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Pelea por millonario negocio: ¿por qué los argentinos consumen menos vino y más cerveza?

La pelea por un negocio millonario: ¿por qué en Argentina se consume cada vez menos vino y más cerveza?
24/02/2018 - 06:08hs
Pelea por millonario negocio: ¿por qué los argentinos consumen menos vino y más cerveza?

Tras el flojo panorama que dejó 2017 en materia de ventas internas y externas, el 2018 se presentaba como una oportunidad de revancha para las bodegas locales. 

Sin embargo, los datos revelados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura -aunque más alentadores-, no dejan mucho espacio para los festejos.  

Según el organismo, en enero se comercializaron casi 600.000 hectolitros, lo que implicó una muy tenue alza del 1,1%.

Cabe destacar que en enero de 2017 los despachos al mercado doméstico se habían desplomado un 13%, de modo que la base de comparación de este mes ya era de por sí baja.

Dentro de este panorama adverso, lo positivo es que los vinos en botella, que son los de mayor valor, mostraron un crecimiento del 3,1%, es decir, unos dos puntos por encima del promedio general. 

Como contrapartida, el tetrabrik, que es el formato que "paga las cuentas" de la industria, dado que explica casi la mitad del consumo de vinos en la Argentina, mostró un tibio avance del 0,7%, un dato algo alentador teniendo en cuenta que en enero de 2017 este mismo formato había sufrido una fuerte caída del 15%. 

En cuanto a los tipos de vinos, la categoría que más viene sufriendo es la de los espumantes: en el primer mes del año se comercializaron 18.400 hectolitros, experimentando así un desplome de casi 17%. 

La industria, cabe destacar, viene de un 2017 bastante negro: según el INV, bodegas despacharon a la plaza doméstica poco más de 8,9 millones de hectolitros, lo que significó una caída interanual de más del 5%. 

Traducidas estas cifras, esto implicó que los argentinos consumieron 51 millones de litros menos que en 2016.

Enero mostró que se frenó la caída en el mercado interno, pero que igualmente la demanda sigue amesetada, lejos de los "años dorados" de los que supo gozar la industria. 

Para tener una referencia, según datos de Bodegas de Argentina, en 1980 se consumían en el país 80 litros de vino per cápita, mientras que hoy día ese nivel no llega a superar los 20 litros.

Por eso, no sorprende que en el país del Malbec una cadena de vinotecas como Winery, con más de 20 sucursales, afronte una dura realidad financiera y hoy pese sobre sus espaldas una millonaria deuda, con varias bodegas afectadas por la falta de pagos. 

¿Por qué se toma más cerveza y menos vino? 

A la hora de evaluar por qué el vino pierde terreno, los expertos destacan varios factores: 

1. La cerveza se encareció menos 

Además de los cambios de hábito que muestran los argentinos, en los últimos años se sumó un factor extra: la mayor competencia de la cerveza, que ingresó a más hogares gracias a que este producto se encareció menos, en términos relativos, que el vino, en un contexto en el que la industria vitivinícola viene de sufrir (en 2016 y 2017) dos de las peores cosechas de los últimos cincuenta años. 

Según un informe de la consultora Kantar Worldpanel, el mercado de bebidas con alcohol en general creció 5% el año pasado, principalmente de la mano de las cervezas, cuya categoría recuperó el volumen perdido en 2016, en gran medida porque sus precios evolucionaron un 16% por debajo del promedio. 

Como contrapartida, en ese mismo lapso, la categoría vinos no paró de perder terreno. 

"En tres años, casi el 4% de la población argentina dejó de comprar vinos, a diferencia de cervezas, que logró recuperar compradores”, afirmó Carolina Nuñez, gerente de Nuevos negocios en Kantar Worldpanel.

Un dato que genera alerta en la industria vitivinícola es que, durante el 2017, más del 95% del volumen que perdió la categoría fue transferido al mercado de cervezas.

“La transferencia de volumen tuvo foco principalmente en la mitad de la pirámide socio económica, medio bajo y bajo superior, que representa el 61% de la población y que además, son los hogares más atentos a los movimientos de precios”, agregaron desde la consultora.

Desde el Observatorio Vitivinícola Argentino (OVA) señalaron que "para tener una noción de la magnitud de estos cambios, en el año 2001 se consumía exactamente la misma cantidad de vino y cerveza: unos 1.250 millones de litros cada uno. 

Sin embargo, desde ese año a la actualidad se produjo un fuerte cambio en los patrones de consumo que han llevado a que en 2017 las ventas del primer producto estuvieran en el orden de los 900 millones de litros y las de cervezas, por encima de los 2.000 millones. 

2. La industria vitivinícola es más "vulnerable" al contexto económico

A la hora de profundizar en la variable "precios", que termina por hacerle perder la pulseada a las bodegas, desde el OVA advirtieron que "la industria vitivinícola es claramente más vulnerable que sus competidores a las fluctuaciones macroeconómicas tales como inflación, tipo de cambio o costo del financiamiento". 

