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El dólar le da un leve respiro al Gobierno: la fuga de capitales empieza a mostrar señales de moderación

El dólar le da un respiro al Gobierno: la fuga de capitales comienza a mostrar señales de moderación
16/07/2018 - 05:50hs
El dólar le da un leve respiro al Gobierno: la fuga de capitales empieza a mostrar señales de moderación

¿Punto de inflexión o apenas un trance hasta el próximo episodio? Por lo pronto, el punto es festejado en los despachos del Palacio de Hacienda y del Banco Central. Refiere a que, de acuerdo a estimaciones preliminares, las compras de dólares por parte de los ahorristas -lo que comúnmente se identifica como los dólares que los argentinos guardan en el colchón- cayeron a aproximadamente la mitad el mes pasado.

Después de un mayo exasperante -en el cual la corrida provocó compras récord de billetes verdes por u$s4.290 millones, el mes de junio habría cerrado en un rango de entre u$s2.300 y u$s2.400 millones.

Se trata de un número elevado pero que, al menos, marca una interrupción en una dinámica creciente que parecía imparable.

A la espera de que ese dato sea confirmado por el Banco Central en su próximo informe Cambiario, del lunes 23, lo primero que surge del dato de junio es que se parece más a lo que sucedió a comienzos de año. Y que, esta vez sí, lo peor ya haya pasado.

Para tener una idea: con la única excepción de febrero, en el resto de los meses desde que empezó este 2018, la dolarización superó los u$s2.000 millones. Durante enero, trepó a los u$s2.270 millones; febrero: u$s1.362 millones; marzo: u$s2.247 millones y en abril, u$s2.095 millones.

La escalada en el nivel de dolarización se produjo en simultáneo con el alza del tipo de cambio. Antes de fin de año, el billete verde cotizaba a $17,50. La corrección de la meta inflacionaria -impulsada desde la Jefatura de Gabinete- funcionó como la bandera de largada para llevar la fuga de capitales a un extremo.

El flujo cambia de dirección

En materia de fuga de capitales, muy atrás parecen haber quedado los primeros dos años de Macri Presidente. La dolarización promedio de 2016 fue de u$s1.355 millones, mientras que la media del año pasado resultó de u$s1.859 millones. Visto así, en perspectiva, se entiende mejor el momento crítico por el que atravesó la economía.

Y que continúa atravesando.

Sin números oficiales todavía, la plana mayor del Banco Central que comanda Luis "Toto" Caputo monitorea los indicadores que deslizan desde los bancos. Los financistas observan que, en lo que va de julio, la demanda de divisas vuelve a caer respecto del mes pasado. Que después de un inicio álgido, por las acreditaciones de los medio aguinaldos, de ahí en más la demanda se cayó, en sintonía con la calma del mercado cambiario.

En el Palacio de Hacienda apuntan a que el nivel de atesoramiento del sector privado (minoristas y empresas) se estanque en el "piso estructural" de los últimos años. En torno a los u$s1.500 millones mensuales.

"Hay un sector muy importante de argentinos que, pase lo que pase, siempre compran dólares. En años como 2005; 2006 y 2007, con un tipo de cambio que, a valores de hoy rondaba los $40, atesoraban entre u$s6.000 y u$s7.000 millones. Con la crisis del campo, en 2008, ese monto saltó y no disminuyó más", recuerda Pablo Goldín, director de la consultora MacroView.

Precisamente, cuando durante el gobierno de Cristina Kirchner se quedó sin dólares por la fuga de capitales, la ex mandataria eligió poner el "cepo" antes que devaluar. En octubre de 2011, la salida de dólares había escalado a los u$s3.000 millones. Fue el preludio de la regulación de capitales.

La demanda de divisas no es la única variable dolarizada que preocupa. En todo caso, es la más sintomática. Es como el termómetro. Mide la temperatura de una economía a la que le faltan billetes verdes.

Pero una vez que la fiebre baja hay que enfocarse en los problemas estructurales. La fiebre, que sería el tipo de cambio, se estabilizó en torno a los $28 en las últimas dos semanas. Y esa quietud da el puntapié para monitorear el resto de las variables que conforman la denominada "cuenta corriente".

El turismo fue otro caño por el que las divisas se fueron desde la Argentina en los últimos años, y que la devaluación parece poner en línea con algo más sustentable.

Con el atraso cambiario, por el turismo, se fueron alrededor de u$s800 millones mensuales en promedio, durante los últimos años. En 2017 se llegó al déficit récord de u$s10.600 millones.

