Todo cambia a una velocidad increíble. La mayoría de los negocios se transformaron en los últimos años y todo indica que seguirá en esta línea.

Nadie dejó de sacarse fotos, ahora lo hacen pero digitalmente. La gente no dejó de viajar, ahora lo hace por Despegar, por Booking y por Airbnb. La gente no dejó de ver películas ni de escuchar música pero existen Nextflix y Spootify.

¿Por qué pensar, entonces, que los eventos en general y las fiestas de fin de año no van a sufrir transformaciones? ¿Significa que hubo menos celebraciones en 2017 que en el año anterior? En lo más mínimo.

Hoy hay más fiestas que nunca. ¿La diferencia? Que ya no se trata de los eventos en los formatos tradicionales, con miles de personas, mesas redondas, tres platos, etc.

En 2020, el 50% de las personas que trabajan en las empresas serán "Millennials". Entonces, resulta lógico pensar que si hacemos y pensamos una fiesta con la cabeza de un Baby boomer o de un representante de la Generación X, vamos a estar en problemas.

Hoy se festeja de otro modo, hay muchos más eventos dentro de las plantas industriales, más festejos con la familia de día, el catering en foodtrucks, comida más informal, barras de tragos y menos cenas tal como se conocían durante las últimas décadas.

Para este fin de año, también, muchas empresas van a boliches con buena música y pizza y cerveza. Otras se juntan en jornadas out doors por gerencia priorizando actividades de integración y trabajo en equipo.

Se trata de enfocar algunos conceptos por encima de la tradición. El entretenimiento en las generaciones de colaboradores actuales está por encima de la formalidad.

Y, en muchos casos, diferentes sectores de una empresa eligen diferentes formas de festejar y agasajar a su equipo a fin de año.

Transformarse, la única opciónLas agencias de publicidad se transforman, las de turismo también lo hacen, en todos los rubros se ven grandes cambios.

Estamos ante la obligación -y casi ante la única opción- de hacer eventos diferentes.

Y diferente no es poner tecnología en la misma fiesta de siempre. Es innovar con los contenidos, con los formatos, con los tipos de comida, con el horario, con los espacios, con modelos.

Si no perdemos de vista el objetivo final, que es festejar pero aprovechando al máximo la oportunidad para reforzar mensajes, habrá que ser muy creativo para hacer que las empresas les lleguen a su gente con mayor impacto y con costos razonables.

Muchas veces los formatos tradicionales ya no le llegan a los colaboradores del mismo modo y además tienen altos costos.

Uno de los desafíos será evaluar en cada caso qué tipo de evento es el más adecuado en función del público y fundamentalmente de los objetivos de las compañías. Ya no hay un solo público, general, sino que existen varios en una misma empresa.

Por eso, cuando preguntan si hay menos fiestas de fin de año, la respuesta es "no, hay más, pero ya no son las que conocíamos antes".