Durante el año pasado, en el ámbito del fútbol femenino, se produjeron diversos hechos, tanto a nivel local como global, que definitivamente significaron un avance para el deporte. A principios de 2019, casi consecutivamente se rompió el récord de asistencia a un partido de mujeres a nivel de clubes.

En ambas ocasiones se dio en España, primero en Bilbao, en el estadio San Mamés, cuando más de 48 mil personas se concentraron para ver al Athletic contra el Atlético de Madrid. Un mes y medio después, durante marzo, ese número se superó ampliamente, cuando más de 60 mil personas asistieron al nuevo estadio Wanda Metropolitano de Madrid para observar al Atlético contra el Barcelona.

Durante el último año se llevó a cabo la Copa Mundial de Fútbol en Francia, y fue una de sus ediciones más destacadas en cuanto al interés del público.

Las entradas volaron como nunca había sucedido en la historia, al punto de que para el partido inaugural de la selección local ante Corea del Sur y para las semifinales y la final se agotaron a las 48 horas de ponerse a la venta. Los tres partidos promediaron unos 45 mil espectadores y a lo largo de la competencia la media fue de casi 22 mil personas.

La audiencia por televisión también fue muy considerable. En Inglaterra, por ejemplo, la semifinal que la selección de ese país disputó ante Estados Unidos fue vista por casi 12 millones de personas y fue el espectáculo deportivo más visto del año.

En Argentina, el empate 3 a 3 contra Escocia durante la última fecha de la fase de grupos, en el que nuestra selección se jugaba el pasaje a la siguiente ronda, alcanzó 7,7 puntos de rating, un número histórico que representa una audiencia de 770 mil personas sólo en la zona del AMBA y de 1,6 millones en todo el país.

Durante el torneo se repartieron premios por 30 millones de dólares, una cifra para nada despreciable, pero de todos modos, ampliamente inferior a los 400 millones de Mundial masculino, en el que el campeón, Francia, se llevó 38 millones de dólares, 8 millones más que el total entregado en la Copa femenina.

Toda esta revolución ha generado también un incremento en los sueldos de las mejores futbolistas del mundo. Las cifras son muy lejanas a las que pueden cobrar los hombres que más ganan en el mismo rubro y las jugadoras siguen pujando por una mayor igualdad, que, entre otros aspectos, debería reflejarse en el plano salarial.

Durante los últimos años, quienes posiblemente sean las tres más destacadas del fútbol han ido alternando su posición dentro del ranking económico: Megan Rapinoe, Ada Hegerberg y Alex Morgan. De acuerdo a la revista Forbes, durante el 2019, Morgan y Rapinoe, bicampeonas del mundo le sacaron ventaja a Hegerberg, quien llevó a su selección al subcampeonato en el último mundial.

Morgan ganó 408 mil euros a lo largo del año pasado, mientras que Lionel Messi, el mejor pago en la rama masculina, obtuvo 114 millones de euros, casi 280 veces más. Además, los ingresos del argentino superaroon en más de 34 veces el acumulado de las 10 jugadoras mejores pagas.

El podio lo completan Rapinoe, con 402 mil euros anuales y Hegerberg, con 400 mil, lo que implica entre 33 mil y 34 mil euros mensuales. La inmensa e injusta diferencia con respecto a los hombres no debe opacar el crecimiento económico del deporte.

Si bien hace unos años la descollante figura brasileña Marta, considerada una de las mejores de todos los tiempos, generaba ingresos similares al año a los que hoy obtiene Morgan, las jugadoras que completaban el top ten no superaban los 60 mil dólares anuales y ahora superan los 200 mil euros. Marta, quien sigue en actividad, terminó séptima en el ranking de jugadoras que más dinero ganaron en el año con 340 mil euros.

En Argentina, el 2019 también fue un año de avances en este sentido. Tras una larga lucha, las jugadoras consiguieron que la AFA apruebe la profesionalización del fútbol femenino. A partir de ellos, la entidad que nuclea a los clubes nacionales asumió el compromiso de distribuir una cifra cercana a los 24 millones de pesos anuales, repartida en 120 mil pesos al mes para que cada club pueda pagar sueldos. Los salarios son similares a los que cobran los hombres en la Primera C, de entre 13 mil y 15 mil.

Muchos equipos cuentan en su plantel con jugadoras que son profesionales y otras que no, más allá de que en la mayoría, todas tienen otro empleo para poder mantenerse.

Aquellos clubes que solo destinan a pagar sueldos lo que la AFA les aporta, pueden tener entre 8 y 9 jugadoras pagas. Por eso existe, dentro de la misma liga, una brecha importante entre algunos clubes que abonan sueldos por encima del promedio señalado, porque destinan recursos propios y otros que, por decisión política institucional o por falta de posibilidades pagan lo mínimo.

La conquista del profesionalismo es, sin dudas, un paso sumamente importante en la lucha femenina. Pero son muchas las cuestiones que quedan por mejorar para que exista una paridad tanto entre ellas, como con el mundo del fútbol masculino.

Si bien Argentina todavía parece estar un paso atrás en relación con el resto del mundo, el año pasado se dieron una serie de hitos en el deporte que marcaron y marcarán un antes y un después. La continuidad de esos hechos es la incógnita del 2020. Si el desarrollo continúa hacia una evolución todavía más notoria durante este año o, tras el cisma del año pasado, hay un estancamiento.