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El ingreso de mercadería no subió fuertemente, pero golpeó a rubros sensibles. El sector le pide al Ejecutivo que se reactive el consumo
19/03/2017 - 18:13hs

El sector industrial es uno de los que se sienten más golpeados por el Gobierno, especialmente luego de la apertura a las importaciones, que aumentaron 4% en 2016.

Un número que parece marginal, pero que adquiere mayor importancia por dos motivos: la caída del consumo y la incidencia sobre sectoressensibles”, como calzado, textil y muebles, entre otros.

Desde el Ejecutivo prometen medidas de mayor control, a pesar de que el diagnóstico es que las importaciones no crecieron de manera indiscriminada.

Según la consultora FyEconsult, si bien las importaciones cayeron 6,1% durante 2016, el ingreso de bienes de consumo avanzó 17,1%.

De acuerdo con el informe, la importación de muebles creció 3,5%, pero ese rubro tuvo un descenso de la actividad de 10,1%. Lo mismo ocurrió con los rubros Textil, donde la actividad bajó 5,3% y las importaciones subieron 7,9%; Calzado, donde las ventas bajaron 6,3% y el ingreso de mercadería del exterior creció 16%; y Cueros, donde la ecuación fue -3,8% y 14,4%.

 “Tenemos buena relación con el equipo de Cabrera, son jóvenes muy amables y nos atienden, pero las perspectivas no son buenas”, dijo Alberto Sellaro, presidente de la Cámara Argentina del Calzado. “El ajuste en la industria fue del 25%. Lo más importante es aumentar el consumo y que no se importe en forma desmedida”, completa Jorge Sorabilia, de Pro Tejer.

El volumen de importaciones en general no se disparó. Incluso “los datos de los últimos años demuestran que la Argentina ha sido y es una de las economías más cerradas del mundo”, resume Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI.

Y agrega: “No puede decirse que haya una apertura indiscriminada, no es cierto. Sí puede observarse una cierta recuperación en algunos pocos rubros después de mucho tiempo de cerrazón extrema”.

El origen del malestar de los productores locales se remonta al inicio del año, cuando el Ministerio de Producción resolvió en forma expeditiva el “paquete” entero de DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones), una herencia del gobierno kirchnerista.

El aspecto discrecional para la aprobación del trámite, cuestionado por un fallo de la OMC, era el requisito previo para ingresar cualquier mercadería del exterior. “Para obtener una luz verde había que presentar DJAI por triplicado o cuadruplicado”, recuerda un empresario, por lo cual hacia fines de 2015 se acumularon más de 100.000 expedientes, según difundió la Secretaría de Comercio.

Fabricantes locales advirtieron al Gobierno sobre el tema, “pero en una reunión aprobaron todas las DJAI sin saber lo que había adentro”, recuerda Sorabilia. “Más adelante, cuando las importaciones crecían, el ministro Cabrera admitió que fue un error involuntario”, completa Sellaro.

Desde Producción descartan que haya una apertura indiscriminada y añadieron que actualmente “la Argentina tiene el triple de posiciones bajo revisión que las que había en 2011, cuando entró en vigencia el sistema de DJAI”. Los entendidos reconocen que aumentaron las posiciones arancelarias y destacan la normalización del sistema de licencias automáticas y no automáticas.

Sellaro, incluso, va más allá. Dice que no observa mala fe por parte del Gobierno (con respecto a la política de importaciones) y que “están llamando a los importadores para que bajen las compras.

Lo que pasa es que algunos corrigen y otros no. Con la buena voluntad no alcanza”, subraya. Sorabilia, de Pro Tejer, también admite que “el 70% del sector está bajo el régimen de licencias no automáticas”, por el cual el ingreso de mercaderías de esas posiciones exige un mayor control por parte de la Aduana.

