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Gabriel Holand, CEO de HR Global analiza un nuevo concepto, hoy en boga en los grandes centros financieros internacionales: "Fintegration"
19/01/2017 - 15:24hs

El mundo de las operaciones financieras y de inversión cambia por la unión de finanzas y tecnología, conocida como Fintech.

En principio la moda parece dirigida a reemplazar la presencia de los grandes bancos por otros emprendimientos y herramientas que den solución a las mismas necesidades, pero con nuevos instrumentos, en forma más amigable, menores costos para las partes y con mayor rapidez.

Claro que en algunos casos estos cambios se ven impulsados tanto por el avance tecnológico como la "menor simpatía" que despiertan los grandes conglomerados financieros globales entre los usuarios, sobre todo después de la crisis que se inició en el año 2008, la cual básicamente minó la confianza en algunos grandes jugadores que parecían intocables años atrás.

Pero estos últimos acusaron el golpe y alistan su respuesta, dispuestos a recuperar esa confianza y, además acercarse más a las actuales exigencias del consumidor.

Porque, en el fondo, los destinos que las personas tienen para su dinero son parecidas a lo largo del tiempo, prestamos, ahorros, administración de los gastos e inversiones. Sin embargo, cambian significativamente las variables en las cuales realizan esos movimientos: cuando, donde y en qué contexto operar.

Por ello importantes bancos se preguntan, con el fin de retener y agrandar su cartera de clientes, cómo adaptarse a la nueva realidad en esta época híper conectada, básicamente, a través de los teléfonos móviles.

Entonces entre otros movimientos innovativos ahora quieren interactuar en la salud, gestión del tiempo libre y otras partes de la vida cotidiana, constituyéndose en algo así como un robot personal atento a la necesidad del cada usuario.

Y la revolución Fintech va en esa dirección, sienten que los startups y otros emprendimientos más agiles llevan la delantera, mientras el único monopolio que le queda a los bancos es el de captar depósitos del público.

Por ello estos generan el concepto de "Fintegration", en el cual tratan de amalgamar lo mejor del sistema Fintech con las necesidades de sus clientes y las regulaciones del sistema financiero vigentes.

Como resultado de lo anterior se alían con bancos virtuales, empresas de pagos y servicios como las que ofrecen créditos de rápido otorgamiento en línea, conocidas como crowdfunding, entre otras.

Por ello los grandes conglomerados financieros planifican para el año 2017 moverse en dirección hacia tres grandes líneas estratégicas.

En primer lugar, tratar de recuperar la confianza de sus clientes y avanzar en su fidelización. Piensan que la llave de la relación entre el consumidor y la banca pasará por resolver cuestiones como en quien confías, en qué lugar confías y como confías.

Por tanto, desean convertirse en depositarios de la identidad de los clientes en un entorno de seguridad informática que les permita a estos negociar e intercambiar operaciones con el sistema financiero en forma segura.

El compromiso sería, en pocas palabras, mantener el cuidado de los datos personales y compartir solo aquellos que el cliente considere necesario para la operación deseada con cualquier empresa o particular.

En segundo término, tratan de transformarse en el anclaje, grandes mayoristas y coordinadores virtuales del conglomerado de operaciones individuales de servicios financieros, pagos, inversiones y gestión de patrimonios que su masa crítica de clientes les demande.

Para ello realizan alianzas intersectoriales con diversos startups para facilitar el intercambio de negocios, con y entre los consumidores.

En este sentido la creación de plataformas innovativas conjuntas, tanto como la transformación de los sistemas bancarios, serán fundamentales para conseguir el objetivo.

El tercer desafío a abordar será quizás el más complejo y, quizás por ello, el más beneficioso a mediano plazo.

Se trata de segmentar la cartera de clientes y los potenciales usuarios centrándose en sus metas aspiracionales y de valores, ofreciéndoles soluciones financieras que tengan en cuenta esos datos y en un lenguaje que les resulte amigable.

Este quizás sea el reto más fuerte, salir de la tradicional estrategia comunicacional bancaria e ingresar a otra más flexible, todo ello traducido al ciberespacio y vía teléfonos portátiles.

Probablemente logren cumplir sus objetivos más tarde o más temprano, sobre todo porque es una cuestión de supervivencia.

Y será muy interesante ver cómo van desarrollando las herramientas para llegar a estas metas que les requiere recuperar credibilidad, resultar operativamente competitivos y a costos razonables para el usuario.