¿La razón de esta desventaja? Los expertos de la entidad señalaron que la cadena vitivinícola es más larga y genera más valor pero es, por ese modo, también es más vulnerable al flagelo de la inflación.

Así, en cada uno de los eslabones que forman parte de la cadena, "existe un efecto sobre precios y sobre costos que multiplica el efecto final sobre el precio al consumidor", señalaron. 

"En el caso de la industria vitivinícola, aparece en primer lugar el mercado de uvas, seguido del mercado de traslados, la venta de bodegas fraccionadoras, los distribuidores, mayoristas y finalmente el canal de la comercialización", enumeraron. 

3. Las grandes cerveceras tienen más "espalda" para invertir en marketing

"Las decisiones de consumo, o preferencias del consumidor, se ven afectadas de una manera muy significativa con las campañas publicitarias con las que se aborda al consumidor. Esto implica, desde luego, destinar importantes montos a marketing que no siempre están disponibles en determinado nivel de empresas que, por su tamaño, participación de mercado y niveles de rentabilidad, no están en condiciones de afrontar estas erogaciones destinadas a posicionar su producto", advirtió un informe del Observatorio. 

"Claramente, en este aspecto la cerveza corre con una importante ventaja debido a la escala que los grupos económicos que conforman la oferta del mercado tienen y que distan mucho de la oferta altamente atomizada y de rentabilidad acotada de las bodegas", recalcaron.

Así, concluyeron que esto genera "una gran asimetría en cuanto a capacidad de incidir en la conducta de los consumidores". 

4. Las grandes compañías cuentan con más poder para negociar ante supermercados

A esto se suman otros factores, como el mayor poder de negociación que tienen las empresas cerveceras ante las cadenas comerciales y el hecho de que es una industria más concentrada y con jugadores más grandes.  Además, es un sector "capital intensivo" frente al vitivinícola, que es intensivo en mano de obra. 

"En síntesis, la pérdida de mercado que vienen registrando las bodegas se debe básicamente a la desventaja competitiva estructural que tiene esta industria respecto a su principal competidor. Estas desventajas operan tanto sobre los patrones de consumo como sobre los precios relativos", indicaron. 

Sin embargo, desde el Observatorio Vitivinícola Argentino destacaron que para este año, de la mano de la estabilidad de precios de uvas, "es de esperar que los vinos y jugos concentrados de Argentina sean competitivos en precios y la caída en el mercado interno, al menos, se detenga". 

Exportaciones, también en bajaPor el lado de las ventas al exterior, las mismas en enero siguieron dejando en evidencia los problemas que tienen las bodegas para comercializar en los mercados internacionales. 

En el primer mes del año se despacharon 136.500 hectolitros de vino fraccionado, lo que implicó una caída del 7% respecto al mismo mes de 2017. 

Peor le fue al negocio del granel, que se vio afectado por la menor cosecha y la suba de precios de la materia prima, que le quitó atractivo a la hora de competir fuera del país.

En total, se despacharon 21.500 hectolitros, lo que implicó un derrumbe interanual del 60%. 

Desde el Observatorio Vitivinícola aseguran que este 2018 presenta algunas oportunidades

"Es esperable que la cosecha 2018 sea superior a la de 2017, algo que podemos reforzar sabiendo que las heladas si bien afectaron algunas zonas puntuales, no han sido generalizadas, y resta esperar lo que pueda afectar el granizo; pero podemos decir que, seguramente, la producción de uva de Argentina se incrementará en 2018 respecto al año anterior", indicaron. 

De acuerdo a un informe de la entidad, un escenario “conservador” muestra que un aumento de la producción de uva del 15% significaría pasar de 1.900 millones de kilos a 2.200 millones para este año. 

En paralelo, desde el Observatorio citaron las proyecciones de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), en el sentido de que la producción mundial viene de sufrir la peor caída en 50 años "debido principalmente a la disminución de los tres principales productores de vino del mundo: España, Francia e Italia". 

"Para tener una idea de la magnitud, entre los tres países la disminución es de aproximadamente 2.800 millones de litros en un año", en un contexto en el que la elaboración de vino promedio anual de Argentina es de 1.400 millones de litros. 

En este escenario, un país competidor del Nuevo Mundo, como Sudáfrica, enfrenta una crisis hídrica sin precedentes. 

Para el Observatorio Vitivinícola, "la caída global en producción abre una oportunidad para las bodegas argentinas en el mundo". 

Sin embargo, indicaron que "las oportunidades que se presentan tienen que ser potenciadas con medidas macroeconómicas que permitan aprovechar las ventajas: la disminución de la inflación, la mejora paulatina del tipo de cambio, la disminución de los costos logísticos, la merma de la carga impositiva y las cargas laborales son algunos de estos puntos".

Además, reclamaron un aumento de los reintegros del 6% al 9%. Esos tres puntos, aseguran los bodegueros, permitirían a la Argentina competir en segmentos donde hoy, por precios, no pueden darle pelea a países como Chile. 

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