iProfesionaliProfesional

Los empresarios, gremios y el Gobierno, con recetas diferentes para flexibilizar el cepo sanitario

No hay consenso sobre lo que viene tras Semana Santa. La palabra de los científicos será clave para saber qué tan light será la nueva cuarentena
07/04/2020 - 17:20hs
Los empresarios, gremios y el Gobierno, con recetas diferentes para flexibilizar el cepo sanitario

La Casa Rosada y la Quinta de Olivos le darán escenario a un cúmulo de reuniones que el presidente Alberto Fernández tendrá hasta el próximo fin de semana para definir qué modelo de cuarentena adoptará el país a partir del lunes 13 de abril.

Está claro que será el Jefe de Estado quien, quizá el próximo viernes, comunique a los argentinos qué escenario nos espera para la próxima quincena de abril. Pero está más que claro que no será tal como lo imaginan los hombres de negocios. Habrá sí otros sectores que podrán gozar de ciertas libertades. Pero la inmensa mayoría seguirá confinada en sus hogares como hasta ahora. Y para los que puedan salir habrá muchas restricciones en horarios, y formas de trabajo.

El propio Alberto Fernández ya avisó que no es posible levantar la cuarentena el 13 de abril y volver a la normalidad un día después. Habrá una salida progresiva que podría durar, con etapas, hasta junio, con una fase en abril que permitirá ir encendiendo de a poco las llamas de una economía, que hoy se encuentra en una fase crítica.No es la foto pensada por los empresarios que, representados por Unión Industrial Argentina (UIA) y la Cámara Argentina de Comercio (CAC), visitaron la sede laboral del Presidente durante la mañana de este martes.

No fueron recibidos, como el viernes pasado, por el dueño de casa. Esta vez los esperaban los miembros más importantes del Gabinete en un encuentro del que también participaron los dirigentes gremiales de la CGT.

Fue el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero quien hizo las veces de anfitrión. Por el Gobierno también asistieron el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, el ministro de Desarrollo Producitivo, Matias Kulfas; el ministro de Transporte, Mario Meoni; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz; la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzoti y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca.

Por la UIA y la CAC llegaron Miguel Acevedo, Daniel Funes de Rioja y Diego Coatz y por el otro, Jorge Di Fiori y Eduardo Eurnekian. Por la CGT estuvieron presentes Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (Estaciones de Servicio), Gerardo Martínez (Uocra), Andrés Rodríguez (UPCN) y Antonio Caló (UOM).

Más allá de los diferentes libretos con que cada sector propone salir del aislamiento, la principal conclusión de estos encuentros fue seguir discutiendo con el comité de crisis que también incluye a los epidemiólogos de consulta oficial un cronograma de flexibilización de la cuarentena que irá evolucionando según se comporte el virus y de acuerdo a las recomendaciones de los expertos.

Hasta ahora, no hay un consenso general entre industriales, comercio, gremios, funcionarios y sanitaristas sobre una fórmula de camino a tomar a partir de la semana próxima.

Negociando el margen de apertura

Algunos impulsan que el sector de la construcción, los bancos, y las actividades fabriles que están emplazadas fuera de los centros urbanos sean nuevamente dinamizadas. También que los comercios puedan volver a levantar sus persianas con determinadas pautas.

Todos tienen variantes, alternativas, mecanismos, estrategias de salida de la cuarentena obligatoria pero con miradas que no siempre son coincidentes sobre lo que se debe hacer para volver a hacer funcionar el aparato productivo del país sin poner en riesgo todo lo que sanitariamente se logró hasta ahora para que el coronavirus no ponga a la Argentina en una situación parecida a la de Italia, España, Estados Unidos o Brasil.

Tras las reuniones, la sensación que quedó flotando en el aire es que desde el próximo lunes habrá un mayor grado de libertad económica, pero que no será tan flexible como la que esperan hombres de negocios y sindicalistas. O como la que algunos ministros esperan.

Es decir, hasta por lo menos el 1° de mayo, la mayor cantidad de gente adentro será en principio la determinación que tomará Fernández, siempre que la curva de casos descienda y el pico del contagio pueda amesetarse. De lo contrario, mayo también será un mes inflexible desde lo sanitario.

En el caso de los empresarios, el libreto pasa por proponer un aislamiento más light, con muchos más sectores incluidos entre los exceptuados, con el pedido de que los bancos sean considerados como un servicio esencial y con la necesidad de que los rubros de capital intensivo vuelvan a producir.

Pero no fue la foto que se llevaron del encuentro que compartieron con los dirigentes de la CGT y con los principales miembros del Gabinete nacional. Por el contrario, saben que la segunda quincena de abril no será fácil y que la salida será más paulatina de lo que esperaban.

Las carpetas con informes sobre la preocupante situación que sufre casi toda la economía del país sin distinciones no fueron suficientes para convencer a los funcionarios sobre la necesidad de ir preparando el terreno para una apertura acelerada del aislamiento sanitario.

Lograron nada más que la Jefatura de Gabinete se comprometa a recibir un trabajo sobre cómo cada área del sector productivo debería acomodarse a un panorama más flexible, con cantidad de empleados que podrían volcarse a la calle, qué fábricas deberían retomar operaciones y con qué turnos laborales.

Reticencia para reabrir comercios

La idea es evitar masificar lo que viene y perder todo el esfuerzo hecho hasta ahora para encorsetar las consecuencias sanitarias de la pandemia a partir de medidas que restringen algunos derechos básicos de la sociedad. Y también pensando que más trabajadores en la calle supone más transporte público.

