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Los analistas internacionales ponen fecha al fin de la crisis financiera mundial

El 2008 puede caracterizarse por la coexistencia de varias crisis simultáneas, cuyos efectos se trasladarán al año que recién comienza
03/01/2009 - 11:05hs
Los analistas internacionales ponen fecha al fin de la crisis financiera mundial

Concluyó el 2008, un año complejo, caracterizado por sucesivas crisis en el entorno internacional que tuvieron evidentes efectos sobre los paí­ses emergentes y que pueden resumirse en:

  • Alimentaria,
  • Hipotecaria y financiera en Estados Unidos,
  • Petrolera
  • Financiera-económica a nivel internacional.

Desde inicios de año el mundo presenció la denominada crisis alimentaria que, aunque ya vení­a mostrando evidencias de su presencia desde 2007, se evidenció luego con importantes incrementos en los precios de los alimentos, que impactaron principalmente en paí­ses pobres e importadores en general.

Se identificaron como causas centrales del incremento del precio de los alimentos: una creciente demanda por biocombustibles; incrementos sustantivos en la demanda principalmente en China e India, malas cosechas y aumento demográfico.

En forma simultánea, al comenzar el año se agravaron los problemas por incumplimientos de pagos de hipotecas en los Estados Unidos, derivados principalmente de tasas de interés que, en el último trienio, regresaron a sus niveles de mercado tras una baja extraordinaria en años precedentes.

A ello debe sumarse la ausencia de supervisión adecuada para los receptores de ese tipo de créditos, que en general no tení­an la solvencia suficiente para soportar el repunte del costo del dinero.

Ante esta circunstancia, importantes instituciones financieras registraron elevados niveles de insolvencia y tuvieron que ser rescatadas por el gobierno de EE.UU, además, del contagio inmediato que en términos financieros registraron los mercados internacionales.

Este fue sin duda el indicio de una crisis financiera de mayores proporciones, que obligarí­a a tomar una serie de medidas para tratar de evitar un colapso de magnitud insospechada sobre el sistema financiero internacional.

En ese contexto, se registró hacia el mes de julio una situación también fuera de cualquier pronóstico: el derrumbe de los precios del mercado petrolero internacional. (Ver: "El dí­a que un cisne negro anidó en Wall Street")

 

La crisis financiera se convierte en económica

Los niveles de descenso de los precios petroleros fueron superiores a cualquier pronóstico y la razón fundamanental fue que la baja en el consumo derivó en una caí­da de la actividad económica, que también dio  evidencia de que una crisis a nivel sistémica estaba presente, con una profundidad que incluso ha sido comparada con la gran depresión de los años ´30.

Los acontecimientos se precipitaron de manera vertiginosa después del 15 de septiembre, cuando el banco Lehman Brothers se declaró en quiebra. Hasta entonces persistí­an las dudas sobre el alcance real de la crisis de las subprime que habí­a estallado un año antes en Estados Unidos.

Pero la desaparición de una gran institución bancaria generó todo tipo de sospechas sobre todo el sector bancario. De la noche a la mañana, los bancos dejaron de prestarse dinero, y frenaron el crédito, asfixiando la economí­a.

La repentina parálisis del sistema bancario y financiero producida en septiembre se convirtió rápidamente en una crisis económica mundial de la cual ninguna región quedó a salvo y cuyo alcance nadie puede predecir. (Ver: "Krugman anticipa nuevos casos Madoff y cree que el final de la crisis está lejos").

Con la profundización de la misma, Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, dijo en octubre de 2008 que los mercados financieros fueron arrastrados por "un tsunami crediticio que sólo ocurre una vez en un siglo".

La magnitud del colapso hizo que se convirtiera rápidamente en un desastre mundial,  que dio como resultado un número impensado de quiebras de bancos europeos, drásticas caí­das en los mercados bursátiles mundiales y grandes reducciones en el valor comercial de valores y mercancí­as a nivel global.

Huí­das y desplomesDesde entonces, los nerviosos inversionistas huyeron de las acciones, bonos corporativos y bonos municipales, y se agolparon buscando la seguridad de los bonos del Tesoro estadounidense. Transfirieron vastos recursos de capital a monedas más fuertes como el yen japonés, el dólar y el franco suizo.

Las consecuencias sobre los mercados fueron inmediatas: las bolsas de todo el mundo se desplomaron y el precio del petróleo perdió más de dos tercios de su valor, después de haber alcanzado en julio su récord histórico (a más de 147 dólares).

La presión inflacionaria, que se hizo sentir con fuerza entre mediados de 2007 y mediados de 2008, fue reemplazada por una "desinflación", y que ahora muchos economistas temen que se convierta ahora en "deflación".

Los bancos centrales proceden a recortes drásticos de sus tasas de interés, sin conseguir motivar a los inversores. La Reserva Federal estadounidense (FED) redujo su tasa básica a un margen del 0% al 0,25%, un mí­nimo histórico, y ya no tiene margen para actuar con esa arma contra la crisis.

Los últimos datos disponibles permiten afirmar que la recesión ya es una realidad en Estados Unidos, la Eurozona y Japón, y la desaceleración del nivel de actividad preocupa tanto a China, como a América Latina y al conjunto de paí­ses emergentes.

¿Cómo se imagina el año siguiente al tsunami financiero?

El compromiso de los siete paí­ses más industrializados (G7) de no permitir que se hundiese ningún otro banco fue una decisión importante para poner fin a la peor crisis desde 1929, como la define la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Sin embargo, la misma organización, que habla de la recesión económica "más severa desde inicios de los años ´80", considera que la agitación financiera durará "hasta fines de 2009" y prevé que la tendencia en la mayorí­a de los paí­ses no se revierta antes "del segundo semestre de 2010".

El FMI se suma a este diagnóstico: el subdirector gerente John Lipsky estimó que la economí­a mundial crecerá sólo 2% en 2009 y que recién se recuperará a finales de ese año.

En América latina, el crecimiento descenderá bruscamente el próximo año, del 4,6% en 2008 a un promedio del 1,9%, pero podrí­a ser nulo si los planes de recuperación de las economí­as desarrolladas no funcionasen, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dependiente de Naciones Unidas.

Los paí­ses emergentes no saldrán ilesos de la crisis, como pregonaba hasta hace poco la ya desactivada "teorí­a del desacople", que en algún momento alimentaba esa ilusión.

Según su enunciado, China o India superarí­an sin problemas la recesión, pero sus ritmos anuales de crecimiento, que eran del 11% y el 9% respectivamente, caerán sensiblemente.

"Hay dos problemas que nadie sabe cómo encarar: el efecto del desendeudamiento del sistema bancario y la profundidad y la duración de la recesión", sostiene Elie Cohen, director de investigaciones económicas en el francés Centro Nacional de Investigaciones Cientí­ficas (CNRS).

La recuperación, según pronosticó Greenspan, se producirá sólo "dentro de muchos meses, y dependerá de la estabilización de los precios en EE.UU.".

Ante esa incertidumbre, "todos adoptan la actitud de congelar el dinero que disponen y de consumir y prestar menos", dijo. "Hemos entrado en un mundo totalmente nuevo, en el cual el sistema financiero se atasca y ninguna terapia funciona", agregó. 

Federico Mc Dougall© iProfesional.com