Los flamantes Estados de WhatsApp siguen los hábitos adquiridos ya en Instagram y Snapchat, con la publicación de un par de videos triviales.

Pero al momento de revisar al final del día quienes vieron estos videos efímeros pueden aparecer contactos impensados como un plomero, o una inmobiliaria y hasta el jefe del trabajo.

Los Estados de WhatsApp emulan la función que tanto éxito alcanzó con Snapchat, y fue copiada por Instagram Stories y Facebook: las fotos y los videos efímeros.

En el momento que se publica un video en el estado y dependiendo de la configuración de la privacidad, éste será visible durante 24 horas para toda la lista de contactos.

Se podría pensar que no hay diferencias con las redes sociales: no hay control real sobre lo que se publica y cualquiera podría tener acceso a esta información, y, en cierto sentido, es así.

¿Cuál es la diferencia, entonces, con los Estados de WhatsApp? En estos últimos aparecerán en los móviles con el nombre y apellido de personas que posiblemente no use redes sociales, no siga en ellas o que sea uno el que no quiera introducir a todas esas personas en los contenidos de sus redes sociales.

El ejemplo del plomero o el contacto de la inmobiliaria es gráfico: un repaso rápido a la lista de contactos muestra que en ella hay todo tipo de personas, desde amigos, familiares, hasta clientes y compañeros de trabajo.

¿Quiere realmente que cualquiera de estas personas lo vea con el disfraz de carnaval? Esta situación es posiblemente la consecuencia de incorporar una función externa a una aplicación diseñada con otro propósito.

WhatsApp permite al usuario tres maneras de difundir el contenido (accediendo a Estados y pulsando sobre Privacidad), estas son las opciones, según informó el diario español El País:

* Mis contactos: cualquier actualización aparecerá en los móviles de todos los contactos de forma indiscriminada.

* Mis contactos, excepto…: los Estados serán vistos por todos los contactos, salvo los que se especifiquen.

* Solo compartir con…: se escogen uno a uno los contactos que puedan acceder al vídeo o fotografía.

Pero tiene una contra. Y es que sobre el papel parece que el usuario cuenta con una buena batería de medidas para tener bajo control la difusión del contenido, pero, en la práctica, es difícil porque la selección de tanto de las exclusiones como de los contactos que quiere que vean el estado hay que hacerla manual, uno a uno.

Es muy habitual que el número de contactos sea tan gran que resulte en la práctica inviable hacer un control efectivo de esta información.

Por lo tanto, los que quieran sacar provecho de esta herramienta y estar tranquilos, la única opción que tienen es dedicar el tiempo que haga falta, una primera vez, a confeccionar la lista de los destinatarios con los que realmente se quiera compartir las fotos y vídeos.