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Los datos oficiales son contundentes: el volumen de circulante total de unidades bajó desde inicios de año al presente más de 10 por ciento
02/07/2018 - 01:54hs

Entre las "fórmulas" a las que está apelando el Gobierno para intentar calmar la elevada demanda de dólares, que generó que su precio ya esté por encima de los $28, y una tasa de interés que escaló por arriba del 40%, se encuentra reducir el circulante "libre" en manos de la gente.

Es decir, disminuir la cantidad de pesos disponibles por los argentinos que pueden ser volcados a la compra de divisas, y por ende, que contribuyan a ejercer mayor presión sobre el valor del tipo de cambio, en un contexto donde la oferta de moneda extranjera se ubica en registros mínimos.

Los datos oficiales son contundentes: el volumen de circulante total de unidades bajó desde inicios de año al presente más de 10%. Esta cifra representa 732 millones de billetes menos en poder del público y los bancos en casi todo el primer semestre.

Y en términos de valor de dichos pesos, esos ejemplares tienen un valor total actual por debajo de los $791.000 millones. Apenas 1% por encima de lo que representaban a fines de año pasado, según se desprende de la información oficial disponible en el Banco Central.

Si se tiene en cuenta que esto ocurre en un marco en que la inflación es de alrededor del 13% en el mismo lapso, la licuación de la moneda se acelera.

Y otro punto que llama mucho la atención es que, prácticamente, se ha estancado en el año la emisión de las mayores denominaciones de papeles de la economía.

Por caso, en el primer semestre, la cantidad de unidades de $500 ha crecido apenas el 3,3%, para totalizar los 487 millones de ejemplares.

Si bien fueron lanzados hace ya dos años, en términos de valor de intercambio de los mismos, equivalen a la mitad de lo que representan los de $100 que se encuentran entre la gente y los bancos.

Por el lado de los de $200, que debutaron a fines de octubre del 2016, el volumen de billetes subió 17% en lo que transcurrió del corriente año, para totalizar alrededor de 259 millones de papeles.

Y siguen muy lejos de los 3.838 millones que existen de los de $100, que representan el 60% del total de la moneda circulante.

En cuanto a los de $1.000, que son los más nuevos con siete meses de existencia y los que tienen el mayor valor actual en la economía doméstica, su crecimiento en todo el 2018 es de 105%, pero en cantidad y valor equivalente son de los de menor presencia.

Hoy existen casi 40 millones de billetes con la imagen del hornero, 17% por encima que hace un mes atrás. Pero en unidades, son superados por cada una de las denominaciones inferiores.

En cuanto al monto que representa en pesos, pese a ser el de mayor valor en circulación, es superado 5 veces por el de $500 y 30% por los de $200.

En resumen, los de $1.000 crecen en porcentaje en un nivel que luce elevado, pero en volumen aun su representación en el total es muy baja, sobre todo si se tiene en cuenta que su utilización pasa a ser necesaria para realizar pagos cotidianos de la economía doméstica.

Por ejemplo, una cena para dos personas cuesta apenas por debajo de ese papel. O bien, ni siquiera alcanza para llenar un tanque de nafta de un automóvil.

De hecho, con la devaluación cercana al 47% que hubo en todo el año, hoy un hornero representa u$s35,7. Prácticamente lo mismo que significaba uno de $500 hace dos años, cuando fue lanzado.

Más allá de eso, tampoco se entiende la poca presencia de esta máxima denominación en el público y en los bancos, debido a que apenas se lanzó a la calle el propio Banco Central anunció que la introducción del billete de $1.000 permite "reducir el costo de transporte, acarreo y guarda de dinero, que es uno de los más importantes del sistema bancario argentino".

Algo que, hasta el momento, la autoridad monetaria no ha logrado cumplir en la práctica con una mayor impresión de esta cifra, y se ha convertido en otro de los objetivos que Sturzenegger no pudo cumplir antes de su salida de la entidad monetaria.

También existe una cuestión de costos de impresión de cada billete, que es similar en todos los casos, sin que sea relevante la diferencia en el valor de intercambio en cada caso, por lo que al BCRA le conviene emitir más papeles de más alta cifra para disminuir la incidencia de este costo de circulación.

Mientras tanto, además este menor nivel de emisión de billetes de máxima denominación perjudica a los bancos para un mayor abastecimiento a los clientes de los cajeros automáticos.

Una solución a un problema de larga historia, cuando desde el 1999 al 2016 se sostuvo al billete de $100 como máximo referente, mientras que en el mismo plazo la inflación escaló a pasos agigantados.

En resumen, la capacidad de un cajero automático estándar puede contener 8.000 billetes. Por lo tanto, si se lo llena con unidades de $100, tiene disponible para entregar $800.000, pero si se lo completa con los de $1.000, se amplía a un total disponible a entregar de $8 millones por equipo. Es decir, diez veces más de capacidad.-