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No fue un genio militar ni fue un apasionado de la libertad como se afirma. Investigaciones revelan que gran parte de la historia de Washington son mitos
07/03/2018 - 17:58hs

Casi tres siglos después de ser alumbrado en 1732, George Washington sigue rodeado por un aura de perfección y su figura suele ser acompañada de apelativos como los de genio militar o liberador de esclavos.

Sin embargo este personaje fue enaltecido por una norteamérica ávida de forjar mitos de papel y tinta. Una costumbre heredada sin duda de la que fuera su metrópoli, Gran Bretaña, donde los piratas (o corsarios, que dirían ellos) fueron considerados durante décadas héroes nacionales.

La realidad, en el caso de George Washington, está sin embargo escrita en los libros de historia. A pesar de que fue el único "padre fundador" que liberó a sus siervos en su testamento, también debería ser recordado -tal y como afirma William J. Bennett en "América, la última esperanza"- como uno de "los propietarios de esclavos más conocidos del país".

Otro tanto sucede con su inmerecida fama de gran estratega ya que, como desvela la historiadora Susan-Mary Grant en "Historia de los Estados Unidos de América", fue un líder que "perdió más batallas de las que ganó" y con el que los británicos lograron "capturar todas y cada una de las principales ciudades norteamericanas en el transcurso de la Guerra de la Independencia".

Con todo, entre todos los mitos que giran en torno a Washington destaca aquel que afirma que tenía dientes de madera debido a que había perdido los suyos poco después de alcanzar el medio siglo de vida.

Esta leyenda es una mentira a medias ya que, aunque el futuro presidente norteamericano disfrutaba de una penosa salud dental que le obligó portar una dentadura postiza durante la última etapa de su vida, esta no estaba elaborada con madera. Por el contrario, el político contaba con varias prótesis construidas de múltiples materiales. Y entre ellos destacaban, según un nuevo estudio elaborado por la Universidad de Virginia, marfil, aleaciones de metal y, muy probablemente... ¡dientes de esclavos!

Problemas dentales

Según explica la "Mount Vernon Ladies Association", los problemas dentales de Washington comenzaron cuando apenas sumaba 20 años. Por entonces, el futuro presidente de los Estados Unidos empezó a adquirir desesperadamente cepillos y pomadas con el objetivo de evitar la caída de sus dientes.

Para su desgracia, todo fue en vano y en 1756 (cuando no contaba ni con 24 primaveras a sus espaldas) los médicos tuvieron que retirarle su primera pieza dental.

Con el tiempo el problema se agravó. De hecho, ya en 1789 tenía que hacer uso de dentaduras postizas parciales para poder comer y sonreír sin avergonzarse.

¿Cuál fue la causa de aquel problema? El autor Isidoro Loi ofrece una posibilidad en su obra "El cuerpo y sus miembros": "El primer presidente de los Estados Unidos tuvo viruela, malaria, gripe y otras enfermedades, que lo obligaron a ingerir grandes dosis de cloruro mercurioso, un remedio que estaba en boga en esos días, pero que destruye los dientes. Padeció también de caries, inflamación de las encías y todas las molestias propias de los tratamientos dentales de la época".

Más allá de las causas, la realidad es que, cuando se convirtió en presidente en 1789, apenas tenía un diente natural. Una "pieza" que, sin embargo, apreciaba con toda su alma. No en vano sus dentaduras contaban con un agujero a través del cual se introducía el único diente sano que le quedaba.

Tal era el problema que sufría que, en 1792, apenas dedicó dos minutos a hacer su discurso inaugural. "Consistió en ciento treinta y tres palabras, probablemente porque su boca le incomodaba. Era un hombre que conversaba poco, aun en el seno de la amistad: se expresaba poco y lo hacía con el menor número de palabras posible", añade el autor hispano en su obra.

En base a todo ello, el presidente tuvo que usar varias dentaduras postizas que, a pesar de los avances de la época, todavía distaban mucho de las actuales y le dieron no pocos dolores de cabeza.

Para él, algo tan sencillo como quedarse quieto para ser dibujado en un retrato era una verdadera molestia. "Posar le resultaba especialmente difícil porque su dentadura no estaba particularmente bien ajustada. El presidente sufría una enfermedad periodontal y tenía caries, siendo así que, a lo largo de su vida, había perdido todos los dientes. Por esta razón la dentadura evitaba que su cabeza pareciera hueca", señala Harvey Rachlin en "Tras las obras maestras".

