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El nuevo terminal olfrece unas prestaciones abrumadoras. No obstante, la mayoría se encuentran en los también recientes iPhone 8 y iPhone 8 Plus
03/11/2017 - 12:54hs

El iPhone X, el nuevo dispositivo de Apple con el que se pretende dar un salto, celebra los diez años del lanzamiento de este producto, en medio de una gran expectación.

Sin embargo, siempre surgen algunas cuestiones y dudas. ¿Vale la pena comprarlo? ¿Sería conveniente esperar un tiempo?

Este terminal viene precedido de un deseo comercial de muchos aficionados de la marca de la manzana. Sus pilares básicos se pueden reducir a tres: una pantalla tipo OLED, la llegada de un sistema de reconocimiento facial llamado Face ID y un precio muy elevado.

En los últimos años la tecnología de imagen OLED, de la que firmas como Samsung o LG hicieron gala en los televisores despertó tanta admiración como recelo.

Este tipo de paneles orgánicos y que no dependen de la luz trasera consigue un resultado asombroso en algunos aspectos. Por lo pronto, negros más profundos y colores más intensos.

Valorado por unos, criticados por otros, la fabricación de estas pantallas que incorporan terminales recientes como el Samsung Galaxy S8, el Google Pixel XL o el LG V30 tiene varias limitaciones.

Requiere de un proceso de calidad muy exigente y pueden provocar algunos problemas como las zonas quemadas, así como diferencias dependiendo del ángulo.

Aún así, una de las claves diferenciales del iPhone X es, precisamente, haber apostado por incluir un panel OLED de gran calidad.

La pantalla del nuevo móvil, que en Apple denominan Super Retina, cuenta con una resolución de 2.436 x 1.125 y 458 píxeles por pulgada.

El iPhone X tiene unos acabados espectaculares. Fabricado en cristal y metal, presenta bordes redondeados y un diseño cuidado.

Tiene 5.8 pulgadas de pantalla, pero dado que se han reducido considerablemente los marcos, la sensación es estar ante un terminal bastante más pequeño y más compacto. Además, soporta HDR y Dolby Vision, dos tecnologías de imagen que ofrecen un gran resultado.

El diseño del iPhone X trae consigo una nueva experiencia. Por lo pronto, es el primer iPhone que carece de botón de inicio. En su lugar se reemplazó el sistema de desbloqueo mediante Touch ID -huella dactilar, muy extendido en la actualidad- por un nuevo sistema, llamado Face ID.

Se trata de un reconocimiento facial, que reconoce al usuario incluso en la oscuridad. Por el momento, parece un método fiable y rápido, pero genera algunas dudas acerca de su precisión en determinadas condiciones, como con anteojos oscuros. A raíz de este cambio, las aplicaciones y funciones del terminal se manejan de otra forma, que debe ir aprendiendo.

El diseño también dispone de una muesca (llamada "notch") en la parte superior de la pantalla que genera cierta controversia, sobre todo acerca de la adaptación de las imágenes y contenidos multimedia a este espacio al que le falta un trozo.

El iPhone X ofrece unas prestaciones abrumadoras. No obstante, la mayoría se encuentran en los también recientes iPhone 8 y iPhone 8 Plus, que pueden llegar a canibalizar la adopción del nuevo terminal.

Integra un procesador A11 bionic neural engine diseñado para la tecnología de aprendizaje automático, que junto con Face ID permite reconocer el rostro del usuario en tiempo real, y hace que sea muy difícil engañar al terminal, por ejemplo, con una fotografía.

En lo que respecta a la cámara, iPhone X presenta una dual vertical con dos sensores de 12 megapíxeles, y apertura F1.8 y F, así como estabilización óptica de imagen en los dos sensores, a diferencia del iPhone 8 Plus que solo uno de los sensores cuentan con esta estabilización.

En la parte frontal, cuenta con una TrueDepth Camera. Con esta combinación se consiguen efectos asombrosos y se puede jugar con la profundidad de campo. De nuevo, la calidad de imagen será un elemento clave a la hora de vender el terminal.

Hay dos versiones, una de ellas, la de 64 GB, muy escasa para los tiempos que corren. Otra de 256 GB, que es la que vale la pena, pero con todo el precio es muy elevado. Es el móvil más caro del mundo. Cuesta 1.149 dólares.