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Motoquero y sonidista emprendieron y los estafaron: hoy no paran de facturar con un original negocio

Empezaron sin un peso alquilando consolas y tras sufrir una estafa se reinventaron con una idea exitosa. La increíble historia de Play For Fun
21/05/2021 - 16:52hs
Motoquero y sonidista emprendieron y los estafaron: hoy no paran de facturar con un original negocio

Dos amigos sin un peso, una buena idea y muchas ganas de emprender era todo lo que había en los inicios de Play For Fun, la empresa de venta de videojuegos que se convirtió en referente del mundo gaming en Argentina.

Mauro Bossio y Julián Ocampo comenzaron alquilando consolas en el conurbano y su proyecto prosperó, pero estuvo a punto de naufragar el día que sufrieron una estafa y perdieron absolutamente todo. Cómo reinventarse después de quedar fuera de juego.

En el año 2010, Mauro trabajaba como sonidista en un bar y se sumó a tocar en la banda El Abuelo, de la que Julián formaba parte. Así se conocieron. Enseguida se hicieron amigos.

Mauro tenía el proyecto de alquilar consolas de videojuegos y en junio de ese año se lo contó a Julián, que trabajaba como mensajero con su moto y venía de intentar varios emprendimientos sin éxito. La idea lo entusiasmó enseguida: "Me prendí fuego", recuerda "tenía ganas de ser emprendedor y sentía que era mi última oportunidad". El problema era que ninguno de los dos tenía un peso.

Para empezar, Mauro pidió prestado y Julián vendió una computadora. Cada uno aportó tres mil pesos y con ese capital compraron dos consolas: una Xbox 360 y una PlayStation 3.

Comenzaron a promocionar sus servicios de alquiler a domicilio por 24 horas a través de plataformas de ecommerce y pronto llegaron los primeros llamados. "La consigna era que cuando sonara el teléfono digamos: ‘Play For Fun buenas tardes’ y hacer ruido con el teclado para que pareciera que había una oficina de por medio", recuerda sonriendo, Mauro. Al poco tiempo, sumaron dos televisores al servicio de alquiler.

Ambos emprendedores llegaban hasta el último rincón del conurbano para brindar sus servicios: "No nos importaba nada", recuerda Julián "llevábamos la consola, la instalábamos y después la íbamos a buscar".

Pero una noche, uno de esos servicios se complicó y ambos temieron por sus vidas: dos ladrones los apuntaron con sus armas y forzaron a Mauro a bajar, tomando de rehén a Julián, a quien obligaron a conducir hasta una villa. "De repente se bajaron los dos y me dejaron ahí", recuerda Julián "ese episodio me marcó y dejó de gustarme tanto estar en la calle". Ambos salieron ilesos y creyeron que el mal trago había pasado pero estaban a punto de vivir su peor pesadilla.

El 30 de diciembre de 2010 Mauro y Julián recibieron un llamado tan auspicioso que agradecieron su suerte: un cliente quería alquilar todo lo que tenían. Ambos celebraron ese hito. Julián llevó las dos consolas y los dos televisores a su casa, los instaló, le pidió que firmara el contrato y se fue. Al día siguiente, lo llamaron y no contestó.

Pasó un día más, siguió sin contestar y fueron hasta su casa, pero al tocar timbre nadie salió. "Estábamos en la puerta, esperando, y de repente viene otra persona y pregunta si nosotros también le habíamos alquilado algo", recuerda Mauro "después se bajó otro de un auto y preguntó lo mismo".

Los habían estafado a todos. Los emprendedores se quedaron sin las consolas y sin dinero para comprar otras. "Teníamos más dudas que certezas", recuerda Mauro "en ese momento sentíamos que no había manera de seguir".

Empezaron con poco capital y ahora tienen éxito a partir de una gran idea

Reinventarse y comenzar un negocio millonario sin dinero

Mauro y Julián no sabían cómo continuar. Para volver a alquilar consolas debían comprar otras nuevas y no tenían capital. "Ahí sentí que lo de los alquileres no iba más", reconoce Julián. "Nos preguntamos cómo encarar esa situación", agrega Mauro "y le empezamos a poner un poquito de fe, y en lugar de separarnos, se nos ocurrió empezar a vender consolas".

Ambos sabían que había mercado para su nueva idea porque cuando las alquilaban, siempre les consultaban si además vendían. El problema, una vez más, era que no tenían un peso.

