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La bodega de la familia Zuccardi actualizó el packaging y amplió sus propuetas, poniendo el objetivo en ofrecer vinos con buena relación calidad-precio
03/11/2017 - 21:39hs

Una bodega clave de Mendoza, como Santa Julia, perteneciente a la familia Zuccardi, está encarando un importante proceso de renovación.

Fue a fines de los ochenta cuando la bodega inició su primer gran proceso de transformación; el cual prosiguió en los noventa, contribuyendo a cimentar las bases de la internacionalización de la vitivinicultura argentina. Ahora, está encarando una nueva etapa.

Ampliación de su portfolio, cambio de imagen, más investigación y desarrollo y profundización de las prácticas sustentables, forman parte de la estrategia que encaró la bodega, que nunca perdió su espíritu familiar.

“Detrás de todo lo que se hizo y se está haciendo, está la familia. No hay grupos inversores”, sintetizó Andrés Povedano, jefe de Marketing de Santa Julia.

Además, para reforzar esta idea de que es un proyecto creado e impulsado por personas, agregó que “los vinos de la bodega hace cerca de 27 años los viene elaborando el mismo enólogo: Juan Ruffo. A esta altura, Santa Julia es una de las marcas clásicas de la Argentina". 

En este contexto, la bodega está encarando un ambicioso proyecto que incluye el lanzamiento de nuevos vinos y un completo rediseño de sus etiquetas más tradicionales. 

Entre las novedades que se están presentando este año figuran: 

Santa Julia Malbec del Mercado 2016 – Precio sugerido: $205

Hasta ahora, era un ejemplar que se comercializaba en los mercados internacionales y en la propia bodega, emplazada en Maipú. Sin embargo, dada la buena recepción que tuvo, decidieron comenzar a venderlo en el mercado interno. 

"Es un Malbec que surgió con foco en los Estados Unidos, de la mano de consumidores que buscan productos cada vez más frescos. Y lo interesante de este vino es que sólo se venderá en vinotecas", apuntó Povedano. 

En cuanto a las características, la cosecha 2016 de Malbec procedente de los viñedos que poseen en Vista Flores, Valle de Uco, es bien clásica. En nariz se percibe una fruta roja que se manifiesta en un primerísimo plano, sin intervención de la madera. Suma unos toques de flores, definiendo una paleta simple y efectiva. En boca es un vino que es puro equilibrio: tiene un andar fluido, taninos completamente domados y una frescura que se percibe natural, sin sobreactuaciones. La conclusión es que se trata de un gran best value, con una buena relación calidad-precio. 

Tintillo Malbec – Bonarda 2017 – Precio sugerido: $190 

Desde la propia etiqueta proponen beberlo refrescado. Sucede que es un clásico vino tinto elaborado mediante la técnica de fermentación carbónica, es decir, la que se realiza con el grano entero en los tanques de acero. Esto le imprime una nota explosiva y exuberante de frutas rojas, bien crujientes. En boca muestra paso ligero y suelto, baja carga tánica y una simpleza general que lo hace muy fácil de beber. Sin dudas, uno de los hits del próximo verano. Ideal para desenroscar un mediodía al sol, mientras se enciende el fuego para un asado. 

Entre los ejemplares que llegan con una estética totalmente renovada, figuran los de la línea Santa Julia Varietales. Entre el abanico de opciones, Vinos & Bodegas recomienda: 

Santa Julia Sauvignon Blanc 2017 – Precio sugerido: $120

Se trata de un blanco que tiene un mérito: ofrece mucho más que lo que cuesta. En nariz entrega buena expresividad y, muy importante, una excelente tipicidad, con un buen balance entre fruta blanca y los toques herbáceos. De paso algo definitivamente ágil, posee una acidez que, sin llegar a ser filosa, le da presencia en boca. Deja un recuerdo levemente cítrico, que permanece.

Santa Julia Malbec 2017 – Precio sugerido: $122

Un Malbec de estilo bien clásico, con una aromática directa, netamente frutada, que no apuesta por la complejidad. Su paleta es directa y realmente funciona. En el paladar hay una continuidad: ofrece una entrada amable y taninos pulidos, volviéndolo muy bebible. Pero no es un vino que va por el camino fácil: no cae en el recurso predecible de ofrecer azúcar residual y forzar su golosidad. Su paso es seco y tiene cierta presencia, si bien nunca abandona esa fruta roja.

Un escalón por encima, se encuentra la línea Magna, que también llega con nueva estética, completamente diferente a la anterior. Entre ellos se destaca: 

Santa Julia Magna Corte 2014 – Precio sugerido: $245 

Se trata de un blend de Cabernet Sauvignon, Malbec y Syrah del Valle de Uco, que ofrece capas y profundidad, que hablan de fruta roja y negra, suaves tostados, dejos a especias, y toques suaves de crianza, como recuerdos a cacao. En boca es un vino amplio, con cuerpo y volumen. Se siente la columna que aporta el Cabernet Sauvignon, pero sus taninos están definitivamente pulidos, sin aristas. En su medio de boca se percibe más de esa fruta. La acidez está controlada, volviéndolo ideal para paladares universales. 

