El presidente de los Estados Unidos suele considerarse como la persona más poderosa del mundo.

No obstante, no puede decidir qué teléfono utilizar: el Servicio Secreto de ese país le provee uno con funcionalidades de alta seguridad.

Por lo tanto, cuando asumió como el 45º primer mandatario, Trump entregó su viejo equipo Android, un Samsung (probablemente, el Galaxy S7), y recibió otro terminal modificado con sistemas de cifrado y otras herramientas de seguridad que eviten su hackeo.

El teléfono, cuyo modelo no se informó, integra un nuevo número de teléfono que sólo conocerá una cantidad limitada de personas. De este modo, el magnate debió renunciar a su equipo con el que solía estar online con sus amigos, contactos de negocios, periodistas y políticos.

El primer presidente que comenzó a usar un smartphone aprobado por las agencias de seguridad fue Barack Obama. Comenzó con un BlackBerry con algunas opciones modificadas y luego se le ofreció otro con funciones mínimas.

Se trataba del único equipo capaz de acceder a la cuenta de Twitter @potus (siglas de President of The United States) que ahora deberá utilizar Donald Trump, aunque adelantó que le dará prioridad a su cuenta actual @realdonaldtrump. 

De hecho, el nuevo presidente estadounidense mostró su preocupación ante la posibilidad de sentirse "aislado" sin su herramienta de comunicación predilecta.