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La bodega patagónica acaba de presentar en sociedad un nuevo integrante de la familia Primogénito Sangre Azul. Precio y características
28/04/2017 - 20:36hs

En los últimos años se había dado una suerte de “carrera armamentista” por la cual muchas bodegas tenían como meta presentar vinos blancos cada vez más ácidos, mordientes y filosos

Esa acidez, ciertamente, divide aguas. Algunos defienden este estilo como contraposición a los ejemplares “old school”, donde manda la madurez y en los que la madera –principalmente en el caso de los Chardonnay- es uno de los actores protagónicos. 

Para otros, ese filo acerado puede llegar a incomodar y lo consideran más una suerte de “mensaje” al interior de la industria. Una suerte de diálogo silencioso entre bodegueros y enólogos, con el que muestran, de manera radical, su postura en este duelo de estilos. 

Por suerte, en la industria vitivinícola argentina hay diversidad. Y por suerte hay bodegas que todavía piensan en el consumidor

En ese camino se embarcó la bodega patagónica Patritti cuando decidió elevar la vara de los Chardonnay patagónicos y lanzar un nuevo integrante de la familia Primogénito Sangre Azul, que se destaca por su elegancia y su porte apenas solemne

Esta línea hasta ahora consistía en una única etiqueta: un Merlot que se había convertido en uno de los lanzamientos del año pasado. 

Ahora, desde San Patricio del Chañar, provincia de Neuquén, Patritti suma un Chardonnay cosecha 2016 que, tal como explicó a iProfesional el propietario del proyecto, Rubén Patritti, viene a recuperar la esencia de los blancos pensados para sentarse a la mesa y acompañar un plato. 

Es un vino para comer”, sintetizó el bodeguero. 

Lo interesante de esta etiqueta es que para su elaboración sólo se destinaron algunas hileras puntuales del viñedo de 130 hectáreas. 

“Ya llevamos bastantes cosechas y hemos identificado las mejores plantas. Por eso cosechamos por separado y una parte la fermentamos en barricas y otras en pequeños tanques de acero”, detalló Patritti sobre el trabajo realizado con este vino, que consiste en una partida limitada de apenas 3.000 botellas y cuenta con la firma del enólogo Nicolás Navio.

El resultado es un ejemplar consistente, de nariz elegante y profunda, con notas de frutas tropicales y blancas maduras, toques de miel y un dejo tostado sugerente. La paleta no está exacerbada y lo interesante es que conserva el equilibrio, sin empalagar de entrada. 

En boca es un vino de paso redondo, con un agradable graso y una acidez que si bien está a años luz de ser mordiente sí se palpa y le aporta algo más de ligereza y frescura

Hacia el final, largo, deja un recuerdo a frutas de pepita y algo de frutos secos

Luego de una gran tanda de lanzamientos de vinos blancos diseñados básicamente para acompañar frutos de mar en un chiringuito de playa –como diría la periodista Elisabeth Checa-, es gratificante que una bodega vuelva a desempolvar un traje de gala para un Chardonnay que gana por su elegancia y su cuota de solemnidad

Tiene un precio sugerido de $500. Para quien busque un blanco 100% gastronómico, encontrará un buen acompañante.