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El cepaje emblema crece entre consumidores de todo el mundo. Cuáles son los desafíos para una industria que debe adaptarse a nuevos escenarios
06/03/2017 - 14:41hs

En las últimas décadas los hábitos de consumo de los argentinos se modificaron y la industria del vino debió adaptarse. Hoy los consumidores locales toman menos cantidad pero de mejor calidad.

Mientras que en 1980 se consumían 76 litros per cápita de vino, de los cuales más de 90% correspondían a vinos de mesa, en 2016 se consumieron en promedio 21 litros per cápita, de ellos más de 83 millones de litros correspondieron al varietal malbec.

En el exterior, también el crecimiento del vino argentino ha sido muy importante. A fuerza de una excelente relación precio-calidad y de una generación de bodegueros y enólogos que decidieron investigar el cepaje, la inserción del varietal lo convirtió en una nave insignia en los mercados externos en poco menos de 10 años.

El 53% del vino que exporta Argentina es Malbec, algo impensado una década atrás, cuando ese varietal sólo concentraba el 14% de las ventas al exterior, según datos del Observatorio Vitivinícola.

Así, en el último año se repartieron por el mundo algo más de 144 millones de botellas de 750 cm3, lo que implicó un crecimiento del 155% en 10 años en volumen.

Pero para lograr este objetivo también tuvo que cambiar la estructura productiva. Así las cosas, la superficie de Malbec aumentó 61%, pasando de 24.000 hectáreas en 2007 a 40.000 en 2016.

En Mendoza, dos regiones, la zona Alta del Río Mendoza y el Valle de Uco concentran más de la mitad de la superficie cultivada. Hoy es la variedad con mayor superficie de Argentina por encima de las variedades para vinos genéricos: cereza y criolla grande.

Todavía restan muchos consumidores por conquistar, tanto en el mundo como puertas adentro. Pero la vitivinicultura nacional tiene nuevos escenarios que enfrentar.

Entre ellos se plantea el desafío estructural: entre 2012 y 2015 la vitivinicultura sufrió una crisis excedentaria, traccionada principalmente por el exceso de oferta de vinos blancos genéricos, que hoy tienen una demanda de curva descendente.

El precio pagado al productor se desplomó, varios viñateros tuvieron que abandonar sus viñedos y fueron expulsados del sistema, según informó el diario Los Andes.

En 2016, tras la peor cosecha en 50 años, los stocks se equilibraron, pero de cara al mediano plazo y con vendimias que podrían recuperar los valores promedio, la industria deberá poner el acento en analizar cómo reconvertir esos viñedos. Esto permitiría que estos productos se acomoden a la demanda y sigan atrayendo a nuevas generaciones de consumidores.