óptica- "es un colador" plagado de zonas francas, con lo cual no habría conflicto a la hora de pactar una baja de aranceles para los productos chinos.  

Uruguay ya había desafiado a los dos mayores socios (Argentina y Brasil) en más de una oportunidad, especialmente con Estados Unidos, país con el que siempre demostró su interés de liberar el intercambio comercial. 

Pero esta súbita insistencia por parte del Gobierno de Tabaré Vázquez para afianzar lazos con China, llegan en pésimo momento

De hecho, este miércoles, la propia Malcorra hizo un llamado a "reforzar el libre comercio intra-región", porque consideró "difícil salir a relacionarse con el mundo si uno no está plenamente integrado” con los vecinos. 

Es decir, la Argentina clama más Mercosur, sin Venezuela; pero Uruguay exige menos Mercosur, con Venezuela. Por cierto, se trata de dos posturas difíciles de conciliar

Elizondo asocia estos "coqueteos" con China con "los malos resultados comerciales que está dando el bloque, que es actualmente el que menor inserción a nivel internacional tiene en el mundo. Por eso, algunos miembros están pensando mucho más en salir que en reforzarlo".  

En tanto, Ponce advierte que "si permiten que cualquier país socio avance en un TLC con China, si se demuestra que una negociación en paralelo es posible, entonces estaríamos dinamitando las bases del Mercosur". 

El gran dilema que plantea Pekín

Ponce señala que el gigante asiático plantea un enorme desafío para el bloque en general y para el Gobierno de Mauricio Macri en particular que, de antemano, se encuentra ante el problemático dilema de reconocer a China como economía de mercado

Días atrás, ese territorio cumplió con una de las condiciones para que sí sea reconocido como tal: celebró sus 15 años desde su incorporación a la Organización Mundial del Comercio (OMC). 

Para Ponce, que la Argentina vote a favor de ese estatus, puede ser un camino sin retorno: "Una vez que sea una economía de mercado, entonces va a ser diez veces más difícil aplicar medidas antidumping a sus artículos". 

Las medidas antidumping son la última "trinchera" para proteger la industria nacional: permiten fijar elevados aranceles a todo producto que arriba al país con un precio de costo por debajo del de fabricación. Lo que comúnmente se denomina competencia desleal. 

Como China aún no es economía de mercado, el Gobierno argentino puede aplicar estas medidas mediante un trámite simplificado. Algo que no podrá hacer tan fácilmente si cambia su estatus. 

Claro que el macrismo está entre la espada y la pared

-Por un lado, el Ejecutivo está negociando con Pekín para que financie obras públicas por la friolera de u$s33.000 millones

-Por otro, recibe la presión de Grupo Techint y de otras grandes industrias en momentos en que se acaba de abrir una investigación por supuesto dumping en las importaciones de tubos de acero chino, destinados al gasoducto de Córdoba. 

-En el medio, está la figura de Donald Trump, que está abiertamente enfrentado con el gigante asiático. De modo que hacerle un guiño a China será una señal al mundo de "no alineamiento" con los Estados Unidos

-Paralelamente, si la Argentina pretende que prospere un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (que hoy por hoy es una de las únicas apuestas que quedan en pie en la estrategia macrista de política exterior), también deberá considerar la postura que tendrá el Viejo Continente

La última gran carta de Malcorra

Luego del traspié en las elecciones de los EE.UU., Malcorra se juega una carta fuerte con el pacto Mercosur-UE. "Tenemos que involucrar a todos los sectores y avanzar", pidió la canciller. 

La funcionaria fue más allá y afirmó que éste era el momento ideal: "Todo indica que las negociaciones entre la Unión Europea y los Estados Unidos quedarán un poco relegadas. Esta es una enorme oportunidad para acelerar el proceso de nuestra negociación". 

Incluso, desde el Ministerio de Producción le ponen fecha a un TLC: el objetivo optimista es concluir el acuerdo en dos años. Luego, el mismo debería ser ratificado en los respectivos Parlamentos. 

Sin embargo, desde la Unión Industrial Argentina (UIA) ven con mucho temor el entusiasmo oficial, básicamente porque consideran que un TLC implicará una apertura indiscriminada de las importaciones

En un seminario organizado por el Banco Ciudad, José Urtubey, vicepresidente de la entidad fabril, advirtió que hay un alto riesgo, tal cual están las negociaciones, de que se firme un acuerdo muy desigual

El dirigente de la UIA teme que "existan diferencias de 10 a 1" entre lo que Argentina puede ofrecer y lo que recibirá con el tratado.

Urtubey también criticó las aspiraciones de la UE de lograr un pacto donde esté involucrado el 90% del universo arancelario, algo que consideró como "muy exagerado". 

Sin embargo, Elizondo le pone paños fríos a la ansiedad del macrismo por avanzar con este TLC. Y es que el vecindario está demasiado revuelto como para lograr armonizar los intereses

"El Mercosur está en una crisis política y económica. Esto, sumado a las propias dificultades que está teniendo la Unión Europea tras el Brexit, hacen prever que será una negociación muy larga y difícil", concluye.