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Merkel se tambalea: la crisis es en Alemania, pero el impacto sacude a Francia y Europa

La imposibilidad de formar gobierno en Berlín provoca consecuencias que desbordan sus fronteras. El regreso a las urnas profundizaría el problema
22/11/2017 - 17:42hs
Merkel se tambalea: la crisis es en Alemania, pero el impacto sacude a Francia y Europa

La imposibilidad de formar gobierno en Alemania también aumenta sus consecuencias, que desbordan sus fronteras.

Francia es una de las principales afectadas por este escenario. Y si no concluye rápidamente, la situación podría paralizar a Europa.

El escenario es inédito en los 68 años de la posguerra y provoca una situación sin precedentes en la Unión Europea (UE).

Para Thomas Kleine-Brockhoff, vicepresidente del instituto German Marshall Fund, "un terremoto político golpeó a Alemania".

Judy Dempsey, de la fundación Carnegie Europe, dice incluso que "Alemania se convirtió en el nuevo problema de Europa, haga lo que haga Merkel".

"Hay que olvidarse ahora que este país, dirigido por Merkel, es previsible y estable", agregó en un análisis.

Esto en momentos en que la Unión Europea (UE) se enfrenta al Brexit, a las tendencias autoritarias en algunos países miembros del este, a las aspiraciones independentistas de Cataluña o a una crisis económica que aún amenaza.

En este contexto, en las sucesivas reuniones iniciadas con los principales líderes políticos, el presidente Frank Walter Steinmeier abrió una nueva rueda de consultas destinada a favorecer la reanudación de las negociaciones a fin de agotar los numerosos recursos que le acuerda la Constitución para evitar la convocatoria de nuevas elecciones.

El regreso a las urnas hundiría al país en una parálisis institucional de varios meses, cuya onda expansiva alcanzaría a los otros 27 países de la UE.

La primera víctima colateral de ese fenómeno sería Francia.

El bloque en Berlín congeló los proyectos elaborados entre el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana, Angela Merkel para reforzar la UE.

El problema no es secundario porque sobreviene en momentos en que Europa enfrenta una serie de desafíos de primera importancia.

El 6 de diciembre, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, presentará un gran paquete legislativo para la zona euro que, en teoría, contaba con la bendición de Macron y Merkel.

El plan estaba preparado desde que Macron asumió el gobierno pero estaba supeditado a la formación de gobierno en Alemania.

“Europa no hará una pausa” por la crisis política alemana, se apresuró a declarar el portavoz de la Comisión Europea, Margaritis Schinas.

Para dar sensación de tranquilidad en medio de la tormenta, Juncker decidió mantener para el 6 de diciembre la presentación de sus propuestas para reformar la zona euro y confirmó que ese paquete será examinado en la cumbre del 15 de diciembre.

Detrás de esa imagen idílica, sin embargo, la realidad muestra un rostro más cruel.

Jean-Dominique Giuliani, presidente de la Fundación Robert Schuman, es consciente de que solo el bloque franco-alemán puede arrastrar a una mayoría de países a respaldar una reforma ambiciosa como la que aspira a adoptar la UE.

“En cambio, Macron solo carecerá de credibilidad para crear una masa crítica capaz de imponer las reformas”, precisó.

“Toda la UE es víctima en este momento de la debilidad alemana. En un mundo particularmente inestable, la fiabilidad alemana era una garantía de estabilidad en el mundo”, explica Daniel Gros, director del Center for European Policy Studies, un think tank basado en Bruselas.

“La voz de Merkel, por ejemplo, fue determinante en la crisis catalana”, recordó el politólogo Hans Stark, especialista de relaciones franco-alemanas en la Sorbona.

“En Bruselas todo el mundo tiene claro que las reformas solo tienen posibilidades de prosperar dentro una ventana temporal que se abre con la formación de gobierno en Alemania y se cierra seis meses antes de las elecciones europeas”, previstas para mayo de 2019, precisa Guntramm Wolff, jefe del  think tank europeo Brueghel con sede en Bruselas.

“Las negociaciones con Gran Bretaña sobre el Brexit, las relaciones con Rusia y Estados Unidos, la defensa europea o la política de estabilidad en la zona euro no pueden prosperar sin la Alemania de Merkel”, argumenta Joachim Bitterlich, que fue consejero del ex canciller Helmut Kohl.

El propio Macron, que mantuvo una extensa conversación telefónica con Merkel después del fracaso de la negociación, admitió públicamente que el regreso a las urnas en Alemania “es el peor de los escenarios” para Europa.

Sentir el impacto creado en el resto de Europa tal vez puede incitar a los dirigentes políticos alemanes a reflexionar de otra manera cuando vuelvan a reunirse para una nueva rueda de negociaciones destinadas a formar gobierno.

El quiebre Durante décadas Alemania vivió una apacible alternancia entre los conservadores del CDU, dirigido actualmente por Angela Merkel, y los socialdemócratas del SPD. El partido liberal FDP zanjaba a la hora de formar gobierno.

Pero las cosas comenzaron a complicarse en la izquierda del tablero político a partir de los años 1980 con la irrupción de los Verdes en el Parlamento, y luego en los años 1990 con los sucesores del partido comunista de Alemania del Este, entre ellos la izquierda radical actual Die Linke.

Este año comenzaron las complicaciones en la derecha. El CDU y su aliado bávaro CSU tuvieron siempre la ambición de evitar que aparecieran nuevas formaciones.

Pero el descontento de parte de la opinión pública luego de la llegada de más de un millón de solicitantes de asilo favoreció a la extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que logró a fines de septiembre ingresar en el Bundestag.

Así estalló el dique que parecía impedir que un partido nacionalista pudiese ingresar en el Bundestag debido al pasado nazi de Alemania.

Al mismo tiempo, el liberal FDP, otrora partido eurófilo y moderado, logró su reconversión y regresar al Parlamento con un programa con acento antieuropeo y antiinmigración.

Un posicionamiento claramente a la derecha del CDU, que ocupa un espacio que dejó libre la política centrista de Merkel.

"La canciller desplazó su partido hacia la izquierda cuando el país se movía hacia la derecha", estimó un miembro del entorno del CDU que pidió el anonimato.

El domingo los Liberales rompieron con las costumbres y no dudaron en crear un vacío político inédito en el país poniendo fin a las negociaciones para formar un gobierno.

"La crisis de la democracia parlamentaria, que transformó profundamente el sistema partidario de numerosos países occidentales, llegó a Alemania, es la versión alemana del Brexit, de Trump", estimó el semanario Der Spiegel.

Para Thomas Kleine-Brockhoff "Alemania se normalizó de manera espectacular los últimos meses, para bien o para mal". Es el "fin de una fase de 'excepcionalidad' alemana" y "Europa deberá vivir durante mucho tiempo sin el efecto tranquilizador de una Alemania estable".

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