En una reunión con varios gremios de rubros afectados por las importaciones, Cabrera y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, prometieron impulsar una ley de “Compre Nacional”, para incentivar la producción local. El alcance de la medida, que se limita a las compras que realiza el Estado, no terminó de conformar a los sindicalistas, según consignó Clarín.

Hernán Hirsch, director de FyEConsult, examina que el actual contexto favorece la importación. “Con el tipo de cambio real, con el dólar retrasado y en una tendencia que se agrava, y con política fiscal expansiva, hay varios sectores intensivos en empleos que están sujetos a una fuerte competencia extranjera”, dice y añade que no hay que pensar en medidas a la medida de cada sector. Para Hirsch, “los problemas macroeconómicos se resuelven con políticas macro”.

Para el actual Gobierno, los problemas heredados del régimen de importaciones fueron múltiples. El analista en consumo masivo de la consultora Nielsen, Facundo Aragón, comenta que la implementación de las DJAI causó dos complicaciones cruciales: “Por un lado, se produjeron faltantes de productos en varias categorías que no compiten con la producción nacional (pilas, maquinitas de afeitar, algunas cremas premium y hasta tampones). Y por otro, escasearon insumos para producir localmente fragancias, químicos y algunos artículos de limpieza”.

Textiles Fuentes del sector explican que muchas marcas dependen de importaciones de bienes intermedios (telas, por ejemplo) para la confección de prendas. Mientras que otros reclaman un mayor control al ingreso de indumentaria de bajo costo, sobre todo de China.

“La discusión con el Ministerio de la Producción consiste en ver cómo se recupera el nivel de actividad perdida el año pasado. En 2016, el consumo textil cayó 15% y pasamos de tener un mercado de 500.000 toneladas producidas a uno de 425.000”, grafica Jorge Sorabilia, presidente de la Fundación Pro Tejer.

Las importaciones textiles aumentaron 7%, medido en cantidades, lo que en apariencia no resulta tan significativo. Sin embargo, Sorabilia aclara que ese índice no refleja el daño producido en cada segmento. “La producción textil para indumentaria cayó 28%, y para prendas de cama, mesa, sábanas y toallas, cerca del 41%”, agrega.

El directivo, de todos modos, cree que la principal dificultad es la contracción del consumo. “La industria se ajustó un 25%. Hay que ver cómo reactivamos el consumo, que nos comprende a todos: fabricantes e importadores”, explica. Igual, cree que el Gobierno debería evitar la importación desmedida.

A la hora del balance de lo ocurrido en 2016, el directivo señala que la derogación del régimen de DJAI por parte del Ministerio de la Producción fue apresurada y sin medir las consecuencias.

 “Las DJAI acumuladas, que se aprobaron de golpe, dispararon las importaciones. En el primer semestre, la entrada de mercaderías desde el exterior aumentó 23%. Después admitieron que se equivocaron”, remarca.

El Gobierno, aclara Sorabilia, reforzó los controles en el segundo semestre. “Pero la industria hoy está más débil; no tenemos rentabilidad, no tenemos escala y necesitamos dialogar con el Gobierno”, dice.

Con respecto a una eventual ley de Compre Nacional (restringida a las compras del Estado), Sorabilia cree que es una señal positiva. “Si se aplica bien en la compra de guardapolvos y uniformes, por caso, podría generar trabajo”, concluye.

Calzado El consumo aparente de calzado en la Argentina creció en forma constante en los últimos años. Tras quebrar el récord de 147 millones de pares en 2015, la demanda cayó el año pasado 6,2%, lo que representa 138 millones. Es el segundo registro más alto del sector, según cifras de la FAICA (Federación Argentina de la Industria del Calzado y Afines).

Sin embargo, entre 2015 y 2016 el componente de los importados saltó “de 21,6 millones de pares a 27,4 millones”, puntualiza Alberto Sellaro, presidente de esa cámara empresaria. Esto significa –aplicando las reglas básicas de las matemáticas– que se produjeron 11 millones de pares menos.

