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En 30 años, la presión tributaria se duplicó en la Argentina hasta llegar al mismo nivel que hoy poseen los países desarrollados
02/07/2017 - 13:53hs

Un estudio del IARAF (Instituto Argentino de Análisis fiscal) revela que, en promedio, el 44% del precio de los alimentos corresponde a impuestos nacionales, provinciales y municipales que pegan sobre el valor final de un producto de manera directa o indirecta.

Del 17% de presión tributaria que el país tenía en promedio hace 30 años, este año se cerraría en 32,6% del PBI. Esta escalada no fue consecuencia de una reforma integral, sino de una forma de recaudación que implementaron los sucesivos gobiernos en momentos de escasez.

Cambios en las alícuotas o en la base imponible fueron las herramientas más usadas. Sobre esto, lo que empezó como un tributo de emergencia, como el impuesto al cheque, terminó consolidándose como una piedra angular de la recaudación.

Después de haber tocado un pico de 34% en 2014, la presión tributaria consolidada tuvo una leve baja, a partir de los cambios en Ganancias y Bienes Personales. Sin embargo hoy sigue ubicada en el nivel cercanos al promedio de la OCDE, que es del 34,2%, aunque con servicios e infraestructura más cercanos a los de los países en desarrollo.

Para llegar a este porcentaje, el IARAF contempla toda la cadena comercial, desde los insumos hasta que el producto llega a la bolsa del consumidor final.

Esto incluye a los tributos que afectan directamente a las empresas (por ejemplo, el impuesto a las Ganancias), como a sus empleados (componente previsional) o al consumidor final (IVA). También incide el impuesto a los Ingresos Brutos, promediando las distintas alícuotas que existen y los impuestos municipales, entre otros.

En el caso de los alimentos, en un producto como el chocolate, que está gravado con el IVA al 21%, el costo impositivo contenido en el precio final de venta es del 44,10%, lo que supone entre 7 y 8 puntos porcentuales más que en el 2000, por lo que la presión tributaria se incrementó entre 20 y 25 por ciento.

El tributarista Miguel La Vista, del estudio La Vista Casal, señaló a Clarín que Ingresos Brutos "es un impuesto que está tan mal diseñado que en cada etapa de la producción, distribución, comercialización mayorista y comercialización minorista se paga una y otra vez, sin que esto genere derecho a crédito en la etapa siguiente. Cualquier estimación razonable muestra que Ingresos Brutos impacta entre 11 y 12% en el precio de venta final". 

El efecto de esta distorsión sobre los precios es uno de los motivos por los que los argentinos copan Chile para hacer compras. Según La Vista, el costo de la seguridad social en Argentina representa el 50% del salario de bolsillo de un trabajador, frente al 32% en Chile.

“Este impacto sobre los costos de contratación indudablemente influye a la hora de la determinación del precio final”, a lo que se suma que los costos de importación de Chile son solo del 6% , en una economía de gran apertura comercial y con poca estructura productiva orientada al consumidor final.

En este contexto, se redoblan las presiones del sector empresario para bajar la presión fiscal, al mismo tiempo que los analistas advierten sobre la suba del gasto público y el peligro de que no se alcance la meta de reducir el déficit al 3,2%, prevista para 2018. Ante las demandas, el Gobierno promete que avanzará con una reforma fiscal pero sin afectar la recaudación.

En este contexto, según Clarín, el ministro Nicolás Dujovne apuesta a impulsar un proyecto que incluya medidas de responsabilidad fiscal —el 25% de la presión impositiva lo aportan provincias y municipios— y a pasar gradualmente de mayor impacto sobre el consumo a mayor presión sobre la renta.