La bodega, que es pionera en la investigación y desarrollo, también decidió darle un lavado de cara a su interesante proyecto "Innovación", que le permite experimentar con cepas no tradicionales, que provienen de 17 hectáras que poseen en su viñedo de Santa Rosa.

Allí tienen más de 30 variedades diferentes y, cada año, presentan propuestas diferentes, permitiéndoles a los consumidores acceder a variedades no tan comunes y a precios más que razonables. 

De las numerosas propuestas, Vinos & Bodegas destaca: 

Santa Julia Innovación Carmenere 2017 – Precio sugerido: $190 

Una variedad que ofrece en nariz muchas pirazinas, que redundan en notas de pimiento verde, además de frutas negras. En boca se percibe nuevamente ese juego entre lo herbáceo y lo frutado, con un medio de boca amable y taninos dóciles. Ideal para quienes gusten de los Cab más "verdes" y estén en busca de algo diferente. 

Medioambiente y compromiso social, clavesLa bodega sintetiza buena parte de la vitivinicultura mendocina, dado que posee cerca de 800 hectáreas destinadas exclusivamente a Santa Julia en diferentes regiones de la provincia y que le permiten abastecerse del 65% de sus necesidades de materia prima. 

El resto se completa con uvas de productores con los que vienen trabajando desde hace varios años.

Lo interesante del proyecto es que gran parte de los viñedos que poseen se manejan sin ningún tipo de herbicidas ni plaguicidas.  

En total, poseen:  

• Una finca de 180 hectáreas en Maipú, que cuenta con certificación orgánica en su totalidad y donde se emplaza la bodega, en la que cada vendimia muelen 25 millones de kilos y producen cerca de 17 millones de litros.

• Una finca en Santa Rosa, de 475 hectáreas; de las cuales, 120 hectáreas también cuentan con certificación orgánica.

Dado que no se pueden utilizar fertilizantes químicos, en la bodega deben poner mucho foco en la producción de su propio compost.

“Todo el abono que utilizamos lo generamos en nuestra propia finca. Es una tarea que requiere muchísimo esfuerzo, porque para abastecer las 400 hectáreas necesitamos producir unas 7.700 toneladas de compost por año, incluyendo el humus de lombriz”, sintetizó Edgardo Cónsoli, ingeniero agrónomo de Santa Julia.

“Trabajar de manera orgánica es más costoso y también más laborioso. No es simple y hay que estar muy atento a todos los detalles, para tener los viñedos equilibrados. Pero la realidad es que el resultados es muy gratificante”, agregó Cónsoli.

Como en la finca de Maipú están emplazados Casa del Visitante y Pan & Oliva, dos de los tres restaurantes que son propiedad de la familia (el otro es Piedra Infinita, en Valle de Uco, que opera en Bodega Zuccardi), todas las hierbas que se utilizan proceden de una pequeña huerta orgánica.

La bodega también se propuso reflejar parte de la diversidad de la vitivinicultura de Mendoza, dado que posee otras dos fincas en Valle de Uco, claves para ampliar la paleta de estilos de sus vinos.

Ambas, que suman en total más de 130 hectáreas, se encuentran en Vista Flores.

“En Santa Julia tratamos de que todo sea sustentable y esto se trabaja desde distintos ángulos: desde la bodega y el viñedo, hasta la comercialización y la parte de responsabilidad social. Tenemos fincas orgánicas y, en las que no lo son, igual utilizamos fertilizantes naturales. También realizamos un muy cuidadoso manejo del agua, para no desaprovechar este recurso fundamental”, sintetizó Cónsoli.

El aspecto social también es clave en el proyecto, dado que la familia pone mucho foco en lograr un impacto positivo en la comunidad.

Para ello, tienen una línea de vinos con certificado de comercio justo, que permite generar recursos que se destinan a un fondo que luego es administrado por los propios empleados, el cual ya les permitió equipar un centro de salud, entre otras mejoras. 

En un proyecto colaborativo, junto con los gobiernos nacional, provincial y municipal, la bodega también aloja tres aulas, que permiten a los empleados terminar sus estudios. También hay un gimnasio equipado, en el que un profesor de educación física dicta clases durante la semana. 

En paralelo, la bodega cuenta con una guardería en su finca de Santa Rosa y pronto abrirá las puertas un segundo centro en Maipú.

“La idea es que los chicos puedan estar en un ámbito de contención, que puedan jugar y aprender y que no estén en los viñedos”, explicó Povedano

En paralelo, bajo la Fundación Zuccardi, se abrió un taller de costura, donde las esposas de los empleados recibieron capacitación y financiamiento para la compra de máquinas industriales para que tengan una salida laboral.

“La idea no era que sólo aprendieran costura. También se las instruyó y capacitó para que puedan elaborar presupuestos y poder cotizar sus trabajos no sólo a la bodega, sino también a otras empresas”, detalló.

Actualmente, en el taller trabajan siete mujeres que producen delantales, camisas, manteles, servilletas y hasta bolsas para vinos. 

Como señaló Cónsoli, se trata de un proyecto con un abordaje sustentable en diferentes niveles. Y el social, como es evidente, es uno de ellos.