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El líder de Cambiemos le dio una respuesta muy kirchnerista a los sindicalistas: si van contra su modelo económico, ganen las elecciones
08/04/2017 - 14:52hs

El presidente Mauricio Macri se subió a la ola que desató la multitudinaria marcha en apoyo al Gobierno y a las instituciones democráticas. Y desde allí enfrenta al kirchnerismo y al sindicalismo que le hizo el primer paro nacional.

A los dos sectores les mandó el mismo mensaje. Si quieren confrontar el modelo económico, que lo hagan en las elecciones legislativas de octubre próximo.

En realidad, el mensaje de Macri en algo se parece a la frase que solía usar Cristina Kirchner para torear a la oposición, cuando decía que si querían gobernar que armaran un partido político y se presentaran a elecciones.

Sucede que Macri y su círculo rojo están más convencidos que nunca de que deben aprovechar la grieta que está muy lejos de cerrarse en la Argentina para reeditar el discurso que lo llevó a la presidencia. Es la vuelta de Cristina o el cambio para mejorar el país, que en algunas cuestiones, sobre todo en las económicas, todavía busca Cambiemos.

Esta estrategia hace crujir algunas estructuras de esa alianza política, aunque sus integrantes coinciden en que las Legislativas son una barrera que deben pasar con éxito si quieren afianzarse como una alternativa de cambio en la Argentina.

El propio Macri lo admitió horas antes del paro, cuando dijo que no ganar las elecciones de este año, sería un fracaso. En este sentido, la relación con los gremios es de vital importancia para este y cualquier gobierno.

Un estado permanente de conflicto, como el que se vivió durante marzo, hace inviable el progreso de cualquier proyecto económico.

Con las dos CTA, la kirchnerista de Yasky y la histórica de Micheli, el gobierno no tiene posibilidades de un acuerdo cercano y sus dirigentes ya anunciaron que seguirán con las protestas hasta que caiga el modelo económico.

 A pesar de los esfuerzos de Micheli, detrás de cada protesta de las dos CTA se ve la mano kirchnerista y el aliento de Cristina.

Sin embargo, y más allá de los cruces verbales, el gobierno apuesta a generar avances en la relación con la CGT, aunque Macri no les dejará pasar así nomás la contundencia que la huelga tuvo en algunos sectores, como el transporte, que paro en su totalidad y afectó la actividad laboral durante el jueves.

Apoyado en una encuesta que le marcó al gobierno que la mayoría de los argentinos no quería el paro, Macri salió a correr a los gremios por donde más les duele. Los instó a modificar el sistema de elección de sus conducciones e incluir el voto electrónico y el cupo femenino.

Además, propuso que aquellos sindicalistas que tengan procesos judiciales abiertos o estén procesados no sean candidatos.

En realidad, esta última propuesta es un arma de doble filo. ¿Por qué proponerlo para los sindicalistas y no para los políticos o quienes se propongan para elecciones legislativas o presidenciales?

Lo cierto es que Macri está convencido de que tiene que dar pelea a la CGT, CTA o como se llame. Cree que puede completar el camino en el que fracasó el entonces presidente Raúl Alfonsín, cuando quiso democratizar los gremios y le faltó un voto en el Senado para lograrlo.

Para algunas cuestiones, pueden invocar como lo hizo en el Boletín Oficial, al artículo 14 bis de la Constitución Nacional cuando se refiere a "una organización sindical libre y democrática".

Pero si quiere una modificación en serio de la vida de los gremios en la Argentina, tiene que reformar la ley de Asociaciones Sindicales. El frustrado sueño de Alfonsín.

Mientras tanto, debe seguir negociando con la CGT. Con los mismos sindicalistas de siempre. Con algunos de sus viejos conocidos.

La CGT está convencida de que el paro nacional fue un éxito y quiere recobrar protagonismo. Mostrarse como la única alternativa de paz social cierta en la Argentina, frente a sonidos de guerra de las CTA y el accionar piquetero de la izquierda. Por eso imagina una amplia mesa de diálogo donde se siente junto a las cámaras empresarias para discutir la efectividad del modelo económico.

Sin embargo, Macri imagina otro escenario de diálogo. Los acuerdos por sectores, como los alcanzados con petroleros, mecánicos y con la construcción. En esa línea, el gobierno piensa acordar próximamente con los representantes de las industrias textil y del calzado.

Cuando se trata de sentarse a discutir, los sindicalistas se muestran más cómodos frente a los ministros Triaca (Trabajo), Cabrera (Producción) o Carolina Stanley (Desarrollo Social) porque saben que la dureza y la intransigencia la encontrarán en el trío más temido del gobierno: Peña-Lopetegui-Quintana.

Pero, cuando baje la espuma de las olas sobre las que surfean Macri y la CGT, cada uno aferrado a su verdad, todos volverán a verse las caras, a conversar y a negociar. No tienen otra salida.

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