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En el marco de la presentación de la décima edición de su guía "Los Buenos Vinos Argentinos", la reconocida periodista dialogó con iProfesional
17/02/2017 - 20:16hs

La reconocida periodista especializada en vinos y gastronomía, Elisabeth Checa, está de festejo: en estos momentos está presentando la décima edición de una guía que, a esta altura, se convirtió en un verdadero clásico: "Los Buenos Vinos Argentinos", editada por Vocación. 

A través de sus más de 270 páginas, la experta recorre más de 300 vinos, casi 100 espumosos y 12 aceites de olivas, luego de un proceso de cata que demandó todo un año de trabajo. 

Cabe destacar que, en estos diez años, Los Buenos Vinos Argentinos fue galardonada en tres oportunidades en la categoría Best New World Wines Book por Argentina en los Gourmand Wine Books Awards en el rubro Libros de Vinos del Nuevo Mundo, uno de los premios más prestigiosos a nivel internacional.

En este contexto, Checa dialogó con Vinos & Bodegas iProfesional sobre la forma en que aborda cada degustación, de lo que más la inspira de un vino y también, lo que más la desanima. Además, analiza el presente de la industria y rememora cómo era el estilo que imperaba cuando arrancó con esta guía hace diez años. 

-Durante la presentación de la guía señalaste que no te interesa puntuar vinos, sino hablar de ellos. ¿Qué es lo que tiene que tener o cómo debe ser un vino para que realmente te inspire?
-Tiene que ser diferente, me debería asombrar. Las condiciones de cata siempre son un poco falsas o irreales. Insisto: el vino es para comer y disfrutar. Un vino me inspira si puedo asociarlos con platos o situaciones de consumo ideales.
-Y, como contrapartida: ¿Qué es lo que más te desanima de un vino apenas lo llevas a la nariz? 
-Me desanima cuando un vino es una fotocopia. Pasa en muchos Malbec. Y que tenga defectos, pasa en las mejores familias. Una bodega buenísima puede tener un vino con corcho, otros tienen una reducción que le transmite aromas  desagradables. O puede estar oxidado.  Me desanima que no me emocione.
-Usualmente criticás los vinos que son "fotocopias". ¿Te encontraste con muchos ejemplares de ese tipo a la hora de trabajar en la guía? 
-Encontré muchos Malbec parecidos. Ricos pero iguales.
-Así como hace un tiempo mandaba la madera y hoy lo que se aplaude es la acidez, ¿sentís que hay enólogos que está en riesgo de caer en posturas fingidas o que tratan de exigirle a los vinos cualidades que un terruño determinado por ahí no está preparado para dar?
-Bueno, hay modas. Hay vinos que sobreactúan la acidez. Me gusta los vinos frescos, pero con la acidez equilibrada. No quiero que me partan la lengua.
-Una de tus frases clásicas es: "Como no puedo ser objetiva, soy arbitraria". ¿Consideras que hay críticos que tratan de darle a la cata un sello de excesiva (y supuesta) objetividad?
-Yo lo digo en broma, me concentro y trato de ser objetiva cuando decribo los vinos, pero  no se puede ser absolutamente  objetivo con los vinos, siempre depende de las circunstancias. Plato, gente, lluvia, sol, humor…   
-Muchos no saben pero hacer una guía como la que hacés desde hace diez años es toda una experiencia que requiere "ponerle el cuerpo". ¿Lo ves así también? 
-Claro que le pongo el cuerpo: hay que concentrarse, escribir al mismo tiempo las notas de cata, tratando de no caer en los clichés, después editarlas, comer pan o galletitas, el cuerpo engorda. Después de catar 25 o 30 vinos tengo sueño y hambre. Claro que hay que ponerle el cuerpo. Es mucho mas placentero beber que catar.

-¿Cómo resumirías el presente de la industria vitivinícola y hacia qué camino está avanzando? 
-Me parece que la exploración en regiones insospechadas, como esos viñedos en Chapadmalal o en Jujuy (Maimará), entre otros factores, muestran un camino que va mucho mas allá del Malbec, nuestra uva emblemática. Me encanta que haya cambiado el estilo de los vinos, que sea ahora más importante la textura, la fluidez, todo los que pasa en la boca que esos aromas frutados intensos mezclados con las especies de la madera. Hay exploraciones en los diferentes suelos, se toman riesgos, se experimenta con otras variedades, como la garnacha o la criolla, por ejemplo. Y la creatividad y pasión de los enólogos jóvenes y audaces como Sebastián Zuccardi o Matias Michelini, pero hay muchos más…
-¿Cuánto y cómo cambiaron en cuanto a estilo desde tu  primera guía y esta edición 2017?
-En la primera edición se probaron vinos para masticar: tapaban cualquier plato por su estructura. Eran densos y alcohólicos, empalagosos, con la presencia tan fuerte de la madera. La madera es buena pero hay vinos que no soportaban el shock, iba la madera por un lado, la fruta o las particularidades del vino por otro y no se juntaban nunca.
-Por último: en la guía un maridaje infaltable es un corte de carne "punto Checa" con un buen tinto en Don Julio. Si hoy tuvieses que cenar ahí, ¿qué etiqueta elegirías? 
-Depende del estado de mi bolsillo. Acaban de deslumbrame tres Malbec de Doña Paula: Doña Paula Estate 2015, Selección de Bodega 2013 y El Alto Parcel 2011. Son austeros en aromas y al mismo tiempo absolutamente bebibles. Con alguno de ellos iría bien. También me encantan los Pinot Noir que son fieles a su naturaleza,  sutiles, que no malbequeen. 
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