Los fallos de las dentaduras a la hora de ajustarse a sus encías provocaron, incluso, que Washington se viese obligado a posar con la boca cerrada y sumamente apretada para evitar que la prótesis se le saliese de la boca. "Tenía que mantener la musculatura de los labios continuamente en tensión, siempre rígida, para evitar que la dentadura se le saliese brusca y repentinamente de la boca. Esto restaba mucha naturalidad a su rostro y contribuía a que uno tuviera la impresión de que siempre tenía la boca apretada", completa Rachlin.

¿Dientes de esclavos?

Según se sabía hasta ahora, las dentaduras de Washington estaban elaboradas con materiales tan curiosos como dientes de vaca, marfil proveniente de hipopótamos o hasta resortes de metal.

Sin embargo, una nueva investigación de la Universidad de Virginia ha desvelado que al menos una de sus prótesis se fabricó con dientes de esclavos comprados a precios irrisorios.

Así lo confirmó a "Live Science" Kathryn Gehred, una de las investigadoras a cargo de este estudio. En sus palabras, "George Washington pronunció probablemente su discurso inaugural con dientes que pertenecían a personas que fueron esclavizadas" o, en el mejor de los casos, a gente muy pobre. "Es sombrío", ha añadido a la popular página.

Según explicó Gehred, esta conclusión se basa en una anotación hallada en uno de los libros de contabilidad del presidente. Fechada en mayo de 1874, en la misma se afirma que adquirió varios dientes de esclavos: "Pago en efectivo a la atención del Dr. Lemoire por 9 dientes de negros".

"El apellido Lemoire hacía referencia a Jean Le Mayeur, uno de los odontólogos de Washington, a quien posteriormente le compró varias dentaduras postizas. No podemos estar seguros de que estos dientes que adquirió terminasen en una de sus prótesis, pero es posible que ambos llegaran a un acuerdo para comprar dientes sueltos y, así, reducir el coste total de las dentaduras", determinó la experta en declaraciones a "Live Science".

Al parecer, en los periódicos de la época era habitual encontrar anuncios en los que el odontólogo solicitaba voluntarios dispuestos a perder sus dientes a cambio de dinero. En uno de ellos, publicado en un diario de Richmond en 1785, ofrece dos guineas por cada pieza frontal. Según dichos precios, Washington debería haber pagado unas 19 libras por las 9 piezas. No obstante, apenas desembolsó 6. ¿Por qué? En términos de la experta, es posible que todo se debiera a su procedencia: "Los esclavos negros estaban tan desesperados como para vender sus dientes sin que les pagaran tanto como a un blanco".

Leyendas falsas

Otra de los falsos mitos sobre Washington es el que lo muestra como un liberador de los oprimidos. Durante su presidencia, de hecho, el político no tuvo una postura firme en relación a los esclavos.

Aunque firmó leyes para poner límites a la esclavitud en Estados Unidos, también promulgó la "Ley de Esclavos Fugitivos" según la cual era posible acceder a diferentes estados para capturar a los siervos fugados.

A su vez, y en palabras de Gehred, "compró y vendió esclavos, los persiguió cuando escaparon y evitó que los siervos a su cargo no tuvieran los derechos que les daba Filadelfia".

El presidente llegó a tener a su cargo un total de 317 personas vivas. "Washington era uno de los propietarios de esclavos más conocidos del país", determina por su parte Bennett.

La última de las leyendas más extendidas es la que afirma que el presidente fue un genio militar. Un mito totalmente falso, según recuerda la historiadora Montserrat Huguet en su popular obra "Breve historia de la Guerra de la Independencia de los EE. UU.": "En el historial militar de Washington, surcado de más derrotas que victorias, la pérdida de la ciudad de Nueva York en el verano de 1776 fue quizá la más humillante".

En su favor, no obstante, hay que decir que obtuvo la victoria en las dos contiendas más determinantes.

Una de ellas, la de Yorktown, donde el inglés Cornwallis se rindió aceptando tácitamente la expulsión británica de la zona. Y todo ello, a pesar de que contaba con un ejército novato.

"El modo norteamericano durante la revolución fue mantener un ejército poco competente. El Congreso nunca concedía a Washington las tropas que necesitaba, ni tampoco conseguía mantener adecuadamente las que tenía", añade Grant en su libro.

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