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La bodega está presentando en sociedad la cosecha 2016 de este vino joven del Valle de Uco, que viene con packaging renovado incluido 
31/03/2017 - 20:43hs

“El Chardonnay es la reina de las variedades blancas. Es la cepa con la que cada enólogo demuestra que tiene talento. Cuando se está degustando un Chardonnay hay que pensar qué es lo que quiso expresar el enólogo en ese vino”, explica la reconocida enóloga Susana Balbo y quien comanda la bodega que lleva su nombre. 

Esta declaración tan precisa sobre el desafío que representa esta variedad pero, sobre todo, el potencial que tiene para que un enólogo pueda transmitir su estilo de manera muy clara, realmente cobra sentido cuando se degusta la cosecha 2016 de Críos Chardonnay. 

Hoy por hoy, está más delimitada que nunca la división entre los dos estilos contrapuestos de Chardonnay

Por un lado, están los “old school”, dominados por la fruta bien madura –llamémosle “tropicalización extrema”- y las barricas empalagosas, con mucha vainilla al frente. 

En la vereda de enfrente, tras haber ganado terreno hace pocos años, se encuentran los Chardonnay extremadamente frescos y filosos, de a ratos mordientes. Algunos de ellos, incluso, no presentan ni rastros de la característica oleosidad que es marca registrada de la variedad. 

Por suerte, en el medio hay un carril que está siendo ocupado por los Chardonnay más sutiles. Esos que no abusan de los extremos y que hacen del equilibrio todo un dogma de fe. 

Son vinos elaborados por enólogos que no piensan que todo es blanco y negro en la vitivinicultura. Por técnicos que alumbran vinos poniéndose en el lugar de los consumidores y que no se embarcan en silenciosas batallas estilísticas que se dirimen al interior de esta industria. 

Sobre ese carril avanza este Críos Chardonnay 2016, que proviene de viñedos ubicados en la zona de Los Árboles y San Pablo, en Valle de Uco. 

Una de las claves, según explica José Lovaglio Balbo, hijo de Susana e integrante del equipo enológico, está en que el añejamiento en roble francés alcanza sólo los 3 meses y únicamente el 30% del vino pasa por barricas.

El resultado es un ejemplar con una paleta en alta definición; tan expresiva que se entiende el concepto apenas se acerca la copa: hay frutas de pepita (muchas), toques cítricos en primer plano y un dejo tropical que recuerda al ananá pero bien leve. El paso breve por madera se traduce en un trazo tostado apenas perceptible.

En boca es grácil y delicado, algo etéreo, dentro de lo que permite la variedad. La acidez, como era de esperar, dice presente y le imprime algo de vértigo. Pero igualmente, en ningún momento renuncia a la delicadeza

Es fresco, habla más de frutas de tonos “verdes” que de madurez, pero así y todo nunca deja de ser equilibrado. 

Cuesta $190. Quien busque este estilo tan preciso, no se sentirá defraudado. 

© Por J.D.W. - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - [email protected]