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La expresidenta vive prácticamente recluida en una mansión de las afueras de Madrid y con escaso contacto social                  
27/03/2017 - 13:12hs

A 41 años del golpe de Estado que terminó con su presidencia y la encarceló, María Estela Martínez de Perón, más conocida como Isabelita, viuda del general Juan Perón, sigue a los 86 años viviendo cerca de Madrid y sin romper el silencio.

Aislada de la vida social, vive recluida en su casa, un chalet ubicado en un barrio cerrado a 32 kilómetros de la capital ibérica. A fines de la década de 1990, Isabelita decidió mudarse a Villafranca del Castillo, un conjunto residencial de alto nivel de parcelas independientes, con amplios chalets, situado al noroeste del término municipal de Villanueva de la Cañada, dentro de la Comunidad de Madrid.

Su casa, un adosado de 250 metros y tres plantas, cuenta con un jardín de casi 50 metros de fondo que, si bien no figura a su nombre en los registros de catastro, "es de su propiedad". Allí vive confinada, en compañía de una mujer que la cuida y la acompaña, y de un chofer, que conduce un Audi A6 gris y suele trasladarla por el pueblo y, en otros tiempos lejanos, por las calles de Madrid.

Apenas llegada al barrio, la primera mujer que presidió la Argentina comenzó a frecuentar la parroquia de Santa María Soledad Torres, distante a unos 300 metros de su domicilio. El sacerdote y fundador de la parroquia, el padre Enrique Lázaro, es quien le lleva a su casa en persona la comunión, después del servicio religioso.

Si bien Isabelita no dejó de asistir a misa, su presencia en la parroquia se fue haciendo cada vez menos habitual.

"Hace mucho que no la veo por aquí", contó a la agencia Télam Mari Paz Casal, una vecina de 77 años que asiste en la parroquia al padre Enrique durante el servicio de la comunión, y le ayuda a repartir las hostias entre los fieles.

"Igual el que sabe muy bien es el padre Enrique, con ella tiene una relación de familia, se conocen hace muchos años, porque sus padres, ya eran amigos de ella y del general Perón", contó Casal.

"Es una buena mujer, pero le ha tocado en suerte lo que le ha tocado", acotó.

"Hace un par de años se montó una aquí que no veas, vinieron muchos periodistas y fotógrafos, y el padre me dijo 'diles que se vayan' y yo salí y les pedí que se retiraran. Cómo no se iban, Isabel tuvo que salir por la puerta de atrás", concluyó Casal.

"Ella está muy bien de salud, e incluso está muy bien mentalmente, aunque con los achaques de la edad, claro", comentó el padre Lázaro una vez terminado el servicio religioso de las 13 horas del domingo.

"Isabel sigue viniendo a misa, es que estos días está muy frío y por eso no está saliendo de su casa", prosiguió. "Está muy cansada del asedio de los periodistas y fotógrafos, la han cansado y no hablará con nadie", aseguró el párroco.

A diez años del último intento de extradición, la fiscalía argentina evalúa requerirla nuevamente a España, acusada de crímenes perpetrados por la Triple A.

Quizá por eso su casa volvió a tener las ventanas con las persianas bajas, según dijo Marta García, una vecina que vive a metros de la residencia de la ex jefa de Estado.

Tal vez por eso también sus caminatas se circunscriben al radio del barrio cerrado donde vive. "Yo sí la he visto y en reiteradas veces", aseguró la vecina. "Sale acompañada por la señora que la cuida, por sus propios medios, no usa ningún bastón. Van hasta allí, giran a la izquierda por Valle de Ulzama y luego regresan", detalló, señalando el circuito que suele recorrer durante las caminatas que realiza por las tardes.

"El único contacto que tenemos o que tiene es el saludo, es muy cortés y correcta y también agradable, va siempre muy bien arreglada. Se la ve saludable y con buen aspecto", agregó su vecina.

Lo cierto es que Isabelita está dispuesta a guardar un estricto silencio. Su acompañante y cuidadora, con gentileza y a través del portero eléctrico, dijo a esta periodista: "La señora está de viaje y no sé cuándo regresará", aunque ante la insistencia, tajante, confirmó: "La señora prácticamente no sale de su casa, y ni siquiera está yendo a la iglesia, mire lo que le digo".

Su círculo de amistades se ha estrechado, y, además, de frecuentar al padre Lázaro, la sigue acompañando Octavio Acebes, un psicólogo, astrólogo y parapsicólogo amigo de la ex presidenta desde hace más de cuarenta años.

"Ella está muy bien, física y psicológicamente muy bien", aseguró Acebes. "Se cambió el color de pelo; ahora lo lleva color castaño oscuro, recibe a la peluquera en su domicilio tres veces por semana, y siempre la verás maquillada con base, se maquilla el cuello y el escote y también las manos. Se cuida, come bien, carnes bien hechas con ensaladas y verduras de estación, también frutas; una persona que se cuida así no está deprimida", comentó.

Acebes contó que "hablamos entre tres y cuatro veces por semana; está muy lúcida y muy bien. Pasa la mayor parte del tiempo en su casa, da caminatas cortas o sale a pasear en su coche, junto a su chofer".

También indicó que "hace un mes estuve en su casa, le llevé pastas de Mallorca, y las tomamos con té con leche. Luego, salimos a dar una vuela en su coche y con su chofer por el pueblo", indicando que la ex presidenta ya no viaja a Madrid.

"Solemos hablar sobre la una de la tarde; ella almuerza recién a las tres; comentamos sobré cuestiones del día a día, cómo se siente, qué hemos hecho uno y el otro", aseguró.

En "Polo 4", una de los cuatro bares del pueblo, Javier García, el camarero, dijo desde detrás de la barra que "aquí a la señora la he visto en una ocasión, pero varias veces en la calle, montada en su coche, con el chofer".

A 41 de su derrocamiento, ¿cómo vive estas fechas María Estela Martínez de Perón? ¿qué sentimientos le despiertan?, se le preguntó a Acebes. "Ninguno", respondió el amigo de la ex mandataria.