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Pese a estar relacionado habitualmente con mujeres en edad premenopáusica, se trata de la disfunción sexual que más afecta a todas las edades
25/07/2017 - 17:35hs

Que una mujer no quiera mantener relaciones sexuales puede ser por una cuestión de falta de deseo, ánimo o por una disfunción sexual.

Distintas investigaciones, como la llevada a cabo por la Universidad finlandesa de Turku, explican que las variaciones de la libido dependen principalmente de factores vinculados a la pareja.

Las causas de esta disminución en las ganas de tener sexo también pueden estar relacionadas con la ingesta de algún tipo de medicamentos, como la píldora anticonceptiva o las pastillas antidepresivas.

Pero el problema puede tener la raiz en algo que vaya más allá del momento en el que se encuentre con su pareja o de un tratamiento que esté tomando.

Existen distintos trastornos que afectan al deseo sexual de la mujer y el más común de ellos es el Trastorno del deseo sexual hipoactivo femenino (TDSH), que se caracteriza por una falta de deseo y fantasías sexuales que causan cambios de humor, aflicción y angustia.

A pesar de estar relacionado habitualmente con mujeres en edad premenopáusica, se trata de la disfunción sexual que más afecta a todas las edades.

En Estados Unidos -por ejemplo- lo padece un tercio de la población femenina, según un informe del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oklahoma.

Por su parte, la Clínica Mayo apunta que un 40% de las mujeres lo sufrirá en algún momento de su vida.

Para superarlo es necesario acudir a un especialista, que decidirá cuál debe ser el tratamiento a seguir.

Las pautas varían desde cambios básicos en el estilo de vida, terapia psicológica u hormonal y en algunos casos medicación.

La "viagra femenina"

En el año 2015 la FDA, que es la administración encargada de evaluar y regular los alimentos y medicamentos a la venta en Estados Unidos, dio luz verde a la primera pastilla creada para tratar este trastorno de deseo sexual, tras haber rechazado su salida al mercado cinco años antes.

La llamada ‘viagra femenina' o flibanserina -su nombre técnico- no ha estado exenta de polémica.

El principal problema han sido sus efectos secundarios, que son tales -síncope, desmayos o hipertensión, entre otros- que -además de ser necesaria una prescripción médica- las mujeres que la compran deben rellenar un formulario según el cual aseguran entender y asumir los riesgos que conlleva su consumo.

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