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Los creadores y el elenco de "El mecanismo" se lanzaron a hacer la serie a sabiendas de que aborda un tema polémico y de mucho peso
19/03/2018 - 12:32hs

El escándalo brasileño conocido como Operação Lava Jato (o autolavado), es tan perverso y espectacular como la novela policiaca más extravagante o como un episodio maquiavélico de House of Cards.

Así que quizá era inevitable que se convirtiera en una serie de Netflix, realizada justamente por el mismo director que hizo Narcos para esta plataforma. El resultado es "El mecanismo", cuyos ocho episodios estarán disponibles a partir del 23 de marzo.

Como la mayoría de sus 200 millones de compatriotas, el director y guionista brasileño José Padilha se ha quedado anonadado ante el escándalo, que creció de una simple investigación de lavado de dinero en una gasolinera de la capital, Brasilia, a una crisis nacional y hasta regional que amenaza los cimientos de la cuarta democracia más grande del mundo.

Mecanismo es el término usado por Padilha para referirse a la corrupción generalizada y el esquema de sobornos que él asegura tomaron las riendas de la democracia en Brasil prácticamente desde 1985, cuando el país salió de una dictadura militar que se extendió durante 21 años.

Él y millones de brasileños creen que los políticos, banqueros, hombres de negocios y jueces han conspirado para robar grandes sumas de dinero del Estado, independientemente de quién esté en el poder.

“El hecho de que el mecanismo no tenga una ideología es fundamental”, dijo Padilha. “Mi tesis es que el mecanismo opera en todas las elecciones de todos los niveles de gobierno en Brasil, en todas partes. Las empresas que son clientes importantes del gobierno, por lo general constructoras pero también grandes bancos comerciales, los financian a todos, ya sea de manera legal o a través de fondos ilegales secretos”.

A cambio, cualquiera que esté en el poder “contrata a esas empresas para prestar servicios, y las empresas inflan estratosféricamente los contratos, con sobornos ya sea para políticos individuales o sus partidos”.

Prácticamente la totalidad de los veintitantos partidos con escaños en el Congreso de Brasil han sido manchados por el escándalo, que pronto cumplirá su quinto año.

La presidenta Dilma Rousseff fue destituida, su predecesor Lula Da Silva está sentenciado por corrupción y lavado de dinero, y su sucesor Michel Temer está siendo investigado por las versiones de carne y hueso de los fiscales y oficiales que Padilha presenta en la serie.

“Brasil es muy interesante como estudio de caso, en el sentido de que la corrupción no se da en la política”, dijo, citado por el diario estadounidense The New York Times. “La corrupción es la política”.

Los creadores y el elenco de "El mecanismo" se lanzaron a hacer la serie a sabiendas de que aborda un tema polémico y de mucho peso.

Los brasileños que apoyan al Partido de los Trabajadores, que estuvo en el poder de 2003 a 2016 y fue el principal foco de las primeras fases de la investigación, sostienen a todo pulmón que su líder fundador, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, es víctima de una cacería de brujas. Algunos arguyen incluso que el juez encargado de las investigaciones de Lava Jato fue puesto ahí por la CIA.

“Soy de la generación nacida durante la dictadura, cuando toda la sociedad civil estaba unida en su oposición al ejército, así que nunca había experimentado nada como esto”, dijo Elena Soarez, quien escribió la historia de El mecanismo junto con Padilha.

“El país ha quedado dividido, con familias separadas y amistades de toda la vida peleadas; eso hace que escribir esto sea un reto especial”, afirmó.

En lugar de contarlo a partir de los políticos y empresarios, la serie gira en torno a tres personajes ficticios: un hombre bien conectado pero con una moral retorcido que lava dinero y dos tenaces investigadores de la policía, un hombre y una mujer.

Aunque no todos los vericuetos del sistema legal y político brasileño sean conocidos para los espectadores extranjeros, el formato de intriga política de la serie —tanto el elenco como los creadores nombraron como referencia trabajos como Todos los hombres del presidente o Los tres días del cóndor— va más allá del lenguaje, al igual que las idiosincrasias de los protagonistas.

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