Sin datos oficiales aún, se prevé un fuerte descenso de turismo hacia el extranjero tras la devaluación. Es lo que permite interpretar algunos indicadores del sector.

Uno de los más relevantes refiere a la caída que experimentan las reservas en pasajes de avión sacadas desde la Argentina.

Según los últimos datos de la consultora ForwardKeys -que predice tendencias futuras de viaje-, las reservas en vuelos desde la Argentina se redujeron 20% en mayo tras el desplome del peso.

Todavía no hay datos del mes pasado, pero estos indicadores son clave para dar testimonio del comportamiento del público en el mes donde el tipo de cambio saltó de $20,50 a $25.

Según los datos de ForwardKeys, las reservas desde Argentina a otros países latinoamericanos, que son los que tienen una mayor cuota del turismo emisor argentino con un 43%, cayeron en un 26,1% en variación interanual, mientras que las reservas totales emitidas desde el país se han visto reducidas en un 20,4%.

Esta pronunciada caída llega después de que la emisión de turistas desde la Argentina registró un salto del 8,4% entre enero y abril de este año.

En el mismo sentido, en las últimas semanas se detectó una reversa en lo que sucede en las ciudades de frontera.

Mendocinos, misioneros y entrerrianos dejaron de inundar las calles de Santiago, Encarnación, Salto, Paysandú y Fray Bentos. Y ahora son ellos los que cruzan para abastecerse de productos y mercadería más barata del lado argentino.

Un dato gráfico: según el Indicador de Precios Fronterizos, que elabora el Observatorio Económico del Campus Salto de la Universidad Católica del Uruguay, los precios de una canasta de alimentos y productos para el hogar de la vecina orilla ya se encuentran, en promedio, un 30% por encima de los vigentes en algunas localidades de Entre Ríos.

En Paraguay, la consultora MF Economía midió que las compras de argentinos en ese país durante mayo cayeron 39% durante junio. Y la Cámara de Turismo de la ciudad de Encarnación dijo que cantidad de argentinos de compras en esa ciudad bajó 40% el mes pasado.

O la Cámara de Comercio chilena, que informó que las compras de argentinos en los visitados shopping centers de Santiago cayeron nada menos que 30%, tanto en mayo como en junio.

La lupa en el indicador clave

Lo que está claro es que la economìa argentina entró en una nueva fase. Y que, en todo caso, la pregunta que deberá responderse con el paso de los meses refiere a la velocidad del ajuste de la "cuenta corriente". Es, en este momento, el indicador que más preocupa a los economistas, que recuerdan la lección de la historia reciente: siempre los grandes ajustes fueron consecuencia de un déficit infinanciable en la cuenta corriente.

Y ahí ya dependerá no solamente de la retracción del turismo al exterior o de la dolarización de los argentinos sino también de la profundidad y duración de la recesión. De esta última variable dependerá la caída en el nivel de importaciones, que es otra de los demandantes de divisas.

El ministro Nicolás Dujovne, en diálogo con inversores de Wall Street, adelantó que el rojo de la cuenta corriente, que terminó 2017 en torno del 5,5% del PBI debería caer rápidamente al 3%. Por ahora, no hay economistas de la City que se animen a tal pronóstico.

El caso más cercano de lo que puede suceder lo experimentó Brasil. El país vecino tuvo un rojo de "cuenta corriente" del 4,2% en 2014. Fue el máximo. En cuatro años se redujo a 0,6%. En el medio, y devaluación mediante, la recesión hizo su trabajo.

La economía brasileña se contrajo 3,8% en 2015 y 3,6% en 2016. Nada menos. Recién registró una leve recuperación del 0,8% en 2017.

Si este será el esquema argentino, nadie lo está avizorando todavía. El Gobierno se muestra entusiasta sobre que habrá una recesión corta, de una duración que no irá más allá de fin de año.

Pero falta para saberlo. Lo primero parece cumplido: la estabilización cambiaria. Ahora viene el tiempo de saber en qué momento dejarán de caer y se recuperarán los bonos de la deuda. Ese es el escenario requerido para que dejen de salir los dólares de los inversores extranjeros.

Entre abril y mayo, los inversores del exterior se llevaron la friolera de u$s7.000 millones, según el IIF (Instituto de Finanzas Internacionales).

El partido todavía está en juego para la Argentina. Aunque el Mundial ya sea un agrio recuerdo.