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Para ex directora del FMI, los candidatos deben acordar un "doloroso ajuste estructural"

Anne Krueger dice que el único remedio para la Argentina es que adopte el modelo de salida de la crisis que utilizó Brasil en el año 2002
21/09/2019 - 00:01hs
Para ex directora del FMI, los candidatos deben acordar un "doloroso ajuste estructural"

Anne Krueger, ex directora gerente del FMI y ex economista jefe del Banco Mundial, analizó la crisis argentina en una extensa columna en la que caracteriza al país como a un enfermo indisciplinado, que no cumple con los tratamientos prescriptos y que -si no cambia- puede acabar con la paciencia de sus médicos.

Krueger señala que, para salir definitivamente del ciclo de sucesivas crisis que la aqueja, Argentina deberá tolerar una terapia de "doloroso ajuste" y que los candidatos presidenciales tendrán que comprometerse ya mismo a que eso ocurra.

Como ejemplo, la ex jefa del FMI señala el pacto reformista sellado por los aspirantes presidenciales de Brasil en el año 2002, que –según Krueger– Lula da Silva cumplió cuando accedió al poder y le permitió varios años de crecimiento.

"Imagínese a un hombre que ha vivido de manera demasiado extravagante y, eventualmente, debe ir al doctor para tratar una enfermedad aguda, además de otras varias condiciones crónicas", comienza Krueger.

"El médico prescribe diez días de antibióticos, y aconseja al paciente que comience a cuidarse mejor. Luego de tres días de tomar las pastillas y seguir las órdenes del galeno, el hombre se siente mucho mejor. Pero encuentra la vida tranquila penosa, así que se olvida de la medicina y de los consejos médicos, para recaer en el libertinaje", añade.

Y dispara: "Argentina es ese hombre, crónicamente gastando de más y sobre-regulando hasta que se ve forzado a ir al Fondo Monetario Internacional para una nueva dosis de tratamiento".

"Para una economía tan distorsionada como la argentina, no hay medicina que pueda evitar un período de doloroso ajuste", advierte la economista.

Sobre la gestión de Mauricio Macri, concede que "cuando el actual Presidente Mauricio Macri venció a los peronistas en 2015, heredó un desastre absoluto".

No obstante, Krueger señala que de todas las reformas prometidas, Macri sólo cumplió con eliminar controles de capital y liberar el tipo de cambio, mientras que "las demás reformas se demoraron o frenaron para mantener el apoyo del público".

"La crisis de la Argentina requiere la continuación de las medidas fiscales, monetarias y cambiarias delineadas por el programa del FMI. Más allá de eso, el país necesita reformas estructurales, especialmente una mayor reducción en el tamaño del sector gubernamental, comenzando con las jubilaciones. Más gradualismo sólo prolongará el dolor", subraya.

En este sentido, enfatiza que "la única manera posible de prevenir una profundización de la crisis antes de octubre es que los candidatos se comprometan a fuertes reformas luego de las elecciones".

Sobre el final de su artículo, Krueger retoma la figura del país enfermo que, según detalla, requiere ahora terapia intensiva.

"Si el paciente toma la medicación pero sigue de fiesta, disfrutará de unos pocos años de estabilidad, pero inevitablemente terminará de regreso en la puerta del doctor. Así que lo importante, primero: los candidatos presidenciales deben comprometerse a reformas importantes, o el doctor podría decidir desconectar al paciente", concluye.

Fragmentos centrales del artículo de Anne Krueger

Argentina necesita terapia intensiva

El presidente Mauricio Macri supo que había heredado una economía enferma cuando asumió en 2015, pero falló en aplicar la medicina. Como resultado, el país ahora no tiene otra opción que enfrentar un período de doloroso ajuste estructural

Imagínese a un hombre que ha vivido de manera demasiado extravagante y, eventualmente, debe ir al doctor para tratar una enfermedad aguda, además de varias otras condiciones crónicas.