Pero la falta de recursos agudiza el ingenio emprendedor y Mauro y Julián rápidamente entendieron cómo superar ese obstáculo: "Publicábamos las consolas en Mercado Libre y le decíamos al cliente que tardábamos más que lo que se demoraba la plataforma en acreditarnos el dinero", explica Mauro "cuando se acreditaba, la comprábamos y se la entregábamos al cliente".

La demanda los sorprendió. Empezaron en la semana de Reyes de 2011 y esperaban vender una o dos consolas pero vendieron 20. Los pedidos siguieron creciendo vertiginosamente. Ese ritmo de ventas les dio el impulso para alquilar su primer local, uno pequeño, en una galería de Lanús. Desde que inauguraron Mauro y Julián trabajaron siempre a local lleno. Las ventas explotaron. La gente los recomendaba. "Dejábamos la vida por el cliente", afirma Mauro "nuestra principal satisfacción era cuando nos calificaban después de la compra".

Tras inaugurar su local, Mauro y Julián comenzaron a prestar más atención a las redes sociales. En ese entonces Facebook había lanzado sus páginas para negocios y ellos empezaron a ofrecer sus servicios por esa red, pero había algo que no les cerraba. "En aquel momento veíamos que se vendían los videojuegos de la misma manera que se vendía una licuadora", explica Mauro, "queríamos vender un producto asociado a la diversión y el entretenimiento de una manera distinta y pensamos: ¿por qué no podemos también ser parte del entretenimiento y de la diversión?".

Así empezaron a generar memes y otros contenidos con humor que se volvieron virales y la cantidad de seguidores se disparó en muy poco tiempo hasta alcanzar los 100 mil.

Con ese canal de ventas, pronto reemplazaron a la plataforma de ecommerce en la que vendían hasta ese momento. En Mercado Libre, Mauro y Julián se sintieron presos de una guerra de precios que los desgastaba y tornaba ínfimos sus márgenes de ganancia.

"Poníamos un juego a $1.000 y la competencia lo ponía a $990, nosotros pensábamos que poniéndolo a $980 íbamos a vender más y la competencia lo bajaba a $970, era estar todo el tiempo así", explica Julián.

Cuando abrieron su primer local, la demanda explotó

Play For Fun llega a jugar en las grandes ligas

Junto con el proyecto de potenciar la marca en redes sociales, ambos emprendedores se entusiasmaron con la idea de abrir un nuevo local y convertirse -¿por qué no?- en referentes del gaming en Zona Sur. "Usamos la zona como palanca para la marca", explica Julián "y ahí la empresa despegó, porque acá no había un local de estas características".

Hoy Play For Fun cuenta con varias sucursales pero su fuerte es el comercio electrónico.

Pero en aquel entonces, cuando Play For Fun empezó a pisar fuerte en redes sociales, el crecimiento fue tan grande y constante, que hubo una Navidad en que ambos socios sintieron que el negocio se les estaba yendo de las manos. "Había gente esperando afuera del local no solo el 23 y 24 de diciembre", recuerda Julián "sino toda la semana".

"No sabíamos cuánto habíamos ganado", agrega Mauro "veíamos plata pero se la debíamos a un proveedor y dijimos: ¿cómo hacemos con esto?". La solución apareció de la mano de una empresa consultora. Con su asesoramiento aprendieron a administrar su negocio y a delegar las cuestiones cotidianas para pensar estrategias y tomar decisiones.

Hubo un día en el que el reconocimiento al trabajo de años de esfuerzo e ingenio dedicados a construir la marca Play For Fun llegó: Mauro y Julián recibieron un llamado de PlayStation, que quería trabajar con ellos. "Fue mágico", se emociona Mauro, "porque fue la confirmación de que nos estaban viendo". A partir de entonces empezaron a capacitarse más y pronto recibieron un nuevo llamado, ahora de Nintendo, que también quería trabajar con ellos. Por si eso fuera poco, además participaron de la E3, la convención de videojuegos más importante del mundo.

Tras haber empezado sin un peso, verse forzados a reinventarse y llegar hasta donde llegaron hoy con Play for Fun, Mauro y Julián se sienten agradecidos. Agradecen a su equipo de trabajo, a sus proveedores, a los clientes, a sus familias y agradecen también a alguien que amerita una mención especial: "A nuestro estafador", dice riendo Julián, "sin él, tal vez hubiéramos seguido alquilando consolas y Play For Fun no existiría".

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