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Gracias al Malbec, Argentina ya le vende al mundo más vinos que lácteos
05/01/2017 - 13:06hs

Cuando Mauricio Macri asumió su mandato, hizo un llamado a que la Argentina se convirtiera en el “supermercado del mundo”, tras un largo período de trabas a las exportaciones que tenían como objetivo forzar una baja en el precio de los alimentos y así ayudar a controlar la inflación.

Hace un año, cuando el mandatario alentó a la industria alimenticia a vender productos con más valor agregado al mundo, seguramente no se imaginaba en ese “supermercado” imaginario con sello “Made in Argentina” que las góndolas de los lácteos iban a estar cada vez más vacías y las de los vinos, más llenas

Así se desprende de los datos del INDEC, que revelan que mientras que los despachos de lácteos al exterior se desplomaron casi 30%, los de la industria vitivinícola se mantuvieron relativamente estables

En números concretos, las exportaciones de leche y derivados (incluyendo en polvo, así como quesos y yogures) totalizaron u$s564 millones entre enero y noviembre de 2016.

Esto representó unos u$s200 millones menos que la cifra alcanzada en igual período de 2015, cuando se habían alcanzado los u$s784 millones. 

Como contrapartida, las ventas al mundo de vino sumaron u$s750 millones, una contracción mucho más leve, de apenas 5% respecto del período previo. 

El dato más llamativo es que, teniendo en cuenta que el Malbec –la variedad número uno de la Argentina por excelencia- explica cerca del 60% de los envíos totales, esto implica que sólo esa uva explicó un ingreso de divisas de u$s450 millones en ese lapso, es decir, una cifra equivalente al 80% de todo lo exportado por la industria láctea nacional. 

Una cepa con un rol decisivoSegún detalla un informe de la División Vinos del Banco Supervielle, “en la última década el varietal Malbec ha tenido un desempeño singular en las exportaciones argentinas de vinos”.

En efecto, mientras que en 2005 esta variedad representaba un cuarto del total exportado, “en los últimos años alcanzó el 60%, lo cual revela el éxito competitivo de este varietal“, agrega.

De acuerdo con el análisis, luego de la crisis de 2001, con la devaluación de la moneda, el crecimiento del comercio mundial de vinos, la aceptación del Malbec como un producto diferente y adaptado a las nuevas conductas de los consumidores, la expansión de la importación de vinos de Estados Unidos y una experiencia más sólida de las bodegas locales, “se logró un crecimiento singular de la participación de los vinos argentinos que llevó en pocos años a duplicar el share". 

“Esta etapa estuvo asociada con el nacimiento casi geométrico de nuevos emprendimientos; la expansión de superficie de viñedos, especialmente de Malbec; el desarrollo de nuevas zonas vitivinícolas y una gran atracción de la prensa internacional por los vinos argentinos”, completaron.

Sin embargo, entre 2012 y 2015, hubo una reversión del ciclo: el comercio mundial vitivinícola siguió creciendo suavemente, de la mano de una expansión moderada de la economía mundial, pero las exportaciones argentinas se contrajeron considerablemente, principalmente por la pérdida de competitividad. 

Sin embargo, en ese lapso, mientras que otras variedades perdieron terreno, el Malbec con sello nacional continuó gozando de buena salud.

“En momentos de crisis, la presencia del Malbec se potenció. Esto demuestra que el Malbec todavía tiene una fuerza propia que supera al promedio de la industria y que los consumidores siguen teniendo preferencia por esta cepa”, aseguró el consultor Javier Merino, en diálogo con iProfesional

Lo positivo, bajo la óptica del consultor, es que la fuerza de esta variedad hace prever que las ventas al mundo, de cara a los próximos años, podrán recuperarse y crecer, si bien a tasas bajas.

La industria láctea, la contracaraTras años de intervenciones –que incluyeron fijación de precios- y de problemas de competitividad, la industria láctea atraviesa hoy una dura realidad.

Según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), un organismo que cuenta con la participación del sector público y privado, sólo en 2016 se perdieron 460 tambos, lo que representó un 4% de los establecimientos lecheros del país. 

El dato clave es que se trata de una tasa que duplica a la que había registrado en 2015

Desde la Asociación de Productores de Leche (APL) precisaron que “en 2015 el país generó 11,2 millones de litros, apenas 0,5% más que en el año 1999, cuando otros países incrementaron la producción un 40% y hoy están al mismo nivel que la Argentina pero con la mitad de empleos”. 

El problema, por un lado, es que por cuestiones climáticas, hasta agosto de 2016, la producción se había desplomado casi un 25%, los que generó que los excedentes de leche quedaran muy justos.

Sin embargo, según APL, la crisis obedece a una cuestión estructural antes que coyuntural

El principal problema es que, por la caída de la rentabilidad, los altos costos y una estructura sobredimencionada respecto del resto del mundo, la "maquinaria" generadora de leche, que es el rodeo vacuno, está cayendo en picada. 

"Hasta hace unos años, cuando los productores estaban en apuros, vendían las vacas a un tambo más grande y competitivo. Ahora que los costos se dispararon y que no hay rentabilidad, ningún tambo compra animales y las vacas terminan en el frigorífico”, apuntan desde la entidad. 

Así las cosas, según datos del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), la Argentina contaba con 2,2 millones de vacas lecheras en 2012.

Sin embargo, para el 2016 se estimaron 1,7 millones de cabezas. Es decir que en apenas cuatro años se perdió el 22% del rodeo.