El sector del calzado está compuesto por 2.300 empresas (en su mayoría Pymes) y 45.000 empleados directos y otros 35.000, indirectos.

“Tenemos muy buena relación con Cabrera, tiene un equipo con gente joven, son muy amables, pero el Gobierno debería fijarse más lo que ocurre con la industria”, dice Sellaro.

Y advierte que muchas empresas y proveedores están afrontando dificultades debido a la contracción en las ventas y las mayores importaciones. “Están apareciendo muchos cheques rechazados, como hacía muchos años que no se veía”, se queja.

Sellaro enumera que la cadena industrial del calzado compromete a varios sectores más, proveedores de insumos, como químicos, textiles, cuero, metalmecánica, gráfica, maderas y plásticos, entre muchos otros. “Convivimos con todos ellos; si nos caemos nosotros, perjudicamos a unos cuantos”.

Al igual que otros rubros, las importaciones no impactan de igual modo: los fabricantes, por un lado, afrontan una mayor competencia con la mercadería importada (sobre todo zapatillas de alta gama), en un contexto de retraso cambiario. Pero los comerciantes, en gran medida, disponen de una oferta más variada para abastecer a los clientes.

Sellaro analiza que el tema es más complejo de lo que aparenta. Recuerda que recientemente, Puma cerró su planta en La Rioja, donde trabajaban 350 empleados. “Puma era la única empresa internacional que producía en el país. Dijeron ‘para qué vamos a producir acá si podemos traer todo de afuera’”, sentencia.

 “¿Las perspectivas para 2017? cerrar con 114 millones de pares, igual que en 2016”, finalizó.

Muebles

Unas 5.600 empresas integran la industria del mueble. A pesar de registrar una caída en las ventas del 18% el año pasado, en el sector, compuesto de 97% de Pymes, “no hubo cantidades importantes de despidos”, reconoce Juan Garat, director de CAFYDMA (Cámara de Fabricantes de Muebles, Tapicería y Afines).

En rigor, la actividad en el sector se contrajo el año pasado 10,1%, mientras que las importaciones crecieron 3,5%, según indica el informe de la FyEConsult.

Garat señala que la mayor parte de productos ingresados al país que compiten con la producción local (colchones, tapicería, muebles, entre otros) vienen de China, Corea y el sudeste asiático. El directivo dice que tiene buen diálogo con el Gobierno y que trabajan en conjunto para elaborar reglamentaciones que frenen la competencia desleal.

La industria del cuero y productos manufacturados con cuero (marroquinería) es un sector muy atomizado. Está integrado por más de 400 pequeñas fábricas y 7.000 empleados registrados.

Por la caída del consumo y las importaciones, el año pasado “cerraron 39 fábricas y se perdieron 140 puestos de trabajo”, dice Ariel Aguilar, presidente de CIMA (Cámara Industrial de las Manufacturas de Cuero y Afines). Pero el directivo aclara que esos cierres y despidos se producen “por goteo”, debido a las características del sector.

Con respecto a la entrada de productos del exterior y a la derogación del régimen de DJAI, Aguilar sostiene que la decisión de autorizarlas de golpe “fue una decisión política”, pero aclara que la apertura de las importaciones se mantuvo en forma constante a lo largo del año: “En el primer semestre, la cantidad de productos aumentaron 31% y en el segundo, igual”, subraya el directivo.

 Aguilar sostiene que le plantearon el problema al Gobierno y que por ahora no hubo resultados concretos. “La respuesta que nos dieron es que ellos no pueden intervenir en esas cuestiones y que no pueden manejar discrecionalmente las importaciones. Nosotros le presentamos hace unos meses un proyecto de ley de promoción de la actividad. Y tampoco pasó nada”, dice.

Estadísticas elaboradas por la consultora FyEConsult señalan que la actividad económica del sector cayó en 2016 un 3,8%, mientras que las importaciones subieron 14,4%.