Mauricio Macri enviará tras las elecciones una reforma tributaria con eje en la baja de impuestos al consumo y al cheque, pero aun no la negoció con los gobernadores y por lo tanto lejos está de tener garantizada su sanción.

En abril empezó a funcionar la bicameral para la reforma tributaria, donde expuso dos veces el secretario de Hacienda, Sebastián Galiani, pero no parece haber consenso pleno.

Presidida por el santafesino Luciano Laspina, este miércoles recibió a economistas de variadas corrientes (Daniel Artana y Gerardo Otero), pero pocos legisladores se acercaron a escuchar (faltó por segunda vez consecutiva Axel Kicillof, que en la primera reunión pidió mirar el eficiente gasto de países escandinavos), ya molestos por la falta de precisiones.

La mayoría espera detalles de un proyecto que Galiani y su equipo se reservan, pero ya sugirieron con un diagnóstico recurrente: la presión tributaria es muy alta (llegó a 32% del PBI en 2015), atenta la productividad, alienta la evasión.

El resultado es un déficit fiscal del 7%, financiado con deuda externa o emisión monetaria, según el Gobierno de turno.

Mediante un análisis comparativo, en su visita al Senado hace tres semanas el subsecretario de Ingresos Públicos Andrés Edelstein sostuvo que Argentina tiene una alícuota de IVA por encima de lo habitual y cuestionó el impacto del impuesto al cheque y el de los ingresos brutos, que recaudan las provincias y no puede tocar el Congreso.

"Hay muy pocos donde una jurisdicción genera un gravamen que se tributa aunque se gane o se pierda", aseguró Edelstein y apuntó que Europa tributa mucho más por la renta y en Latinoamérica no hay país que grave tanto el consumo con Argentina, sobre todo por Ingresos Brutos.

"El 30% de la recaudación de las provincias es por Ingresos Brutos. La que recauda más es la Ciudad de Buenos Aires", chicaneó el senador jujeño Walter Barrionuevo. Edelstein lo justificó en la baja coparticipación que recibe el jefe de Gobierno de turno, pero no alcanzó para cerrar un debate que viene para largo y es más complejo que balances contables.

Sin los gobernadores no hay ley posible desde diciembre y mucho más las que golpeen las arcas provinciales, como pasa cuando se bajan impuestos que son coparticipables.

Aun así, Nicolás Dujovne no esperó opiniones y ya tiene un bosquejo de la reforma tributaria, que se basa en bajar impuestos al consumo y al cheque y amentar los de la renta.

E iría acompañado de una ley de responsabilidad fiscal de las provincias, con retoques a ingresos brutos y límites al gasto.

Fue el adelanto que Nicolás Dujovne hizo a legisladores oficialistas que integran la bicameral, como el diputado radical Luis Pastori, que confirmó el diálogo a La Política Online.

"Hay que equilibrar la carga que hoy está muy volcada al consumo y debe ir más al patrimonio y la renta", sostuvo el misionero a LPO y confirmó que el ministro planea retocar "algunos impuestos al consumo y el que grava el cheque, que es muy regresivo. Pero va a ser una reforma gradual", garantizó.

Al margen de los tiempos, la posibilidad de que los gobernadores avalen alguna baja del IVA y al cheque (sólo se coparticipa el 30% pero cada vez recauda más) parece lejana en épocas de recesión.

E debate parlamentario empezó con un problema: en su afán de reducirse a un diagnóstico fiscal Galiani pecó de falta de tacto político al ignorar el impacto del gasto público.

"Usted tiene que entender que las provincias gastan más porque dan servicios", llegó a corregirlo el diputado pampeano Sergio Ziliotto, con didáctica primaria.

"Todos estamos de acuerdo en que hay que bajar la presión tributaria, pero también hay que reformar la coparticipación y ver que le llega a cada provincia", agregó el pampeano.

Ratificó que rechazará cualquier baja de impuestos provinciales, a riesgo de mermar servicios básicos como salud, seguridad y educación. "Tal vez no sea momento para una reforma tributaria y es preferible esperar una economía en expansión".

Marco Lavagna, del Frente Renovador, pidió en la primera reunión definir una política económica antes de hablar de números, pero aún no lo consigue.

"Todavía no hay mucha idea general ni nada avanzado", se lamentó ante LPO y reclamó "una baja de impuestos al consumo a alimentos y sustituirla por impuestos a la renta o a la herencia", o sea, algo parecido a lo que habla Dujovne con los suyos.

Lavagna advirtió que no hay que exagerar en pedir bajar el gasto a las provincias, "porque aportan el 60% del gasto consolidado", pero se anima a debatir una ley de responsabilidad fiscal con los gobernadores.

La última norma de ese estilo la logró su padre cuando era ministro de Economía y dejó límites precisos a los gobernadores, como el tope para tomar deuda externa. 

El Frente para la Victoria casi no participa, pero Cristina Kirchner ya adelantó en su entrevista con C5N que no coincide en bajar el IVA a alimentos. "Se probó y sólo se aumenta la ganancia",  recordó

La socialista Alicia Ciciliani coincide con la ex presidenta en que bajar impuestos no tiene sentido.  "No hay que bajar el nivel de gasto, lo que falta en Argentina son bienes públicos de calidad, como educación, seguridad, salud e infraestructura. Si bajamos el gasto será imposible mejorarlo", consideró.

"Hay que consolidar los impuestos a la renta y eso no se logra bajando las retenciones a la minería. Tenemos un nivel de recaudación inmobiliaria irrisoria", se quejó Ciciliani.

Aceptó que hay una alta carga impositiva sobre los salarios que complica la productividad, pero propuso cambiarla con un plan de financiamiento.

"Hay que pensar todo el sistema de seguridad social de nuevo, porque es cierto que el empleo no registrado no baja desde los 80. Tenemos que pensar como lo financiamos y yo creo que es con los impuestos a la renta", insistió. Deberá esperar a octubre.