El médico prescribe diez días de antibióticos, y aconseja al paciente que comience a cuidarse mejor. Luego de tres días de tomar las pastillas y seguir las órdenes del galeno, el hombre se siente mucho mejor. Pero encuentra la vida tranquila penosa, así que se olvida de la medicina y de los consejos médicos, para recaer en el libertinaje.

Argentina es ese hombre, crónicamente gastando de más y sobre-regulando hasta que se ve forzado a ir al Fondo Monetario Internacional para una nueva dosis de tratamiento.

(...)

Para una economía tan distorsionada como la argentina, no hay medicina que pueda evitar un período de doloroso ajuste. Cuando el actual presidente Mauricio Macri venció a los peronistas en 2015, heredó un desastre absoluto.

Aunque las altas tasas de interés estaban atrayendo flujos de capitales para financiar al gobierno y el déficit de cuenta corriente, la inflación era alta y el ritmo de crecimiento era bajo.

Macri había prometido reformas, incluyendo la eliminación de controles de capital, un tipo de cambio flotante, reducción fiscal, y precios de los servicios públicos más realistas.

Las primeras dos reformas se concretaron muy poco después de la asunción, pero las otras dos se demoraron o frenaron para mantener el apoyo del público. Como resultados, el déficit fiscal se incrementó durante el primer año de Macri, y las otras reformas probaron ser insuficientes para estabilizar la economía. Aunque la inflación había descendido, pronto comenzó a elevarse nuevamente.

Para inicios de 2018, Argentina estaba en otra crisis. Mientras que el gasto público había caído ligeramente, al 40,4% del PBI, el déficit fiscal consolidado fue era del 4,2%.

Más aun, la deuda nominada en dólares del gobierno había ascendido un 80%, la entrada de capitales se convirtió en salida, una sequía redujo los ingresos, el índice de inflación se había disparado sobre el 40% y el PBI real cayó un 2,5%.

En respuesta a todo esto, el Banco Central abandonó su esquema de metas de inflación, lo que debilitó todavía más la confianza en las políticas oficiales.

No pasó mucho antes de que Argentina se viera obligada a arrastrarse de nuevo hasta el doctor. Debido a las reformas que ya se estaban llevando a cabo, en junio de 2018 el FMI aprobó un programa de u$s50.000 millones, el mayor en la historia del Fondo.

Durante los meses que siguieron, pareció como que el programa del FMI y las políticas de Macri podrían mejorar las cosas, reduciendo la inflación y reiniciando el crecimiento.

Pero Macri sufrió una derrota simbólica en las elecciones primarias del mes pasado, lo que sugiere que será desahuciado por los peronistas en la elección presidencial.

De manera muy predecible, los capitales se retiraron, el peso se depreció abruptamente, la inflación creció y el gobierno se vio forzado a reinstaurar controles de capitales.

El problema, de nuevo, fue que la medicina no fue lo suficientemente fuerte. A insistencia del paciente, las medidas fueron demasiado suaves para ser efectivas y las reformas estructurales más difíciles fueron demoradas.

Obviamente, la estabilización macroeconómica es esencial. Pero la única manera posible de prevenir una profundización de la crisis antes de octubre es que los candidatos se comprometan a fuertes reformas luego de las elecciones.

Eso es lo que Luiz Inácio Lula da Silva hizo en la elección presidencial de Brasil de 2002, y funcionó. Él honró su compromiso de reforma cuando llegó al poder, y Brasil no sólo evitó una crisis, sino que experimentó varios años de fuerte crecimiento.

La crisis de la Argentina requiere la continuación de las medidas fiscales, monetarias y cambiarias delineadas por el programa del FMI. Más allá de eso, el país necesita reformas estructurales, especialmente una mayor reducción en el tamaño del sector gubernamental, comenzando con las jubilaciones. Más gradualismo sólo prolongará el dolor y permitirá a la oposición política ensamblarse.

Si el paciente toma la medicación pero sigue de fiesta, disfrutará de unos pocos años de estabilidad, pero inevitablemente terminará de regreso en la puerta del doctor. Así que lo importante, primero: los candidatos presidenciales deben comprometerse a reformas importantes, o el doctor podría decidir desconectar al paciente.

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