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Los argentinos y su obsesión por el dólar: ¿bajó o subió el ritmo de compras desde que Macri asumió?

Unas 3.600.000 de personas compraron divisas el año pasado, por u$s32.797 millones. En la era Macri, los ahorristas ya se llevaron u$s52.460 millones
19/01/2018 - 11:52hs
Los argentinos y su obsesión por el dólar: ¿bajó o subió el ritmo de compras desde que Macri asumió?

"El dólar, como vehículo de ahorro para la familia, es horrible".

La frase, tan contundente como polémica, pertenece al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Fue pronunciada en noviembre.

"El dólar va a dejar de ser un tema para los argentinos".

Esta otra corresponde al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quien así se expresó en el marco del anuncio de las nuevas metas de inflación, a fines de diciembre.

Podría ser cierto que la compra de billetes verdes no es tan buen negocio, si se tiene presente que en 2017 su precio subió menos que la inflación y tampoco pudo competir con las tasas en pesos que ofrecieron las Lebac.

Sin embargo, ni las afirmaciones de los funcionarios ni los cálculos de rendimientos comparativos parecen haberle importado a la mayoría de los argentinos.

¿Cuántos hicieron oídos sordos? Unas 3,6 millones de personas. Esa cantidad de ahorristas es la que compró billetes verdes en los bancos a lo largo del año pasado, uno arriba del otro, según las estadísticas del Banco Central.

Ahora bien, si se acerca la lupa en el desglose de esos datos, se puede dar respuesta a la pregunta sobre quiénes son los que más van en busca de la divisa estadounidense: básicamente, las personas físicas.

- Unos u$s18.564 de compras netas (es decir, billetes adquiridos menos los vendidos), tuvieron como destino el público de a pie

- Como contrapartida, las empresas o sociedades les entregaron a las entidades más de lo que se llevaron, dejando un saldo de u$s832 millones durante el año pasado

Con estas cifras sobre la mesa, queda claro que quienes más recurren a "su amigo fiel" son los ciudadanos de a pie. Esos a los que habla Sturzenegger y Dujovne cuando aseguran que dolarizarse es un "mal negocio".

Las empresas, en tanto, parecen ser más "obedientes". En realidad, no es que no les interese el billete verde, sino que sintieron más atracción por un negocio redondo (y casi libre de riesgo) como son las Lebac.

Es más, curiosamente los meses de más venta de dólares de las compañías (los inversores más sofisticados) coincidieron con aquellos de mayor movimiento del tipo de cambio.

¿Por qué? Sucede que habían comprado a un precio bajo y se desprendieron cuando repuntó, tal como sucedió en la previa a las PASO y a raíz de la crisis política de Brasil.

Sea como fuere, la manía argentina por refugiarse en el codiciado dólar (en algunos casos basada en un comportamiento racional, en otros de tipo emocional), está más latente que nunca.

Además, las estadísticas dan cuenta de un dato que no deja de sorprender a muchos: durante los dos años que lleva de mandato Macri, los ahorristas no sólo no aflojaron con las compras sino que las intensificaron:

- Desde que asumió, se llevaron de los bancos la friolera de u$s52.461 millones

- Sólo en 2017 adquirieron el récord absoluto de u$s32.797 millones

- Esa cifra superó con creces (en unos u$s7.000 millones) la del triste récord que ostentó el kirchnerismo en 2011

Cuando se le buscan las explicaciones a por qué los argentinos mantienen su predilección por el dólar, aparecen múltiples respuestas.

"Está en su ADN. Si sube, compran porque creen que se irá más arriba, y entonces tratan de cubrirse. Si baja, lo hacen porque prevalece la idea de que está barato", afirma el gerente de un banco extranjero.

"Sea por pánico u oportunidad, muchos argentinos siguen recurriendo a un activo que dio muestras de nunca haberles fallado en el largo plazo. Y el Gobierno no puede luchar contra este comportamiento", expresa.

Hasta ahora, ni en el Banco Central ni en Hacienda parecen preocupados por el ritmo de adquisición, al menos en público. Siempre se mostraron unidos e hilvanando un discurso que hasta roza con el "ninguneo" de la divisa.

Sin embargo, en la intimidad, saben que el actual caudal de salida sólo puede ser tolerado en un escenario de transición.

¿Qué significa? Sencillamente que la economía "se banca" hoy día una dolarización fuerte porque hay ingresos que financian esa fuga.

El problema es que los billetes que están entrando al país son, en mayor medida, producto de colocaciones de deuda en el exterior, tanto del Gobierno como de provincias y empresas.No está tan claro qué puede pasar si ese caudal empezase a mermar, o el flujo de dólares que ingresa a través del circuito financiero para aprovechar las altas tasas de las Lebac.

El Gobierno sabe que ese abundante ingreso no será eterno, y es por eso que advierte que semejante nivel de dolarización sólo es sostenible a corto plazo.

El Banco Central trata de contribuir a bajar el nivel de compra y, para ello, apunta a que los inversores encuentren más incentivos para posicionarse en pesos.

Los funcionarios creen que los bancos van a tener que empezar a subir las tasas que ofrecen por los depósitos, ya que irán perdiendo liquidez y por ende necesitarán fondeo en moneda local.

De hecho, algunos ya se están ajustando. Pero son las entidades pequeñas, la de pocos ahorristas, mientras que las grandes siguen planchando el rendimiento de las colocaciones.

El público de a pie, que finalmente va a los bancos a hacerse de billetes verdes, tiene casi como única alternativa la del plazo fijo en pesos.

Actualmente, las tasas que proponen no compensan la inflación, y quizás tampoco sirvan como protección ante una eventual devaluación. Es por eso que el inversor lo esquiva como vehículo de ahorro.

Hoy día, en los bancos más grandes del segmento retail pagan en torno al 19% a 30 días, en línea con las expectativas de inflación para este año.

Es decir, quien hace un plazo fijo ahora, en el mejor de los casos podrá empatarle al índice de precios, pero no ganará absolutamente nada en términos reales. Demasiado desincentivo para no irse al tradicional refugio.

Cuentan en la City que varios bancos le pidieron a Sturzenegger que acorte el plazo de los depósitos que ajustan por UVA. El mínimo es a 90 días, demasiado tiempo para el tradicional cliente que sigue renovando cada 30 días su colocación.

Pero el banquero central no quiere ceder en eso. En las entidades creen que podría ser un buen sistema para, al menos, asegurarle al inversor que no va a perder contra los precios.

"Siempre va a haber gente comprando dólares. Eso no va a cambiar nunca", resume un banquero.

En su visión, la clave es cuánto tiempo el sistema puede tolerar un nivel de dolarización tan alto como este.

"Por ahora, puede bancarse. Pero nada es eterno salvo, claro está, la pasión argentina por el billete verde", concluye el banquero.