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El magnate de la minería que se había convertido en el brasileño más atrevido y exitoso de toda su generación fue sentenciado a 30 años de prisión
10/07/2018 - 12:18hs

Un magnate de la minería y el petróleo que se había convertido en símbolo de una era de esperanza en Brasil fue sentenciado a 30 años de prisión por corrupción.

Antes de su condena criminal la pasada semana, Eike Batista era considerado el empresario brasileño más atrevido y exitoso de toda su generación.

Pero ahora es el símbolo de una nueva era en el país, que está luchando de recuperarse económicamente mientras trata de pasar página a una larga historia de corrupción.

Ningún otro país en el mundo ha experimentado un cambio de rumbo tan dramático como Brasil en la última década.

Hace apenas unos años, la potencia económica más grande de América latina estaba en auge y luchaba por ponerse a la altura de las naciones más avanzadas.

Después, todo se derrumbó. La crisis política, la corrupción, la recesión, el "impeachment" (juicio político) a Dilma Rousseff que la destituyó de la Presidencia y las medidas de austeridad. Todo ocurrió en cuestión de meses.

"Del boom a la quiebra", es cómo definen a menudo a Brasil en las páginas financieras de medios internacionales, según la BBC. La historia personal de Eike Batista sigue una línea muy parecida.

El imperio "X"

En su mejor momento en la cima del poder, Eike Batista era un impresionante hombre de negocios que amasó una fortuna en minería con trabajo duro, carisma y los contactos adecuados en el mundo empresarial.

Batista fue a la universidad en Alemania, donde también trabajó como vendedor de pólizas de seguros casa por casa. Pero cuando leyó en una revista noticias sobre la fiebre del oro en la región central de Brasil, dejó las clases y regresó a su país de origen.

Pidió dinero prestado a fabricantes de joyas de Río de Janeiro y San Pablo, y compró una mina de oro en Brasil. Gracias a eso, ganó su primer millón de dólares.

A lo largo de la década de 1980, Batista expandió su negocio y se asoció con gigantes de la minería como el conglomerado anglo-australiano Río Tinto.

También protagonizó titulares en otras partes del mundo. Se casó con Luma de Oliveira, una de las modelos y reinas del carnaval más queridas del país. Además, ganó carreras internacionales de lancha motora.

Pero fue en la década de 2000 cuándo alcanzó la cima de su popularidad, justo cuando Brasil comenzaba a emerger económicamente.

Por entonces, ya había creado su imperio "X": todas las empresas del conglomerado tenían la letra del símbolo de la multiplicación.

En 2012, Eike Batista era la séptima persona más rica del mundo de acuerdo con la lista de la revista Forbes, con una fortuna personal de u$s35.000 millones. Inspiró a toda una generación de jóvenes emprendedores.

La caída

Le tomó 30 años llegar a lo más alto del mundo corporativo en Brasil. Pero su caída fue mucho más rápida.

Hacia 2013, sus empresas ya tenían problemas financieros. Batista había engatusado a muchos inversionistas para involucrarse en proyectos complejos y costosos de infraestructura, minería y petróleo.

Sin embargo, los pozos petrolíferos que había comprado no estaban produciendo suficientes barriles.

Los proyectos de construcción se retrasaban. Y las esperadas ganancias se convertían en pérdidas económicas.

Batista vendió sus empresas, sus yates y gran parte de sus propiedades inmobiliarias en Río de Janeiro.

Pero prometió salvar sus empresas.

La corrupción

Pero su imperio había sido construido sobre algo más siniestro que puro trabajo duro y coraje, según las investigaciones.

En 2017, la operación policial "Lava Jato" -una gigantesca investigación que reveló los escándalos de corrupción en grandes partidos políticos de Brasil- descubrió que Eike Batista usó sus contactos con funcionarios en el estado de Río de Janeiro para obtener contratos públicos.

Un juez emitió una orden de arresto mientras Batista se encontraba en Nueva York. Hubo especulaciones de que podría huir de la Justicia, pero Batista reservó un vuelo en primera clase a Río de Janeiro, donde se entregó.

Incluso en el aeropuerto de Nueva York, algunos brasileños le mostraron apoyo y admiración y quisieron tomarse selfies con el magnate caído en desgracia.

En cuestión de horas, estaba en una celda de la prisión junto a otros delincuentes comunes, compartiendo un inodoro y agua fría. Al no haber completado la formación universitaria, no tenía derecho a una celda especial.

Sigue siendo el segundo de los diez principales multimillonarios de Forbes en haber sido arrestado. El primero fue el narcotraficante Pablo Escobar.

Pero Batista apenas duró unos meses en la cárcel. Fue liberado para cumplir arresto domiciliario mientras esperaba el juicio.

La pasada semana, un juez le sentenció a 30 años de prisión por delitos de corrupción activa y lavado de dinero. Le acusan de haber pagado al entonces gobernador del estado de Río de Janeiro, Sergio Cabral, un total de u$s16,5 millones.

Sus sentencias combinadas por corrupción suman 123 años de cárcel.

"Sus crímenes causaron profundas cicatrices en la confianza de inversionistas y empresarios que, en un pasado reciente, vieron a Brasil como una buena opción de inversión", se lee en la sentencia dictada por el juez Marcelo Bretas en un tribunal penal en Río, señala la BBC.

El final del camino

Apenas unos años antes, Batista había sido aclamado por la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, como "un orgullo nacional" entre los capitalistas brasileños.

Eike Batista ha tratado de reinventarse como "youtuber", dando consejos empresariales sobre productos e infraestructuras.

Pero la última sentencia será, probablemente, el final del camino para un hombre que una vez encarnó el sueño nacional de riqueza y prosperidad.

Mientras tanto, Brasil lucha por encontrar una nueva vía de crecimiento. El país experimentó un auge durante la era dorada de las materas primas, pero falló a la hora de reformar su economía.

Aunque la operación "Lava Jato" mostró que una parte del sistema está cambiando poco a poco: las autoridades están tomando medidas ante la corrupción corporativa.

Quieren construir un sistema en el que los emprendedores audaces e innovadores puedan volver a prosperar.