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Se prepara para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, mientras que con Sudamérica no tiene que revisar ningún acuerdo
11/05/2017 - 15:43hs

El presidente estadounidense Donald Trump ha tenido palabras y acciones poco agradables hacia México y por el contrario, cubrió de amabilidades al presidente argentino, Mauricio Macri.

De acuerdo con ABC, más allá de relación amistosa antigua que tiene con Macri, Trump debe apreciar sobre todo que la balanza comercial entre Estados Unidos y Argentina beneficia al primero de los dos países, y por tanto no hay nada que revisar. 

En cambio, se propone renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que ampara el intercambio comercial con México, porque los mexicanos venden más a EE.UU. que a la inversa.

Argentina importó en 2016 bienes y servicios de EE.UU. por valor de u$s7.025 millones, mientras que sus exportaciones a ese país fueron de u$s4.923 millones, cifras que arrojan un superávit estadounidense de 2.101 millones de dólares (en 2015 el monto fue el doble). La balanza es negativa para Argentina desde 2005.

Pero no es solo una cuestión económica (ni migratoria, en lo referente al Muro), también es estratégica. El desarrollo de México está tan relacionado con EE.UU. que Washington no tiene que hacer gran esfuerzo para asegurarse de que su vecino del sur se mueve dentro de unos parámetros deseables.

Sin embargo, a Argentina debe ganarla para que se alinee de acuerdo con sus intereses. Y es interés estratégico permanente de Washington que Argentina actúe como su socio de referencia en el marco de Sudamérica.

En Sudamérica como tal, Brasil aspira a ser el hegemón subcontinental, como único país que supuestamente puede intentar rivalizar con Estados Unidos, y Argentina es, por su parte, también el único país que puede contrarrestar a Brasil (y eso puede hacerse sin dejar de potenciar la colaboración mutua entre los dos países vecinos en Mercosur).

Si bien la diplomacia de Henry Kissinger llevó a EE.UU. a mantener una “relación especial” con Brasil, dado que la dictadura militar era concebida como la mejor barrera frente a la extensión del comunismo, el fin de la Guerra Fría ha dejado de lado los parámetros ideológicos.

Kissinger propició la búsqueda de un gran socio en cada región para fortalecer un cordón sanitario planetario frente a la URSS. Hoy, EE.UU. debe evitar que en cada región surja un hegemón que le reste influencia, y una manera de conseguirlo es elegir socios que contrapesen esas potencias regionales.

De acuerdo con el experto geopolítico George Friedman, EE.UU. debiera “pensar el mundo en términos de distintas regiones, y hacerlo creando equilibrios de poder junto con socios de coalición”.

La meta estratégica estadounidense es “prevenir que emerja cualquier otra potencia que pueda retarle en cualquier rincón del mundo”.

En La próxima década (2011), Friedman indica que en los próximos años "al tiempo que mantiene amistosas relaciones con Brasil, Estados Unidos debería también hacer todo lo que pueda para fortalecer Argentina, el país que podría servir de contrapeso".

Durante los doce años de la era Kirchner, las relaciones entre EE.UU. y Argentina pasaron por momentos de dificultad. Terminado ese período, las relaciones se han recompuesto muy rápidamente. 

Poco después de que Macri asumiera la presidencia en diciembre de 2015, Barack Obama le visitó en Buenos Aires, y hace dos semanas Macri acudió a la Casa Blanca.