Es decir, modificar el cronograma de domingo establecido para todos los días de la semana, requisito que el Ministerio de Transporte no estaría dispuesto a permitir sin el consentimiento del grupo de especialistas que aconsejan al Presidente. Es que, si se hay una ampliación importante de los sectores permitidos para trabajar habrá que volcar más colectivos, trenes y subtes a la calle. Y esto supone un gran riesgo para el distanciamiento social que se recomienda cumplir. En especial, durante las horas pico de la semana.

En el sector del comercio el escenario es similar. Representantes de comercios muy golpeados por la cuarentena se resignan a continuar con la mayoría de las actividades estrictamente encorsetadas.

No hay forma de que shoppings, locales comerciales, bares, restaurantes, entre otras actividades, puedan retomar una rutina algo más flexible porque entienden que el precepto de salud antes que economía impregna todas las decisiones no solo del presidente Fernández sino de todo el gabinete.

No hay chances de volver a tener la foto de las principales avenidas comerciales con miles de personas mirando vidrieras, de centros comerciales recomenzando sus tareas o de locales gastronómicos con cientos de comensales como si el coronavirus ya fuera un doloroso recuerdo.

La salida, entonces, será muy parcial, con un cronograma todavía estricto, que siga las recomendaciones de los especialistas de la salud por sobre las demandas de las empresas, las industrias y los sindicatos.

Un segundo capítulo de la cuarentena que seguirá siendo obligatoria para una gran cantidad de población y sectores de la actividad económica del país. Un cronograma que posiblemente el propio Presidente anuncie más cerca del fin de semana a toda la población.

Con colegios que seguirán cerrados, transporte que podría ampliar servicios pero evitando las aglomeraciones, algunas nuevas industrias y empresas que retomarán pausadamente sus actividades, bancos que seguirán sin ser declarados esenciales y que por lo tanto continuarán con operatorias limitadas.

Con espectáculos culturales y deportivos que seguirán prohibidos, al igual que actividades económicas que supongan riesgos para la salud por ser de mano de obra intensiva. Y esto supondrá para el Gobierno la adopción de más políticas de asistencia para los sectores y trabajadores que deban mantenerse en sus hogares como el pago de sueldos, aportes patronales y previsionales y la postergación de vencimientos impositivos, además de una verdadera estrategia de financiamiento que se cumpla.

Pero con la necesidad también de dejar de ayudar a los que sean beneficiados con la vuelta a la calle precisamente para concentrar la ayuda en los que verdaderamente la están pasando mal, con serios riesgos de perder sus fuentes de ingresos.

Los consejos de los aliados para Alberto

Para todas estas decisiones, el Presidente también escucha a los expertos del Instituto Patria, el bunker de pensamiento kirchnerista que le viene recomendando mantener estricta la cuarentena pero donde saben también que la última palabra la tiene el Jefe de Estado.

Le reconocen su carácter de mediador y por eso están convencidos que podrá mediar entre las ansiedades de los sectores empresarios y sindicales con la mirada conservadora de quienes piden paciencia y proponen extender la cuarentena obligatoria por otro período.

Dicen desde este instituto que los gremios afloraron con los pedidos de una cuarentena maquillada y que aceptan lo que Fernández decida siempre que el Estado siga asistiendo a los trabajadores y se profundicen las medidas contra despidos y suspensiones.

Igual, hacen algunas salvedades como no decir nada cuando una empresa rebaja los salarios de su personal. O cuando, como terminó pasando con Techint, se negocian indemnizaciones mayores a las reglamentarias.

En esa línea, un grupo de gobernadores conversó con el Presidente en Olivos sobre sus propios consejos para el camino que habrá que tomar durante la segunda quincena de mayo.

Son los más proclives a mantener la rigidez que viene acatando toda la sociedad para evitar la pandemia y que en algunas localidades del interior en algunos casos es mucho más severa que a nivel nacional.

Los gobernadores no comulgan con las ideas de los industriales y empresarios de abrir el aislamiento a muchos más sectores.

Tampoco quieren participar de la dicotomía entre salud o economía o viceversa. Son más prácticos que los hombres de negocios y no tienen fisuras a la hora de aconsejar que el aislamiento se mantenga como hasta ahora si con eso se evita una crisis sanitaria con miles de contagiados y cientos de muertos a costa del freno de las economías regionales.

Dejaron trascender muchas dudas sobre los planes de los industriales para que el país inicie una etapa mucho más light del aislamiento.

Más que nada porque escuchan las predicciones de los infectólogos sobre el pico del virus que se daría en mayo y, por lo tanto, no quieren correr riesgos de tener que enfrentar un recrudecimiento de la pandemia cuando la economía ya está frenada y el Gobierno está tomando medidas para asistir a los más golpeados por las restricciones.

El abanderado de esta estrategia parece ser Axel Kicillof que gobierna una provincia donde las medidas se acatan de manera esporádica pero que sabe que el foco más preocupante desde lo sanitario debe estar puesto en el conurbano.

Su tesis es apoyada por otros hombres del interior que solamente estarían dispuestos a aceptar la vuelta de la obra pública y privada para motorizar ciertos sectores vinculados a tareas en rutas y construcción, pero siempre respetando estrictos protocolos sanitarios y con horarios reducidos.

Una muestra de este camino fue el decreto presidencial de este martes que incluye como servicio esencial a la obra privada de infraestructura energética.

En paralelo, ya hay cinco provincias donde se estableció -o establecerá- como obligatorio el barbijo o "tapaboca" para circular en la vía pública. Algunos lo leen como un mecanismo para flexibilizar, otros como una medida extra para aumentar la prevención.

Además el sector público, los docentes y jubilados o sectores de riesgo deberán esperar para retomar su vida habitual y se mantendrán aislados como hasta ahora.